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El mundo habla de las caravanas; en casa, ignoran las causas

Enrique Anarte
6 de noviembre de 2018

Honduras y El Salvador siguen sin dar respuesta a los factores que motivan la migración pese al protagonismo mediático de las caravanas de migrantes hacia EE. UU.

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Mexiko Flüchtlingskarawane zur US Grenze - Glenda Escobar
Imagen: Reuters/U. Marcelino

Varios miles de personas caminan rumbo al Norte en busca de una vida mejor y el mundo entero sigue con atención sus pasos. Pocas veces gozarán hondureños, salvadoreños o guatemaltecos de tanta atención internacional. Desde luego, no en sus países. Pese a las amenazas, pese a los obstáculos del camino, ellos y ellas siguen su paso. Quizás sencillamente porque no hay Ítaca a la que regresar. Porque es peor que cualquier demonio del camino.

Miles de integrantes de las caravanas de ciudadanos centroamericanos han llegado ya a la capital de México. Su objetivo es alcanzar Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, ha aprovechado la campaña electoral de las elecciones intermedias para repetir amenazas de diversa índole y lanzar ataques verbales contra un flujo de personas que trae, en sus palabras, "mala gente”.

Mientras el mundo sigue pendiente de las aventuras y desventuras de las caravanas de migrantes, los problemas en sus países de origen se mantienen. Los expertos no se cansan de enumerar una y otra vez las causas que están detrás de la emigración desde países centroamericanos, fenómeno migratorio que, aunque ahora cope los titulares, dista de ser nuevo. La pobreza, la desigualdad y la violencia son las causas estructurales más evidentes, explica a DW César Castillo, del hondureño Observatorio de Migraciones Internacionales. Pero hay más.

"La corrupción y la impunidad asociada a esta favorecen la inestabilidad”, subraya este investigador de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Junto a ello, agrega, la inestabilidad política que rige en este país es otro factor que impulsa el éxodo: a su juicio, el país sigue dividido desde el golpe de Estado de 2009, algo que se exacerbó a partir de las denuncias de fraude en las elecciones generales del año pasado.

En términos muy similares se pronuncia el experto en migración Mauro Verzeletti, del Centro Pastoral del Migrante en San Salvador.  El religioso señala la pobreza y la violencia como el origen central de la emigración desde el país en el que reside, pero apunta también a la responsabilidad estadounidense a través de los acuerdos comerciales implementados en la región. A su juicio, estas políticas han contribuido a empeorar la situación de la población local y a hacerla más vulnerable al sempiterno problema de la violencia, en una zona marcada mortalmente por el protagonismo de las maras: "La gente se ve forzada a migrar para salir de las estructuras del narcotráfico y del crimen organizado”.

Honduras responde a Trump, pero no a las causas del problema

Sin embargo, la atención internacional no parece haber despertado la conciencia de los Gobiernos de estos países, al menos en lo que a las causas de esta migración de salida se refiere.

El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, se apresuró a responder a las sugerencias del mandatario estadounidense sobre que países como Honduras o el Salvador "probablemente roban las ayudas” que EE. UU. destina a la región. Tegucigalpa, junto con Ciudad de Guatemala, adujo que son las agencias registradas las que administran este dinero. Por lo demás, la polémica internacional en torno a la caravana aparentemente no ha despertado más reflexión interna en el Ejecutivo que la de amenazar con las sanciones más duras a los supuestos incitadores de tales movimientos.

"El Gobierno de Honduras tendría que hacer un esfuerzo para que se mejoren las condiciones de vida de sus compatriotas en su país, porque esto haría que dejaran de tener la necesidad de migrar”, razona el investigador Castillo. Junto con ello, añade el experto, también "deberían liderar una iniciativa diplomática con el objetivo de minimizar el discurso xenofóbico de Washington contra los migrantes”. La mayoría de los integrantes de las caravanas son ciudadanos hondureños.

Castillo insiste en que se han llevado a cabo ciertas acciones para mejorar la situación, pero que para ser útiles estas tienen que ser más que respuestas coyunturales. "Lo importante es que se sienten a analizar el modelo de desarrollo del país”. De lo contrario, cree, esas medidas no serán más que "paliativos”.

DW intentó ponerse en contacto con varias portavocías del Gobierno hondureño para tratar de recabar su versión, pero en el momento de publicación de este artículo no habían querido responder aún a las preguntas.

¿El Salvador no tiene nada que decir?

Tampoco en el país vecino se han observado una reacción que refleje una preocupación por estas causas estructurales de la migración. El sacerdote Verzeletti critica la ausencia de un posicionamiento contundente por parte del Ejecutivo salvadoreño en defensa de los derechos humanos de sus connacionales. Además, pide un "plan estratégico multilateral de políticas migratorias” que permita que estas personas puedan acceder a la protección internacional que en su opinión merecen.

DW trató igualmente de recoger la postura de los portavoces gubernamentales, pero nuevamente sin éxito.

Verzeletti no entiende que desde el Gobierno no haya habido una respuesta más firme a los abusos verbales de Trump frente a una caravana integrada por trabajadores, estudiantes, menores, mujeres embarazadas: "El lenguaje que está usando no es el propio de un mandatario, sino de una persona que fomenta el odio, la violencia y la discriminación. Las personas migrantes no ameritan eso”. Y critica sobre todo la criminalización de los movimientos migratorios: "¿Una criatura que está en el vientre de su madre es un delincuente?”.

(CP)

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