El turbio negocio de las reliquias culturales
11 de diciembre de 2014Robar es especialmente lucrativo cuando cuando nadie se percata de la desaparición de un objeto. Simplemente cuantificar el volumen de este tipo de actividades ilegales ya es algo muy complicado para las autoridades. Al igual que ocurre con el tráfico de drogas o armas, también existe un nicho para la compraventa ilegal de patrimonio artístico. Si bien los dos primeros temas han sido objeto habitual de análisis durante las últimas décadas, son pocos los que se han interesado y dedicado al estudio del comercio ilegal de bienes culturales.
La Oficina Federal de Investigación Criminal Alemana tiene a tres funcionarios dedicándose en exclusiva a la protección de bienes culturales. Y es que en los últimos tiempos son numerosos los informes que alertan del creciente y sistemático saqueo de tumbas y antigüedades, sobre todo en los países de Oriente Medio. Sobre todo porque hay indicios de que el comercio ilegal de este tipo de bienes repercute directamente en los bolsillos de las milicias terroristas. Incluso el autoproclamado Estado Islámico (EI) hace negocio con el saqueo de bienes culturales.
Según un informe presentado a mediados de noviembre ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la venta de antigüedades es la tercera fuente de ingresos del EI. Si las informaciones son ciertas, el Estado Islámico estaría fomentando el pillaje en ciudades sirias e iraquíes para, posteriormente, promover el contrabando de antigüedades. Eso sí, de una forma tan sistemática y organizada como no se había visto hasta ahora, empleando incluso maquinaria pesada. Pero, ¿qué beneficio obtiene el EI con estas actividades? Al parecer, un porcentaje de lo obtenido en los saqueos.
Ciudades en ruinas, paisajes lunares
Para el arqueólogo Neil Brodie, lo que está ocurriendo es una tragedia. “En las imágenes de los satélites es posible ver las áreas afectadas. Decenas de cráteres recuerdan el aspecto del paisaje lunar”, asegura Brodie, quien desde la Universidad de Glasgow investiga desde hace tiempo el comercio de bienes culturales robados. “Según nos informan personas en el terreno, no son simples saqueos, sino agujeros profundos que, en ocasiones, se comunican entre ellos mediante túneles. Muchas de esas ciudades han sufrido daños terribles”, se lamenta Brodie en una entrevista con DW. Cuando es preguntado acerca del volumen del mercado de este tipo de bienes a nivel mundial, el investigador rechaza hacer declaraciones. Por dos razones: por un lado, gran parte de estos objetos se ponen a la venta sin certificados de procedencia. La segunda es que la mayoría de estos bienes no llegan al mercado que controlan las galerías de arte y casas de subastas. “Durante los últimos veinte años se han formado grandes colecciones de obras de arte, procedentes sobre todo de Irak, que nunca llegaron a aparecer en el mercado”, revela el arqueólogo.
Disparidad de cifras
Existen, sin embargo, estimaciones realizadas por la UNESCO, la Interpol y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito acerca del volumen del mercado ilícito de objetos antiguos: según cuantifican los tres organismos, este tipo de comercio mueve entre seis mil y ocho mil millones de dólares anuales. Una cifra chocante a ojos de Ursula Kapmann, responsable de protección de bienes culturales de la Asociación Internacional de Comerciantes de Arte Antiguo (IADAA, por sus siglas en inglés). Según un estudio llevado a cabo por el organismo, las casas de subastas europeas y estadounidenses solamente facturaron entre 150 y 200 millones de euros en 2013. Y aquí llega la pregunta que se hace Kapmann: ¿cómo es posible que el mercado ilegal mueva cuarenta veces más que el comercio legítimo de antigüedades?