El regreso del príncipe: ¿heroísmo o glorificación de la guerra?
1 de marzo de 2008A su regreso adelantado a Gran Bretaña de su misión de diez semanas en Afganistán, el príncipe Harry ha sido celebrado por la opinión pública como la recuperación de un hijo perdido.
Pero las numerosas imágenes de un príncipe sonriente detrás de la metralleta, entusiasmado con el combate, han generado críticas que enturbian el ambiente generalizado de júbilo. Esto es una guerra, no una terapia para un príncipe en búsqueda de normalidad, advierte el diario "The Guardian".
Pero el príncipe, de 23 años, no ha percibido nada de estas voces críticas, relativamente escasas. Con el pelo revuelto y vestido de camuflaje descendió hoy del avión que lo transportaba junto a sus camaradas en la base de la Fuerza Aérea en Brize Norton, al oeste de Londres. Allí acudió para recibirlo su padre, el príncipe Carlos, así como su hermano Guillermo.
“Buena publicidad para el gobierno”
En su rostro podía verse la decepción porque el Ejército decidió retirarlo antes de los previsto, tras ser difundida en los medios su presencia en Afganistán.
Un nuevo puesto en el frente es, según algunos, lo que a Harry "le encantaría hacer", pero el príncipe, subteniente del regimiento "Blues and Royals", se verá obligado a tomarse una pausa.
El Ejército, por su parte, sólo puede frotarse las manos por la buena publicidad que le ha proporcionado este asunto. "Creo que es bueno para él y creo que es bueno para la Casa Real, y con toda seguridad lo es para el Ejército", dijo el jefe del Estado Mayor Sir Richard Dannatt.
"Es bueno mostrar a la nación que los de alta alcurnia corren el mismo riesgo que los 7.800 soldados que tenemos en Afganistán y los 3.500 en Irak", añadió.
Una buena publicidad es algo que también le viene muy bien al gobierno de Londres, pues la intervención británica es vista desde hace tiempo como un problema y los consejeros continuamente advierten que el país en el Hindukush se encuentra al borde del precipicio.
The Guardian: “Legitimando la guerra”
Pero las imágenes de un príncipe que se mezcla entre los soldados "comunes y corrientes", con quien comparte el zafarrancho y que monta una moto a toda velocidad por los desolados parajes de Afganistán, minimiza también la amarga lucha contra los talibán.
"El papel del príncipe es un papel secundario en un conflicto con un futuro sombrío. Las imágenes que glorifican un príncipe guerrero no pueden responder las preguntas que vendrán después", señala el
"Guardian".
"El Ejército utiliza el 'tour' de Harry para hacer más popular la misión en Afganistán, pero la historia del príncipe desvía la atención de los problemas allí. El príncipe viene a legitimar la guerra".
Pero ahora todo eso ya forma parte del pasado para Harry. Hoy se volvió a enfrentar a estas cosas que ya conoce, así como a todo un contingente de periodistas que le esperaban. "Es bonito estar lejos de la prensa y de los periódicos y de toda esa basura que escriben", dijo el pelirrojo antes de ser retirado de Afganistán. Lo que además a agregar: "No quiero quedarme sentado en (el castillo de) Windsor. No me gusta tanto Inglaterra", un comentario notable viniendo del nieto de la reina de Inglaterra.