El rechazo de Kiev a Steinmeier es un error
13 de abril de 2022Cuando Frank-Walter Steinmeier voló a Varsovia el martes (12.4.2022), aún no se sabía de otro viaje secreto que iba a tener lugar. El presidente polaco Duda llevaba varios días barajando una visita conjunta al más alto nivel: la idea era que cinco presidentes viajaran juntos a Kiev para reunirse con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. Si todo hubiera ido según lo previsto, el grupo de cinco mandatarios estaría ahora de camino hacia Ucrania. Pero, de repente, los acontecimientos se precipitaron en Varsovia.
Cuando Steinmeier esquivó preguntas en la rueda de prensa con Duda, quedó claro que algo iba mal. Pocos minutos después, estalló la bomba: el mayor tabloide de Alemania tituló: "¡Zelenski prohíbe al presidente Steinmeier entrar en Ucrania!". Poco después, el presidente federal compareció ante las cámaras.
La presencia de Steinmeier, no deseada en Kiev
Steinmeier explicó brevemente lo ocurrido: su colega y amigo, el presidente polaco Andrzej Duda, había sugerido que ambos viajaran a Kiev junto con los presidentes de los países bálticos para "enviar y establecer una fuerte señal de solidaridad con Ucrania", dijo Steinmeier. "Estaba dispuesto a hacerlo, pero, aparentemente, este no era el deseo de Kiev", añadió el presidente alemán.
Steinmeier habló con seriedad, pero su consternación personal era evidente. Precisamente él, que se ha ocupado intensamente del tema de Ucrania durante años, debe de estar ahora preguntándose cómo es posible ver todos sus esfuerzos arruinados.
No ha habido ninguna explicación sobre los motivos de la cancelación, pero hay bastantes especulaciones al respecto. Por muy justificados que estén los motivos, esto no puede distraernos de cuán errónea es la decisión.
La frustración es una mala consejera
Sí, a corto plazo puede servir a Kiev para dar salida a la frustración y la desesperación sobre Alemania y el papel de Steinmeier en particular. Durante años, el presidente alemán cultivó estrechas relaciones con Moscú y no se tomó suficientemente en serio las advertencias sobre las amenazas rusas a Europa del Este y a Ucrania en particular. Steinmeier apoyó los gasoductos Nord Stream y participó en el veto alemán al ingreso de Ucrania en la OTAN como ministro de Asuntos Exteriores de Merkel en 2008. La lista de frustraciones de Kiev es larga y está justificada. El propio Steinmeier ha admitido recientemente sus errores.
Al parecer, el político del SPD no ha sabido distinguir bien entre su intención y las consecuencias. Visto así, a nadie le tiene que sorprender que quede en el olvido el compromiso alemán con Ucrania, así como los enormes recursos financieros de los últimos años. Sí, los políticos alemanes actuaron con ingenuidad y arrogancia. Algunos también necesitan un giro en la política exterior: más comprensión hacia el Este y menos hacia Rusia. Sin embargo, no se puede acusar a Steinmeier de malas intenciones.
Desgraciadamente, la frustración del pasado se ha multiplicado ahora por nuevos errores: el largamente esperado viaje del canciller Scholz a Kiev que no se materializó, la falta de entrega de armas y el bloqueo de sanciones. Así pues, si Scholz no quiere venir a ayudar, ¿por qué debería Zelenski recibir en la zona de guerra al jefe de Estado alemán? Está claro que el presidente de un país que lucha por su supervivencia necesita decisiones en lugar de gestos simbólicos. También está claro que no quiere hacer el papel de extra. Todas estas preocupaciones son en cierto modo comprensibles.
Efecto fatal
Sin embargo, el rechazo a Steinmeier es imprudente, políticamente desastroso y gravemente negligente con respecto al futuro. Actuar porque se tiene razón no significa que se esté haciendo lo correcto. Al declarar como no deseada la visita de Steinmeier, el Gobierno ucraniano se equivoca, porque está quemando puentes. Ahora, más que nunca, el canciller alemán no viajará a Kiev. El respeto al más alto cargo del país le prohíbe hacerlo. Así que la resaca producida por la decisión de Kiev podría ser grave, y el hecho de que los otros cuatro presidentes lleven a cabo la visita no cambia nada. Esto solo pone de manifiesto las grietas de Europa, unas grietas que nadie necesita.
El desprecio de Zelenski también pone en peligro la gran simpatía que despierta Ucrania en Alemania, simpatía que el Gobierno alemán necesita si quiere seguir siendo fuerte y estable a nivel interno para poder ayudar en el futuro. Una Alemania dividida no ayuda a nadie.
¿O sí? Hay otra persona para la que todo esto juega inesperadamente a su favor. Es el déspota de Rusia quien necesita cada día nuevo material para su maquinaria propagandística. Esta vez, por desgracia, Zelenski se lo ha suministrado.
(gg/ms)