El Transrapid se abre paso
31 de diciembre de 2002La presencia del jefe de gobierno alemán y del primer ministro chino a bordo del Transrapid en su viaje inaugural, del centro de Shangai hasta el aeropuerto internacional de la ciudad, ubicado a 30 kilómetros, revela la importancia política asignada al evento. Los 8 minutos que tomó recorrer el tramo deben haber sido unos de los más felices que le deparó el 2002 a Gerhard Schröder. Porque uno de los proyectos estrella de la tecnología alemana, que tanto inconvenientes enfrenta en casa, se ha hecho por fin realidad palpable.
Proyectos de expansión
El Transrapid, construido por las empresas germanas Thyssenkrupp y Siemens, sólo comenzará a transportar pasajeros en Shangai a partir del 2004. Sin embargo, tras el exitoso estreno de hoy, ya se anunció que las autoridades chinas desean prolongar el tramo hasta la localidad de Hangzouh, ubicada a 180 kilómetros, en la provincia de Zhejiang. El premier chino, Zhu Rongji, piensa también en la posibilidad de seguir extendiendo la red hasta unos 300 kilómetros.
Aunque de momento son sólo palabras, el ministro germano de Transporte, Manfred Stolpe, indicó con visible satisfacción que ésta es una "señal para Alemania". Aludía con ello a los proyectos existentes de construir vías para el Transrapid en Renania del Norte Westfalia y Baviera, todavía muy controvertidos. Sobre todo porque no se ha aclarado el crucial asunto del financiamiento, al que Berlín está dispuesto a aportar un máximo de 2.300 millones de euros.
Virtudes tecnológicas
También en China ha habido cierta desconfianza hacia la nueva tecnología de levitación magnética, pero Zhu Rongji se cuenta entre sus más entusiastas partidarios y hoy volvió a subrayar las ventajas de este tren: seguridad, alta velocidad, bajo consumo de energía y menor nivel de contaminación. También los ingenieros alemanes que han trabajado en el proyecto destacan las virtudes del Transrapid, más rápido y silencioso que los trenes de alta velocidad que utilizan el sistema de ruedas sobre rieles, como el TGV francés o el Shinkansen japonés. Además, pese a las altas inversiones iniciales que exige, su mantenimiento resulta más económico. "Mientras los sistemas de ruedas y rieles están sometidos a un fuerte desgaste y deben ser mantenidos permanentemente, la tecnología de levitación magnética no produce roce ni desgaste", señaló Hubertus Christ, presidente de la Asociación de Ingenieros Alemanes (VDI).
A nivel internacional, la batalla que se libra en el campo de los trenes de alta velocidad es dura. El TGV galo se impuso al Transrapid en 1998 en una licitación efectuada en Australia, y también en 1993 ganó la partida en Corea del Sur. Ahora, con el viaje inaugural en Shangai, los alemanes vuelven a albergar la esperanza de que su tecnología logre convencer a otros países y también a sus detractores en casa.