El régimen de Irán no se puede reformar
4 de noviembre de 2022Cada día hay un nuevo funeral. Jóvenes siendo enterradas por sus familias. Pero también niños que llevan a sus madres a la tumba. Estas imágenes, difíciles de tolerar, han dominado las noticias de Irán en las últimas semanas.
La foto de la hija de cinco años de Fereshteh Ahmadi, madre de dos hijos, está dando actualmente la vuelta al mundo. Fereshteh murió asesinada a tiros por las fuerzas de seguridad. Su pequeña hija se sienta en la tumba y llora amargamente. Desgarrador. Para mí como madre, para cada madre y para cada ser humano. Así podría uno pensar.
Hasta el momento, al menos 270 iraníes, incluidos más de 30 niños, han sido golpeados hasta la muerte o baleados por salir a la calle con rabia e indignación, tras la muerte de Jina Mahsa Amini el 16 de septiembre. Asesinados por querer luchar por valores democráticos liberales. Quieren vivir esos valores y están dispuestos a pagarlo con sus vidas.
Las tumbas se convierten en lugares de protesta
Cada día se conmemora a las víctimas de las protestas en Irán. A pesar de las numerosas fuerzas de seguridad, decenas de miles de personas se reúnen en los cementerios. Lloran a Jina Mahsa, Nika, Sarina, Hananeh, Asra y Hadis, por nombrar solo a algunas de las valientes mujeres. Personas cuyas familias son presionadas o detenidas para que hagan confesiones forzadas bajo tortura y afirmen que sus hijas murieron de un paro cardíaco, un derrame cerebral o un suicidio. Todas ellas merecen ser mencionadas y honradas por su nombre.
Los cementerios, junto con las universidades, son ahora los mayores puntos de encuentro para las protestas. Con cada víctima inocente aumenta la ira, la determinación y la unidad del pueblo iraní contra la República Islámica.
Las aproximadamente 14.000 personas que, según organizaciones de derechos humanos, son maltratadas en prisiones superpobladas, como la tristemente célebre prisión de Evin, en Teherán, también deberían ser reconocidas por su nombre. Las activistas, las defensoras de los derechos de las mujeres, las músicas y las estudiantes que fueron sacadas de sus casas, de las escuelas y de las residencias estudiantiles podrían ser incluso, en algunos casos, condenadas la pena de muerte.
Las reformas no son posibles
Irónicamente en Occidente muchos líderes parecen no escuchar sus gritos. ¿O es que no quieren escucharlos? ¿Por qué Occidente sigue aferrándose a posibles escenarios de reforma cuando hace tiempo que el pueblo de Irán tiene claro que este sistema no se puede reformar?
Irán está viviendo una revolución feminista única en el mundo. Por ello es que las expectativas se centran en la política exterior feminista de Annalena Baerbock. Pero ¿cómo es posible que el canciller alemán Olaf Scholz lleve cinco semanas en silencio? Solo el 31 de octubre condenó en un tuit la "violencia desproporcionada de las fuerzas de seguridad" contra las manifestantes en Irán. ¿Y por qué Occidente sigue esperando la reanudación del acuerdo nuclear ya concluido en 2015 y rescindido en 2018? Para todos los iraníes que están arriesgando sus vidas en este momento, esto es una bofetada en la cara.
Los manifestantes no quieren reformas ni compromisos. Después de todo, ¿qué compromisos se pueden hacer con un régimen que detiene, viola, golpea hasta la muerte y dispara a las estudiantes?
Como iraní y periodista que sigue cada día las imágenes, los vídeos y la avalancha de noticias desde de Irán, hablo en nombre de todos mis compatriotas que llevan semanas saliendo a la calle cuando digo: quieren un cambio de régimen. Quieren vivir en un país libre y democrático, que no es posible con el actual régimen de Teherán.
Sin refuerzos de Occidente
No estoy pidiendo la interferencia de Occidente. O su participación en el derrocamiento de la República Islámica desde el exterior, porque eso es un asunto exclusivo del pueblo de Irán. Sin embargo, lo que pido es que ¡escuchen sus demandas! Y que no contribuyan al fortalecimiento del régimen.
Empoderar o legitimar un régimen que no se detendrá ante nada para mantenerse en el poder es irresponsable. Un régimen que ya no goza de legitimidad entre su propia población no puede ser respaldado por la sociedad internacional como interlocutor diplomático.
Es paradójico que, en el Occidente liberal, de entre todos los lugares, el miedo al cambio de régimen sea tan generalizado. Una y otra vez escucho advertencias de que una revolución en Irán provocaría inestabilidad en toda la región, que podría desencadenar una guerra civil y convertir a Irán en una segunda Siria.
Me pregunto, ¿en qué se basan estas advertencias? De todos modos, la región es cualquier cosa menos estable. Y la República Islámica y su Guardia Revolucionaria, con el apoyo de Hezbolá, está significativamente involucrada en el problema. La narrativa de una segunda Siria o una inminente guerra civil como única alternativa a la República Islámica ha servido durante años como freno de mano, tanto a nivel interno como externo.
El hecho es que, aparte del aparato de poder de las Guardias Revolucionarios y las milicias Basij, que lo darían todo por la ideología religiosa y su líder, la gran mayoría de la población está unida en la lucha contra la República Islámica de Irán en su conjunto. Esto rara vez ha sido tan claro como en las últimas seis semanas: personas de todos los grupos étnicos y minorías, kurdos, baluchíes, mujeres y hombres, viejos y jóvenes, musulmanes, personas de otras religiones y ateos, están protestando unidos en todo el país. Con y sin yihab.
Actores de la sociedad civil en prisión
A pesar de todas las represalias, Irán ha desarrollado una fuerte sociedad civil en las últimas décadas. La mayoría de los activistas, abogados, defensores de los derechos de la mujer y otras personas que podrían ofrecer una alternativa a la República Islámica, se encuentran actualmente en la prisión de Evin. Si son liberados a tiempo, podrán construir un nuevo Irán libre. Esto podría hacer que toda la región fuera más estable. Si no son liberados, se enfrentan a juicios y ejecuciones.
Desde sus inicios, la República Islámica ha cimentado su poder en la brutalidad, la represión y la violación de los derechos humanos. Y lo sigue haciendo 40 años después, ante los ojos de la comunidad internacional. ¿Por cuánto tiempo más?
(ng/ers)