"El multilateralismo no es una opción, es una obligación"
17 de septiembre de 2018La exministra de Relaciones Exteriores de Ecuador, María Fernanda Espinosa Garcés, preside la Asamblea General de la ONU en su 73 período de sesiones desde principios de septiembre. Espinosa Garcés es la primera mujer de América Latina y la cuarta mujer en la historia de las Naciones Unidas en ocupar este cargo durante un año.
Deutsche Welle: Señora Espinosa Garcés, ¿cuáles son los objetivos de su presidencia?
Maria Fernanda Espinosa Garcés: Realmente, el tema de esta sesión precisamente es construir unas Naciones Unidas que sean más relevantes para todas las personas, es decir, traer la organización más cerca a la gente y a la gente más cerca de la organización. Las Naciones Unidas hacen un trabajo formidable, a veces no suficiente, pero hacen muchas cosas que la opinión pública, y la gente común y corriente, a veces no comprenden. ¿Por qué? Porque hablamos un lenguaje autorreferencial, lleno de acrónimos. Es necesario que traduzcamos ese trabajo para que tenga significado para la gente común, y para que se sepa que esta organización está diseñada y hecha para resolver los problemas que tiene la humanidad. Para una acción colectiva que pueda enfrentar los desafíos globales.
¿Qué autocriticaría usted, ahora que va a tomar posesión de esta asamblea? ¿Qué necesita Naciones Unidas reparar para que ese entendimiento por parte del público sea mejor?
Yo diría que hay un proceso de reforma que está en marcha. Uno de los retos que tenemos es poner en práctica esa reforma. Es una reforma que comprende una nueva arquitectura en la institucionalidad de paz y seguridad, una nueva arquitectura en el sistema de desarrollo para cumplir mejor la Agenda 2030 y los objetivos de desarrollo sostenible. Temas como la migración y el refugio van a tener también un rol importante. Los temas de igualdad de género van a ser unos de los temas transversales. Este año trabajaremos mucho en el tema de empleo decente, acceso al empleo. Yo creo que es uno de los grandes retos que tienen las sociedades contemporáneas.
Vamos a ver un gran número de líderes durante las próximas semanas y muchos temas candentes, geopolíticamente hablando. ¿Cuáles cree usted que son los asuntos más importantes a tratar?
Yo diría que esperamos tener una concurrencia, realmente, de récord mundial. Entiendo que vendrán más de 130 Presidentes y jefes de Estado, cientos de Ministros en el área de salud y ministros de Relaciones Exteriores. Es fundamental que, cuando se encuentren los líderes mundiales, exista un espíritu de cooperación, de diálogo constructivo, de propuestas para el futuro. Pensamos que los grandes temas que ocuparán la asamblea son: primero, dos eventos de alto nivel sobre tuberculosis y sobre enfermedades no transmisibles, a los que acudirán muchos ministros de salud. Tendremos la Cumbre de Paz, conmemorando a Nelson Mandela. Allí habrá muchos jefes de Estado presentes. También un evento de altísimo nivel con jefes de Estado sobre no proliferación de armas nucleares. Y más de 400 eventos a nivel ministerial y de jefes de Estado sobre temas tan variados, como la migración, los refugiados, el cambio climático. Es decir, las Naciones Unidas se convertiran en un laboratorio de la política mundial, con miles de jefes de Estado y de Gobierno presentes.
Con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dando ese mensaje proteccionista y nacionalista, ¿cómo podemos intentar aunar lo que representa esta institución con un gobierno que intenta reducir su presupuesto para la misma?
Estoy convencida de que el multilateralismo no es una opción, es una obligación. Cuando hablamos de problemas de carácter mundial y de trascendencia mundial, es la única forma es generar acción colectiva y liderazgo global. El desarme mundial no va a ocurrir si no hay un acuerdo entre los líderes del mundo, entre las potencias nucleares. El combate, por ejemplo, al flagelo del sida, no va a ser posible si no hay un trabajo de cooperación, una acción colectiva. Lo mismo ocurre con el cambio climático, con los flujos migratorios y con el pacto global de las migraciones. Creo que es justo y comprensible que cada país tenga posiciones distintas, que ponga por delante sus posiciones, a veces, divergentes. Esta asamblea es el parlamento de la humanidad, es el lugar donde se toman decisiones. Vemos que cada país se sienta en sillones similares, tiene el mismo micrófono para hablar y el mismo botón para votar. Así que este es el escenario más democrático del planeta, y esperamos que incluso las diferencias puedan ser procesadas de manera armónica, utilizando el diálogo respetuoso e incluso la solidaridad.
Usted es la primera mujer de América Latina que preside la Asamblea General de la ONU. Dos son los países que en estos momentos están ocupando la atención en ese continente: Venezuela y Nicaragua. Estamos hablando de una crisis migratoria y de una crisis humanitaria. ¿Qué puede hacer usted desde este organismo para intentar solucionar esos problemas?
Realmente, ser la primera mujer latinoamericana y del Caribe en presidir la Asamblea es un verdadero privilegio. Es un honor de verdad. Pero, también es una enorme responsabilidad. Hay muchas expectativas. De a ratos pienso que se espera que yo construya la paz mundial en 72 horas, resuelva el cambio climático en un mes, y demás. Pero digamos que aquí asumimos todo el compromiso. Yo tomé la decisión, incluso, de renunciar a mi condición de ministra de Relaciones Exteriores para dedicarme 24 horas al día, siete días a la semana, a la organización, a la Asamblea General de la ONU. Hay que señalar que la agenda de la Asamblea General es construida por los Estados miembros. Serán los Estados miembros los que determinen cuáles son las prioridades. De todas maneras, tenemos ya un plan armado. Ese plan se arma con los más de 40 mandatos que tiene la asamblea y que han sido acordados por sus Estados miembros y estaremos atentos siempre a las dificultades que ocurran, no solamente en América Latina, sino en los 193 Estados, garantizando que la población reciba lo que requiere y trabajar por los grandes principios de la carta de las Naciones Unidas y sus tres pilares, que son el desarrollo, la paz y los derechos humanos. Tendremos el lente puesto en todos los países del mundo y en los países de nuestra región de América Latina y del Caribe, por supuesto.
Autor: José Luis De Haro (CP)
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