El ojo, lento para el fútbol
21 de mayo de 2006Definitivamente, el ojo humano no está a la altura del deporte rey. Por muy concentrado que el arquero siga los movimientos del contrario, su sistema visual no es capaz de predecir la parábola que realiza un balón en dirección a la portería tras un tiro libre.
Si elige la acción correcta no es más que pura casualidad, puesto que tampoco la experiencia puede suplir esta deficiencia visual, dice Cathy Craig, la directora del equipo de la Queen´s University de Belfast que ha llevado a cabo el experimento.
Profesionales puestos a prueba
Once futbolistas de campo y nueve porteros, todos ellos procedentes de equipos europeos de primera línea como el Milán, el Olympique de Marseille, el Bayer Leverkusen y el Schalke 04, hicieron la prueba.
Con la ayuda de un programa de ordenador y de unas gafas especiales, cada uno de los futbolistas fue sometido a unos 500 tiros libres virtuales. En la simulación, el futbolista se encontraba visualmente bajo los palos, en el centro de la portería.
El balón desparecía de la pantalla a una distancia de entre 10 y 12 metros del arco y entonces el futbolista tenía que adivinar si la pelota acabaría o no en el fondo de la red.
El resultado del experimento demostró que los futbolistas no podían predecir la dirección en la que volaba el esférico y así, en la mayoría de los casos, estimaban erróneamente las posibilidades que tenía el tiro de convertirse efectivamente en gol.
El balón gira sobre sí mismo
Los científicos norirlandeses descubrieron también que en todos los casos, cuando el balón antes de desaparecer de la pantalla estaba posicionado de frente a la portería, los futbolistas concluían que el tiro sería un tanto certero, aunque en muchos casos no fuera así.
Al contrario, si la pelota estaba ladeada, los profesionales apostaban por que pasaría de largo sin poner en grandes dificultades al portero, fallando igualmente en sus estimaciones.
El problema reside en el movimiento giratorio del balón, que modifica la dirección del mismo y que resulta incalculable para el ojo humano. Nuestra vista es demasiado lenta.
A partir de una velocidad determinada, el ojo humano no puede adivinar la trayectoria de una pelota que no sólo vuela, sino que además gira sobre sí misma, y esa velocidad de rotación es alcanzada en la mayor parte de los casos cuando un futbolista profesional golpea el esférico, sobre todo partiendo de en una situación estática como es un tiro libre.
Teniendo esto en cuenta, queridos fans, en el próximo Mundial habrá que ser más comprensivos con los pobres guardametas, cargados con una tremenda responsabilidad que solventar haciendo uso de una maquinaria mundana y tecnológicamente inadecuada.