Bicentenario: Bolívar en Ecuador
17 de mayo de 2010"Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior.
Era el Dios de Colombia que me poseía."
Simón Bolívar, Mi delirio sobre el Chimborazo
En la ribera del río del puerto de Guayaquil se levanta un gran monumento en el que se ve al venezolano Simón Bolívar y al argentino José de San Martín dándose la mano: se trata de recordar que en ese puerto se encontraron el que ya era fundador y presidente de la Gran Colombia y el militar “padre del patria Argentina” que venía enfrentando desde el sur a las fuerzas españolas. El puerto de Guayaquil se había proclamado independiente en 1820 y la pregunta en ese momento era si se unía a Perú, si se mantenía como independiente o se plegaba al gran proyecto de Bolívar.
Por lo último optó la ciudad costera, por la Gran Colombia. De 1821 a 1830 duró esta unión que incluía a lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. Su extensión comprendía territorios de lo que hoy son Nicaragua, Costa Rica, Perú, Brasil y Guyana.
Al cumplirse los doscientos años del primer grito de independencia, el embajador del Ecuador en Berlín, Horacio Borja Sevilla, se acercó a la estatua del “Libertador de América”, a poner una ofrenda floral. “En un día como éste, nada más lógico que el embajador vaya frente al monumento de Simón Bolívar”, dijo a Deutsche Welle Borja Sevilla.
Bolívar omnipresente
Lo que había sucedido 200 años antes de esta ofrenda floral fue la formación de una primera Junta de Gobierno que criollos ilustrados proclamaron por medio de un acta revolucionaria la independencia, básicamente, de Quito. Esto fue sofocado con violencia y premura por las fuerzas de la corona española.
No obstante, a la historiografía del país le gusta ver en esta insurrección el “Primer grito de independencia” y al enfrentamiento que tuvo lugar en las faldas del volcán Pichincha en 1822 –bajo órdenes de Simón Bolívar- como la gran batalla de liberación de todo el territorio ecuatoriano, aunque la región costera ya era independiente.
Así, alimentando el entretanto controvertido culto a la figura de Simón Bolívar, el aeropuerto y el principal parque de Guayaquil llevan su nombre. El aeropuerto de la capital lleva el del Mariscal Sucre –un general de Bolívar. De la época posterior, de la Gran Colombia, queda la bandera, muy semejante a la de Venezuela y Colombia; de las ideas de Bolívar queda el sueño una gran unión latinoamericana.
Entre el ideal y la realidad
¿De qué se trata ese sueño y cuál era su base? “Las ideas independentistas de Bolívar provienen del ejemplo de América del Norte; confiaba en que podría conseguir lo mismo que en los Estados Unidos independiente de Gran Bretaña desde 1776”, explica a Deutsche Welle Ekkehard Keeding, historiador alemán que como catedrático vivió varios años en Ecuador y Brasil.
“En 1809 los ecuatorianos pensaron que podrían conseguir lo mismo creando bibliotecas, enseñando ciencias naturales en las universidades, llevando medicina de avanzada, fundando un periódico, poniendo una imprenta, difundiendo ideas modernas”, dice Keeding y añade: “Pero el idealismo de la Ilustración tuvo que ceder paso al triste reconocimiento de que necesitaban de un Ejército”. Y el paso de la idea a la realidad, de la guerra a la independencia, tardó trece años más.
“Una primera unión“: ¡siga leyendo!
Una primera unión
Con la independencia en el bolsillo venía el tema de la unión que proponía el general caraqueño. “Los ideales de Bolívar se revelaron impracticables: el único vínculo entre los virreinatos y capitanías generales radicaba en su dependencia de Madrid; desparecida ésta, cada aristocracia local se empeñó en diferenciarse de sus vecinos”, analiza Jorge Volpi, escritor mexicano, en un artículo publicado en el diario El País.
Pero las trece ex colonias británicas en América del Norte lo habían logrado y los espíritus ilustrados en la parte sur del continente americano no dejaban de soñar con la unión similar. “La situación geográfica era muy diferente de la que partieron los movimientos unionistas en América del Norte, allí había un eje vertical del norte al sur, en la costa del este. Ellos se entendían bien y fueron expandiéndose hacia el oeste”, explica Keeding.
300 años de colonia se hacen sentir
La manera en que se habían ejecutado a cabo esos siglos de colonización fueron decisivos en el fin del sueño bolivariano: “Se trataba de un continente inmenso en el que las colonias españolas y portuguesas estaban en las costas del continente. En realidad el interior del continente no había sido civilizado. El movimiento de las costas hacia el interior del país se dio apenas en el siglo XX”, explica Keeding. Además, así Volpi, “paradójicamente, las naciones que acababan de independizarse de Europa se apresuraron a importar la principal moda europea de la época, el nacionalismo”.
Ideas impracticables
“Que todos los Estados del sur en América Latina formemos una entidad política, ése es el legado de Bolívar”, asevera el embajador. ¿Una América unida, desde California hasta Tierra del Fuego? A más o menos 200 años de los acontecimientos que marcaron el nacimiento de los Estados latinoamericanos, la figura de Bolívar se revisa, más aún cuando sus ideas han pasado a formar parte de proyectos políticos actuales. UNASUR –la Unión de Naciones Suramericanas- entre ellos.
Ésta unión “se quiere ver en Ecuador como una alternativa esperanzadora a fallidos proyectos de integración anteriores”, dijo a Deutsche Welle Claudia Detsch, analista de la Fundación Friedrich Ebert. O, en palabras del embajador en Berlín, “como un medio para después unirnos con el Caribe con Centroamérica y con México y crear el sueño de Bolívar la gran unidad latinonoamericana”.
Otros se unen, ¿por qué América del Sur no?
La visión del historiador es menos optimista. A la pregunta de si –lejos de manipulaciones populistas- sería factible llevar a la práctica el ideario bolivariano, Keeding responde:
“Hay muchas diferencias entre las naciones de América del Sur, más que en América del Norte. Hay gente que vive a 4.000 y 5.000 metros sobre el nivel del mar, algunos viven en la selva amazónica. Y si como Bolívar se quiere hacer una Gran Colombia o una Gran Sudamérica se tiene demasiadas diferencias regionales y otra vez sucederá que una región se oponga a la otra y que quiera trabajar primero para sí mismo. Además el desconocimiento mutuo es muy grande”.
A pesar de esto, en su opinión, no es imposible lograr la unión sudamericana –como lo logró la Unión Europea-, a largo plazo. “Se necesita seguro unos cien, unos 150 años para que un vecino acepte al otro. Las diferencias en América Latina aún no están superadas”. Visto así -y de manera semejante a la diferencia entre el “primer grito” y la independencia definitiva- quizás más que impracticable, el sueño bolivariano sea probablemente uno que se soñó 300 años demasiado temprano.
Autora: Mirra Banchón
Editor: Enrique López