Paquete de rescate alemán despierta avaricia en la UE
5 de octubre de 2022¿Deuda común europea para afrontar una crisis sin precedentes? Es lo que decidió la Unión Europea (UE) durante la crisis del coronavirus en 2020. Alemania, que siempre había rechazado categóricamente esta opción, dio entonces un giro radical en política fiscal, bajo el mando de la canciller Angela Merkel. La magnitud de la crisis sumió a toda Europa en una drástica recesión y obligó al replanteamiento de la situación.
A través de un paquete de ayudas, el Plan de Recuperación para Europa, se fijó la distribución de un total de 750 mil millones de euros. Aún es pronto para saber si se logrará el efecto deseado, y si alguna vez se pagarán las deudas, como prometieron Merkel y compañía. La deuda conjunta, para la cual los Estados miembros con alto rendimiento sirvieron de garante, fue una excepción. Hasta este martes (4.10.2022).
Plan de rescate con deuda de Berlín
En la reunión de ministros de Finanzas en Luxemburgo, cada vez más Estados miembros y dos comisarios de la UE volvieron a pedir "solidaridad europea", es decir, más deuda a nivel de la UE. Hay miedo, incluso pánico de que la enorme crisis energética, provocada por Rusia, pueda originar un colapso de la producción industrial en Europa.
Los Gobiernos muy endeudados reconocen que, simplemente, no tienen la capacidad fiscal para aliviar a las empresas y a sus electores de la presión y de los precios desbocados. En vez de ahorrar, explorar nuevas fuentes de energía y preparar a la población para tiempos difíciles, hacen un llamado muy cómodo a Europa, es decir, a los Estados más potentes, sobre todo, a Alemania.
El relativamente inexperto ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, se los ha servido en bandeja: el jueves pasado (29.09.2022), junto con el canciller Olaf Scholz y el ministro de Economía Robert Habeck, anunció un paquete de rescate de 200.000 millones de euros para la economía alemana, nacido de la pura necesidad política nacional.
En la coalición de Gobierno de Berlín, Lindner anunció que tenía que, a pesar de haber prometido todo lo contrario, contraer más deuda para guiar a Alemania a través de la crisis energética. Esta medida despertó la codicia entre los vecinos europeos: Alemania tiene dinero para rescatar lo "Made in Germany", aunque aún se desconoce cómo funcionará, y, en cambio, podría gastarlo en la UE.
Precisamente Orban y Meloni
¿En verdad, debería ser así? ¡No! La crisis energética no se puede comparar con la crisis del coronavirus. La energética es mucho más profunda, será más costosa y ha venido para quedarse. El coronavirus ha abierto solo una brecha en la demanda y terminará en algún momento.
La carísima escasez de energía continuará, incluso cuando, ojalá, Vladimir Putin haya perdido su guerra hace mucho tiempo. Y, a diferencia de la crisis de coronavirus, ni el Estado ni Europa podrán proteger a las personas de las drásticas consecuencias de la recesión provocada por Putin, lo que costará prosperidad y nivel de vida.
Los ministros de Finanzas de la UE habían prometido coordinar las medidas de rescate y no subsidiar a su propia industria dañando a la competencia. Pero poco se ha visto de esto ante esta megacrisis, en la que todos pueden ser el próximo afectado.
El hecho de que la futura primera ministra de ultraderecha de Italia, Giorgia Meloni, y el autócrata anti-UE Viktor Orbán exijan ahora dinero europeo, es decir, alemán, es muy descarado. Italia lanzó hace mucho tiempo sus propios paquetes de rescate y ya está recaudando 200 mil millones de euros del Fondo de Recuperación. Hungría sigue comprando gas y petróleo baratos a Rusia y protesta contra las sanciones. ¡El amigo de Putin, Viktor Orbán, no se merece un solo centavo europeo en esta crisis!
La crisis económica arreciará en los próximos meses si continúa la guerra sin sentido de Rusia contra Ucrania. Además, aumentará la presión sobre el ministro de Finanzas alemán para que se replantee la situación y acepte también la deuda europea, con consecuencias desconocidas.
La UE debe responder preguntas
En primer lugar, los Gobiernos europeos deberían centrarse en comprar energía juntos y no superarse en las ofertas de los mercados desbocados. Además, deberían hacer todo lo posible para eliminar juntos los beneficios excesivos de las empresas europeas y distribuirse las ganancias. Este sería un buen planteamiento para la solidaridad europea.
Otro punto importante: los europeos deben, de una vez por todas, considerar cómo lidiar con una escasez de gas o electricidad en los mercados europeos sin fronteras. ¿Qué sucede si el país de tránsito del gas, Alemania, recibe muy poco gas para poder seguir abasteciendo a sus vecinos? Estas son preguntas concretas, que atañen a la solidaridad europea, y que los políticos deben responder ahora. No ayuda en absoluto hacer un simple llamado para que Alemania vuelva a sacar la cartera.
(rmr/rml)