El dandy del fútbol
7 de junio de 2010Jogi. Así llaman a Joachim Löw desde que era un adolescente. Y el mote le queda bien; de alguna manera transmite la tranquilidad que emana de Löw, más propia de un maestro de yoga que de un jugador de fútbol.
Lo cortés no le quita lo valiente. Exabruptos emocionales no se le conocen. En el campeonato europeo de 2008, en el último juego de su grupo, subió un poco la voz en contra de Austria, cuando un árbitro lo envió a él y a otro entrenador de vuelta a su banco. Había abandonado demasiadas veces la zona prevista para los entrenadores. Pero eso fue todo.
Cuando se trata de su vida personal, Löw es bastante cerrado. Quizás por eso se sepa tan poco de Joachim, el hombre. Nació hace 50 años en la Selva Negra, está casado, hizo estudios de comercio y muy raras veces contesta preguntas que se le antojen demasiado pesonales. ¿Música preferida? La de Udo Jürgens. ¿Bebida preferida? El agua mineral. ¿Comida predilecta? La italiana, los tortellinis, el pescado. ¿Lugar predilecto para pasar las vacaciones? Italia. ¿Ropa que más le gusta llevar? La bata o salida de baño.
¿Una bata? Eso sí que llama la atención; la mayoría habría pensado que su prenda preferida era el pañuelo de seda que siempre lleva consigo cuando no hace demasiado calor. Löw siempre anda muy bien vestido. Si hay un dandy en el mundo del fútbol, ese es él.
Un jugador promedio de segunda división
Como jugador profesional, Löw no sobresalió mucho en la segunda división; participó muy poco en la primera. La mayor parte del tiempo jugó para el SC Freiburg. Cuatro veces estuvo en la preselección nacional. Como entrenador jugó en Alemania, Austria y en Turquía. Con Tirol Innsbruck ganó un título y, con el Stuttgart, la copa de la Asociación Alemana de Fútbol (DFB).
Siendo coach, fue despedido varias veces antes de que se venciera su contrato. Pero se rumorea que, como asistente del entrenador Jürgen Klinsmann, tuvo mucho más que ver con los éxitos del verano del 2006 de lo que se cree; el equipo alemán quedó en el tercer lugar del campeonato mundial celebrado en territorio germano.
Después del mundial 2006, cuando fue nombrado oficialmente entrenador de la selección alemana, Löw declaró convencido: “Creo que tenemos una generación de jugadores que puede convertirse en la generación de oro”. Efectivamente, después de un comienzo un poco abrupto, su equipo logró un segundo lugar –detrás de España– en la Eurocopa 2008 que se jugó en Austria y Suiza.
Una cuestión de dinero
Luego de que Alemania clasificara para el campeonato mundial de fútbol en Sudáfrica, el presidente del DFB, Theo Zwanziger, anunció que había prolongado el contrato de Löw, pero éste lo negó de inmediato. En un encuentro oficial a comienzos de este año quedó claro el porqué: Löw y el manager del equipo, Oliver Bierhoff, estaban exigiendo demasiado dinero. De ahí que el contrato no se firmara.
La indignación entre los amantes del fútbol en Alemania era palpable: "El buen Jogi, ¿presa de la codicia?", parecían preguntarse los fans. Meses más tarde, los titulares de la prensa alemana gritaban que Löw le había garantizado una plaza en la selección nacional a Miroslav Klose y a Lukas Podolski, jugadores cuyas destrezas todavía dejan que desear, mientras castigaba al goleador Kevin Kuranyi –expulsado previamente en octubre de 2008 por falta de disciplina– dejándolo en casa. ¿Motivos personales por delante de criterios profesionales?
Algunos le dan a Löw el beneficio de la duda, pero buena parte de los 80 millones de alemanes aficionados al fútbol ya no lo quiere tanto como antes. Lo más probable es que Jogi lo sienta y que sepa que este abismo entre la afición y él sólo puede salvarlo una cosa: un resultado decoroso en el mundial 2010. Por lo menos, un tercer lugar en la clasificación.
Autora: Sarah Faupel
Editor: Evan Romero-Castillo