El pintor Balthus: "un cuchillo, nunca sangre"
3 de septiembre de 2007A pesar de ser hijo del siglo XX –nació en París en 1908 y murió en Suiza en 2001-, Balthus dio la espalda ostentosamente a todos los ismos y movimientos revolucionarios de la pintura. Y no por falta de contactos al más alto nivel. Pablo Picasso, Salvador Dalí, Joan Miró y Alberto Giacometti se encontraban entre sus amigos. Pero, ¿entre sus maestros? Sólo los pintores figurativos del quattrocento italiano y el clasicismo francés. El suyo es un “realismo atemporal”, como él mismo lo denominó.
En Alemania desconocido
A pesar de ser hijo de un historiador de arte germano-polaco y de una pintora alemana, y de haber tenido como padrino a Rainer Maria Rilke, su obra es prácticamente desconocida en Alemania. Creció entre París, Berlín y Berna; su juventud se desenvolvió entre París, Berlín e Italia.
“Individualista, renegado, excéntrico”, así lo describe el semanario Stern añadiendo: “era un vividor, a quien le importaba un bledo lo que pensasen de él, lo que sobre él dijesen”. Las 25 pinturas y 50 dibujos que se muestran en el Museo Ludwig de Colonia dejan claro que así debió haber sido. En todo caso, según informa el semanario Der Spiegel, ni un solo cuadro suyo cuelga en un museo alemán. Éstos que se pueden ver en Colonia hasta el 4 de noviembre, corresponden al período comprendido entre 1932 y 1960. Ésta es -según la curadora Sabine Rewald del Metropolitan Museum de Nueva York- su época más representativa.
Sus historias
Los cuadros de Balthus sugieren historias sensuales, de nostalgia infantil y de amor. Sugieren, no las cuentan. Su pasión son los cuerpos infantiles, en donde las muchachitas se muestran en la frontera de lo decoroso. “Balthus convierte al observador en un voyeur”, opina el Stern. Él mismo jamás se justificó; las críticas le tuvieron siempre sin cuidado. En 1926, después de haber cumplido su servicio militar en Marruecos, su exposición de siete cuadros con motivos tradicionales en una galería parisina inició su largo historial de provocador, de tierno lascivo.
“Un cuchillo, nunca sangre”, así había descrito Albert Camus el estilo de su amigo, quien se autorretrara en 1935 como Le roi des chats, el rey de los gatos. En “Teresa, soñando”, de 1938, se ponen de manifiesto muchos de los elementos que acompañarían su obra y su, no necesariamente buena, fama. El gatito tomando leche a los pies de la muchacha es interpretado por los especialistas como el alter ego del pintor.