El regreso de Nosferatu
17 de marzo de 2012El 15 de marzo de 1922, cuando se estrenó Nosferatu en Berlín, el público del cine Primus-Palast contempló asustado una película de terror que, vista con los ojos de ahora, 90 años después, resulta hasta cómica. En cambio, las interpretaciones de los actores, la inocencia del planteamiento, la imagen del vampiro con su féretro debajo del brazo y los "efectos especiales" provocaron la carcajada de la gente que la semana pasada llenó el cine Babylon de la capital alemana.
Con motivo de su 90 aniversario, el compositor y pianista Stephan von Bothmer ha recuperado esta película muda, añadiéndole en directo música de piano y las voces de un coro y una soprano. La gira, que comenzó el viernes en Berlín, continuará por varios países del mundo, incluidos Uruguay y Colombia. En pleno fervor por The Artist, von Bothmer reivindica la película muda de Friedrich Willhem Murnau, a la que añade el valor de la música, como ya ha hecho con más de 500 películas del género.
Reivindicación del cine mudo
"Es la primera y más carismática adaptación al cine de Drácula", dice el pianista sobre la cinta. Murnau se basó -con muchas licencias- en la novela de Bram Stoker, la misma que con más lealtad filmó en 1992 Francis Ford Coppola con algunos planos idénticos a los de Nosferatu. "Tiene un lenguaje de imágenes poético y unas tomas revolucionarias de la naturaleza", agrega von Bothmer. El protagonista, el primer Drácula del cine, es el conde Orlok, un vampiro calvo y desdentado, con uñas y dedos largos, interpretado por Max Schreck. En 1922 y durante décadas causó espanto.
"Es un viaje al subconsciente, al mundo de los miedos y los deseos reprimidos", analiza Von Bothmer. Son esos sentimientos de la "sinfonía del horror" los que trata de reforzar a través de la música y las voces. "Yo no pongo música a la bofetada, sino a la emoción que sigue a la bofetada", explica su forma de trabajo von Bothmer.
En la época de las tres dimensiones y el cine por ordenador, The Artist triunfó en los últimos Oscar y ahora renace Nosferatu. ¿Por qué? "El simbolismo en las películas mudas es mucho mayor, defiende von Bothner, que ya ha puesto en música otras obras maestras del expresionismo alemán, como Metrópolis y El Gabinete del doctor Caligari.
Una historia azarosa
Nosferatu resulta quizá infantil mirada con los ojos de 2012, pero en 1922 fue un hito del terror y del cine que perduró en el tiempo. La obra responde a la estética expresionista de su tiempo, una vuelta de tuerca al romanticismo alemán del siglo XIX. En pintura, autores como Munch, Kandinski y Kirchner ejemplificaban el movimiento.
La Alemania vencida tras la Primera Guerra Mundial, despojada de su pasado glorioso y víctima de una crisis acuciante, era el caldo de cultivo ideal para que surgieran obras de estética feísta, con imágenes sugerentemente retorcidas, que se regodean en el horror.
A la leyenda de Nosferatu contribuyó una vida azarosa: Murnau perdió una disputa por los derechos de autor de la obra, por lo que en 1925 todas las cintas tuvieron que ser destruidas. Quedaron muchas versiones en bruto que permitieron, tras diversos montajes, diferentes productos finales.
El príncipe de las tinieblas, precursor de tantos y tantos vampiros, regresa para celebrar su 90 cumpleaños. Esta vez con música.
Autor: dpa / MS
Editor: José Ospina-Valencia