El Papa, Cuba y Estados Unidos
22 de diciembre de 2014Es una de las pocas buenas noticias de este año plagado de crisis en el ámbito internacional. El propio Papa Francisco veló por dar impulso a las conversaciones entre Washington y La Habana. Con inusual apertura, el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, explicó en Radio Vaticano: “El papel del Papa Francisco fue con seguridad determinante, porque él asumió la iniciativa, escribió cartas a ambos presidentes y los invitó a superar las dificultades”.
Los esfuerzos del Papa también se basan en que “proviene de esa región y por eso conoce efectivamente la problemática”, acotó Parolin. Y eso vale también para el jefe de la diplomacia vaticana: entre 2009 y 2013, el italiano fue nuncio en Venezuela, uno de los principales aliados de Cuba.
El Vaticano vuelve a ganar así perfil como actor diplomático, sin llamar la atención, sin indiscreciones. Y lo hace en el continente del Papa.
Jaime Ortega, figura clave
Para Raúl Fornet Betancourt, el deshielo cubano-estadounidense es una sensación, aunque la labor mediadora de la Iglesia católica no le sorprende realmente. Nacido en Cuba, Fornet se desempeña como filósofo y sociólogo en Aquisgrán y Eichstätt. “Si hay una institución que goce de prestigio en Cuba, es la Iglesia católica”, dijo a DW, agregando que eso vale “también para la gente que no va a misa”. Y destacó sobre todo la figura del cardenal cubano Jaime Ortega, indicando que él está hace tiempo en conversaciones con representantes del gobierno, presiona por reformas y aboga por los disidentes.
Según cuenta Fornet, Ortega era amigo de Jorge Mario Bergoglio desde mucho antes de que fuera elegido Papa en 2013. A esa cercanía contribuye también de seguro la vital presencia de la orden de los Jesuitas en Cuba. Similar es la apreciación del prelado Bernd Klaschka, gerente de Adveniat, la obra asistencial de la Iglesia católica alemana para América Latina. Él se reunió con Ortega a mediados de noviembre en La Habana e indica que el cardenal estuvo involucrado en las conversaciones entre Cuba y Estados Unidos. Según Klaschka, Ortega goza de la confianza de las autoridades cubanas y es un honesto “mediador entre ambos mundos”. Además, tuvo una participación importante en las conversaciones de las conferencias episcopales de ambos países, que antecedieron al deshielo político.
“Solo el comienzo”
Fornet Betancourt no cuenta con resultados inmediatos y considera que este es “solo el inicio” de una difícil agenda de diálogo. “Los cubanos son especialmente sensibles en lo que respecta a su soberanía nacional”, hace notar, aunque atribuye al paso dado “una importancia realmente histórica”. En su opinión, Francisco puede convertirse en la figura gracias a la cual se supere la última reliquia de la Guerra Fría. Pero, sobre todo, ve lo que está pasando como “parte de la línea pastoral del Papa Francisco”.
El Pontífice trabaja para que la Iglesia vuelva a ser una “más cercana al pueblo” y, en este sentido, da más la impresión de ser un sabio pastor que un agudo teólogo. Como miembro de la orden de los Jesuitas, no es ajeno al intelectualismo, pero no destaca ese aspecto. Eso se puede aplicar también a la Iglesia católica cubana. Los obispos del país no son intelectuales, sino más bien “pastores que están cerca de la gente, que no tienen otro estilo de vida”, señala Fornet.
El filósofo ve incluso en la fecha en que se dio a conocer la noticia una prueba del papel mediador de la Iglesia: el 17 de diciembre es el día de San Lázaro, “uno de los santos más populares de cuba”.