El tesoro de Múnich: destino incierto
5 de noviembre de 2013En el apartamento de Rolf Nikolaus Cornelius Gurlitt, en Schwabing, al norte de Múnich, se escondía detrás de torres de latas de alimentos en conserva caducados un tesoro de incalculable valor: cerca de 1.500 cuadros de artistas como Pablo Picaso, Henri Matisse, Marc Chagall y Max Beckmann. Una colección en la que también se encuentran pinturas que datan incluso del siglo XVI. Se trata del mayor descubrimiento hecho en la historia de la posguerra alemana.
En realidad, el descubrimiento se realizó hace dos años, según reveló la revista de noticias semanal alemana Focus: durante un viaje en tren en septiembre 2010, Gurlitt llamó la atención de las autoridades aduaneras. Al registrar su apartamento en 2011, se encontraron con el botín. Una colección pictórica que se calcula que podría valer mil millones de euros en el mercado de arte actual.
Ahora, por fin, este tesoro sale a la luz pública… Con una larga lista de interrogantes. ¿Cómo llegaron esos cuadros allí? ¿A quién pertenecen realmente estos cuadros? ¿A dónde deben ir a parar ahora? Todas estas cuestiones están ahora en manos de abogados, directores de museos y expertos en arte robado, los llamados “investigadores del origen”, que trabajan en el caso del tesoro de Múnich.
Ascenso a la cima
Parece ser que los cuadros llevaban en el hogar de Gurlitt ya varias décadas. Originariamente, los cuadros eran propiedad del padre del octogenario Rolf Nikolaus Cornelius Gurlitt, Hildebrand Gurlitt, un conocido tratante de arte que falleció en 1956. Fue director del museo de Zwickau, en Sajonia, y de la prestigiosa Sociedad Artística de Hamburgo durante los años 20 y 30, y se le consideró como un mecenas del arte moderno. Un arte que, no obstante, los nazis consideraban “degenerado”, y del que comenzaron a incautarse sistemáticamente. Gurlitt se quedó sin empleo, tanto por su compromiso con el arte moderno, como por ser considerado “no ario”.
A pesar de ello, Gurlitt acabó adaptándose a las nuevas condiciones y cooperó con el régimen nazi. De hecho, acabó controlando el comercio de arte durante la época junto con otros tres tratantes de arte. En 1937 llevaron a cabo una notoria exposición en la Casa del Arte en Múnich, donde mostraron cuadros que habían requisado de museos. Se trataba de pinturas y esculturas que no se correspondían con los estándares nazis y que habían sido calificadas como “degeneradas”: generalmente, obras de arte moderno, especialmente de la corriente del expresionismo alemán. Los nazis encargaron a Gurlitt que vendiera estas obras de arte, principalmente a compradores extranjeros.
No obstante, se puede decir que algunos de los cuadros encontrados fueron adquiridos directamente por Gurlitt y los tratantes de arte con los que trabajaba, según aseguró el doctor Uwe Hartmann, director de la Unidad nacional de Investigación de Origen, en entrevista con DW. Asimismo, varias de las obras podrían haber sido pinturas robadas por otras razones por los nazis desde 1933, tanto dentro como fuera de Alemania. Hitler y Göring coleccionaron grandes cantidades de obras de arte que les gustaban especialmente, la mayoría de ellas de los grandes maestros clásicos. Muchas de ellas fueron robadas por alemanes en campañas militares en el este y oeste de Europa.
Propiedades y destinos
“No se ha dicho que las imágenes encontradas en el apartamento de Schwabing hubieran sido exclusivamente propiedad de museos alemanes”, dice el periodista y experto en restauraciones artísticas Stefan Koldehoff. Con ello, implica que muchos de los cuadros podrían provenir de colecciones privadas judías, lo que cambiaría su situación jurídica. “Es probable que haya una larga lista de herederos, algunos de ellos judíos, que llevan buscando durante años sus propiedades perdidas con los servicios de costosos abogados”, añade Koldehoff. “Estas personas habrían preferido saber en su momento que, en el caso de ciertas obras, la búsqueda había terminado”, reprocha el experto, en referencia a los dos años que tardaron las autoridades en revelar el descubrimiento del tesoro de Múnich.
Entretanto, los museos alemanes aguardan para saber qué obras podrán exponer en sus galerías. Para ello, se deben determinar cuidadosamente los orígenes de cada una de las obras que llevan ya tantos años almacenadas entre la basura para saber si realmente fueron cuadros robados por nazis, por qué manos pasaron, o en qué casos eventuales delitos ha prescrito. Tras salir a la luz por fin este espectacular descubrimiento, el trabajo de abogados e investigadores solo acaba de empezar.
Autor: Jochen Kürten / lab
Editor: Pablo Kummetz