El Kremlin consolida la separación de Ucrania
31 de octubre de 2014Rusia será el único país importante en reconocer las elecciones separatistas en Donetsk y Lugansk este próximo 2 de noviembre. Sin embargo, Moscú quiere más que simplemente otorgar legitimidad a la composición política surgida de los comicios.
Se espera que Rusia tome el suministro a estas regiones disidentes, sacudidas por la guerra, y que ayude a la población, atribulada por la violencia, a pasar el invierno. Hacer esto es correcto desde el punto de vista humanitario. No obstante, no se nos puede olvidar que la política de Rusia, es la principal causante del belicismo en esas regiones.
Un nuevo “conflicto frío”
Con las elecciones en las “autoproclamadas” repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, los separatistas quieren asegurar su poder. La emancipación de Kiev debe ofrecer margen de negociación frente al Gobierno ucraniano y también frente a la UE y a los Estados Unidos. Como resultado, surgirá en el este de Ucrania un nuevo “conflicto frio” conducido por Moscú. En la era postsoviética han existido ya varios: desde hace cerca de un cuarto de siglo han existido avances separatistas en Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno Karabaj.
Para la política rusa, estos escenarios son muy familiares y, después de todo, muy bienvenidas. A través de estas estructuras informales, es posible dirigir un sinnúmero de megociaciones diplomáticas en concordancia con los intereses rusos.
Y aún más: los conflictos territoriales no resueltos desestabilizan a los países afectados con el separatismo. Con la política de “castigar y premiar” puede Moscú influenciar cambios sociales y manipular así políticas internas.
La impotencia en Kiev
El Gobierno ucraniano no tiene con qué contrarrestar la agresiva política rusa: Kiev cedió Crimea sin oponer resistencia, a principios de este año. El intento ucraniano de evitar por la vía armada la separación de Donetsk y Lugansk fracasó después varias derrotas militares. En el acuerdo de alto al fuego de Minsk, el presidente Poroshenko tuvo que reconocer el nuevo statu quo en el oriente de Ucrania.
No sólo la debilidad militar lo obligó a aceptar, sino también los factores políticos y económicos que están en juego. El Kremlin y el oriente de Ucrania son sólo unos de los problemas que tiene el Gobierno ucraniano.
Protección en vez de cooperación
Al igual que Ucrania, ni Estados Unidos ni la UE reconocerán las elecciones de las “autoproclamadas” repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Sin embargo, la situación in situ la deben de aceptar en los hechos.
La crisis en Ucrania y la política rusas han iniciado un nuevo capítulo en política de seguridad en Europa. En vez de cooperación con Rusia, vuelve la actitud defensiva. Esto llevará a un rearme defensivo de los países miembros de la OTAN. Las fuerzas militares rusas que sin anuncio vuelan sobre el mar del Norte y el mar Báltico refuerzan las opiniones de lo importante que es invertir en defensa. Puede ser el inicio de una nueva carrera armamentista.
En vez de confianza, reina la desconfianza. En vez de cooperación entre Europa y Rusia, empezará un mutuo intecambio de sanciones: ya sea en el ámbito comercial o económico; en la navegación espacial o asuntos de política exterior, se espera que los contactos se reduzcan.
Al final de cuentas, lo importante es evitar que se produzca una nueva Guerra Fría. Pero persiste el peligro de que la política rusa en Ucrania -como en Alemania al comienzo de la (primera) Guerra Fría– impulse una nueva confrontación entre este y oeste. Cada día que pasa, se vuelve más difícil evitarlo.