El Mar Negro se está muriendo por falta de oxígeno
25 de octubre de 2018Los investigadores se topan una y otra vez en el Mar Negro con hallazgos espectaculares: los restos de naufragios y piezas de asentamientos de la Edad de Bronce. Recientemente, arqueólogos submarinos encontraron, frente a las costas de Bulgaria, a 2.000 metros de profundidad, un barco mercante griego que naufragó hace más de 2.400 años, y que tal vez sea la embarcación intacta más antigua del mundo. Esos hallazgos están en excelente estado de conservación y son un tesoro de datos arqueológicos acerca de las antiguas construcciones navieras y rutas comerciales. El Mar Negro, con una superficie de cerca de 436.400 kilómetros, es tan grande como Marruecos o Suecia, y fue durante siglos una importante ruta comercial para los griegos, los romanos y también para los bizantinos y los otomanos.
Condiciones ideales de conservación
Algunos de esos barcos comerciales, sin embargo, no llegaban a destino, como demuestra la gran cantidad de restos de naufragios, detectados por cámaras a control remoto y encontrados en el fondo del Mar Negro, a 2.212 metros de profundidad. Allí reina una completa oscuridad y no hay oxígeno. Es decir, que ese ambiente anóxico permite que el material orgánico, como el de las embarcaciones antiguas, se conserven durante miles de años. Dado que las aguas de la superficie son pobres en sal, cubren como un manto las aguas salobres más profundas, por lo cual no se produce un intercambio de oxígeno. Los organismos que necesitan oxígeno no pueden vivir en el fondo del Mar Negro, y lo que es un motivo de alegría para los arqueólogos, es una amenaza para el espacio vital de los organismos acuáticos, temen los biólogos marinos.
Apenas hay movimiento en el Mar Negro
Responsables de esa disminución de la vida submarina en el Mar Negro son las sustancias provenientes de los desechos agrícolas, como el nitrógeno y el fósforo, así como la estratificación inusualmente estable de las aguas. El Mar Negro está conectado con el Mar Mediterráneo solo por el Estrecho del Bósforo, a través del cual llega muy poca agua fresca salobre al mar interior.
En lugar de eso, grandes cantidades de agua dulce fluyen hacia él, como, por ejemplo, el agua del río Danubio. Como el agua dulce, rica en oxígeno, flota en la superficie, el agua densa salobre se dirige hacia las profundidades. Tampoco hay suficiente viento, olas o temperaturas frías en la superficie que puedan provocar que ambos tipos de agua se mezclen. Con excepción de muy pocas especies que se adecuaron al agua salada, la mayoría de los organismos vivía en las aguas superficiales. Esa zona llegaba en 1955 hasta una profundidad de 140 metros, y hoy, la zona de la muerte ya comienza a los 90 metros.
Cambio climático produce falta de oxígeno en los océanos
Como consecuencia del avance del cambio climático, en todo el mundo aumenta las temperaturas de los mares y los océanos. Cuanto más cálida es el agua, menos oxígeno puede absorber. Al mismo tiempo, los organismos acuáticos precisan en esas aguas más cálidas más energía y oxígeno para sobrevivir, moverse, alimentarse y reproducirse. Por eso, muchas especies tratan de abandonar su hábitat natural, especialmente en las profundidades. Es así como los ecosistemas sufren cambios radicales, y la diversidad de especies se reduce a pasos acelerados. En los océanos abiertos, las zonas libres de oxígeno se cuadruplicaron en 2017, y en las áreas cercanas a las costas incluso son diez veces más grandes que antes, según un informe de la Red Global de Oxígeno Oceánico, el grupo GO2NE, por sus siglas en inglés, publicado a principios de 2018 en la revista "Science”. Y también en el Mar Negro, el espacio vital disponible para los habitantes de las profundidades disminuyó en más de un 40 por ciento en solo 60 años. Si bien los arqueólogos seguirán encontrando tesoros hundidos en el Mar Negro, los biólogos marinos detectarán cada vez menos organismos vivos en sus aguas.
(CP/ERS)
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