El futuro de la memoria
28 de septiembre de 2017En medio del proceso de paz que vive Colombia, en la sede de Bogotá del Goethe Institut nació la idea de abordar la pregunta sobre la memoria, el olvido y el futuro a través de un diálogo interdisciplinario. No sólo allí, sino también en otros países que han tenido una historia de represión, violencia sociopolítica y dictadura.
Así surgió el proyecto regional "El futuro de la memoria”, propuesto y coordinado por la sede Bogotá, al que se sumaron otro seis institutos de Sudamérica: Sao Paulo, Río de Janeiro, Montevideo, Lima, Santiago y Buenos Aires.
"La idea es generar un espacio de discusión entre los artistas latinoamericanos y ver qué está pasando en relación con la pregunta por la memoria y el olvido, y cómo los artistas, desde un enfoque estético-político, pueden brindarnos otra mirada y poner esta discusión en otro escenario, que no sea el que ya existe de los lugares de memoria y las organizaciones de derechos humanos”, explica Úrsula Mendoza, del Instituto Goethe de Bogotá y coordinadora del proyecto.
En cada sede se están generando procesos de diálogo y reflexión en torno a estos temas, que se expresan en diversos espacios y soportes creativos, como teatro, performance, fotografía o video, entre otros. La relación entre memoria y espacio público, a través de una aplicación para celulares que propone un recorrido por la ciudad, o el registro de la lucha de comunidades obligadas a desaparecer, son algunas de las propuestas.
Territorio amenazado
Artistas, investigadores, miembros de organizaciones sociales y la misma comunidad participan en forma colaborativa. "Es un diálogo interdisciplinario. Tenemos artistas trabajando con un lugar de memoria, como la ex ESMA (centro de detención y tortura) en Buenos Aires, y también artistas, pensadores y comunidades indígenas guaraníes y habitantes del barrio de Cracolandia, en Sao Paulo, trabajando juntos”, relata Úrsula Mendoza.
Desde el terreno de la estética se proponen nuevas narrativas. "Es un espacio de experimentación muy fructífero, que actualiza la pregunta sobre quién está desapareciendo hoy, no sólo las personas, sino también las condiciones para una vida digna, o los territorios rurales o indígenas”, sostiene.
En Río de Janeiro, la acción se realiza en un sector que fue desalojado para los juegos olímpicos, donde 20 familias decidieron quedarse. "Ellos tienen un proceso de resistencia muy largo, de mucha violencia de la policía. Esas familias quieren hacer visible su existencia. Tienen un archivo sobre todo lo que han vivido y trabajamos con herramientas para visualizarlo”, explica Úrsula Mendoza.
Reconstruir el tejido social
"La historia del conflicto colombiano es una historia larga, que ha pasado por varias generaciones. Hay personas que nacieron en la guerra y no conocen el país de otra manera, sin la sensación de inseguridad e intimidación constante, sobre todo en las regiones rurales”, dice Óscar Moreno, artista colombiano.
"Las décadas de conflicto han resquebrajado el tejido social y la comunicación sensible entre las personas. Nos hemos acostumbrado a estar más divididos que unidos. En ese escenario, las manifestaciones artísticas y culturales son fundamentales como base para la reconstrucción del tejido social en términos de sanar y volver a juntar -desde lo emocional, los afectos, los imaginarios- lo que la guerra separó”, agrega.
A partir de la escucha sensible del relato de una víctima de la violencia, se propuso una acción estética. Esto incluye un dispositivo de escucha en una casa desmonatble, que va a itinerar por diferentes ciudades, donde se generarán espacios para compartir, como en un programa radial, las vivencias de las comunidades.
"En un país como Colombia, conversar tiene un gran valor y permite regenerar ese tejido social -sostiene Moreno-. La pregunta por la memoria es necesariamente la posibilidad de construir un país con futuro”.
Archivos: patrimonio cultural
En Argentina, un grupo de artistas desarrolla diferentes líneas de acción en torno a la historia del futuro. El eje conductor es el trabajo con archivos, ya sea con la relectura de cartas de prisioneros políticos y exiliados durante la dictadura o la intervención de imágenes de documentos de procesos judiciales.
Se trata de "representar desde lo artístico y entender que el archivo visual y documental de una organización de Derechos Humanos no es solamente un patrimonio jurídico sino que es un patrimonio cultural que permite elaborar una narrativa”, sostiene el fotógrafo Marcelo Brodsky, quien realiza una de las cuatro acciones del proyecto en Argentina.
El artista trabaja con el archivo textual y visual del CELS, organización de defensa de los Derechos Humanos de ese país, el cual Brodsky fotografía e interviene en algunos casos. "Estos archivos son una fuente narrativa, particularmente en su aspecto visual. Las nuevas generaciones no entienden la historia si no ven imágenes. Ésta es una forma alternativa de contar la historia, pues la imagen tiene una lectura polisémica”, indica Brodsky.
El proyecto de las siete sedes del Goethe Institut en la región contempla un amplio programa de actividades en cada país. El proceso dura dos años y culminará con un encuentro en Cali, Colombia, el 2018.