El peor día de Bush
29 de octubre de 2005
George Bush y su gobierno se mueven cada vez más hacia el ojo de un huracán ignorado. La diferencia está en que lo que se acerca no es una catástrofe natural sino iniciada y ejecutada por los más allegados al presidente de Estados Unidos.
El escenario principal donde se desarrollará esa pesadilla para Bush ya está definido: el Palacio de Justicia de Washington. Allí donde se destaparon todos los detalles del caso Clinton-Lewinsky. Pero lo que se está cocinando en torno a la sede estadounidense de Gobierno es inédito.
Ni siquiera en los tiempos de Watergate, se había visto algo semejante: por primera en 130 años se le entabla juicio por falso juramento a alguien del rango de Lewis "Scooter" Libby, consejero de Seguridad. "Esta es una acusación que en Estados Unidos puede causar serias devastaciones", según el fiscal Patrick Fitzgerald. Pero eso no es todo. Mucho parece indicar que Libby no será el único en el banquillo.
Observadores creen que el mismo vicepresidente de la república, Dick Cheney, no tardará en ser llamado a la corte, no sólo como testigo.
¿Y de los necesitados qué?
Todo lo anterior llega cuando la popularidad de Bush está por los suelos. Su programa social de gobierno sigue existiendo sólo sobre el papel mientras millones de desamparados en Estados Unidos esperan atención médica, social y su subsidio de jubilación. La promesa de reformar el sistema tributario sigue siendo eso, una promesa.
Por otra parte, la semana pasada la administración Bush logró sobrepasar un récord macabro: en Irak han perdido la vida más de 2.000 soldados estadounidenses desde el derrocamiento de Saddam Hussein. Amén de los 30.000 ciudadanos iraquíes que también han muerto. Pero lo último no cuenta mucho en Washington.
Algo empieza a desmoronarse
A la muerte de miles, propios o ajenos, se le agrega la demostrada incompetencia en el manejo de las recientes catástrofes naturales que le abrió los ojos a no pocos en el mundo. Y, al parecer, también a importantes sectores del propio partido republicano que ven "tambalear" la autoridad de Bush como líder. A todo lo anterior hay que sumarle el fracaso sufrido con la nominación de una abogada para la Corte Suprema que su propia bancada rechazó por "demasiado liberal".
Una fijación hecha ideología
El proceso contra Libby amenaza con convertirse en la mecha que prenda el edifico en donde se derrumbe toda la doctrina de seguridad profesada y ejecutada por la administración Bush: la ley del ataque preventivo a otros países.
Una política atemorizante que le ha traído más animosidad que amigos a los Estados Unidos. Sin mencionar que el mundo es ahora aún más inseguro que antes de las "cruzadas religiosas", tanto de la elite conservadora y católica estadounidense como la de los fundamentalistas islámicos del Cercano y Medio Oriente .
Así que lo que empezó con una infidencia a "una periodista sin tacto para las fronteras", puede tumbar esa fijación convertida en "ideología" de que en el mundo los malos son sólo los demás.