"El hambre, un arma de destrucción masiva"
31 de enero de 2004La reunión sirvió para el lanzamiento de una iniciativa de alianza mundial de lucha contra el hambre y la pobreza propuesta por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula de Silva. Los presidentes de Chile, Ricardo Lagos, y de Francia, Jacques Chirac, así como el secretario general de la ONU, Kofi Annan, respaldaron con entusiasmo la creación de un fondo mundial propuesto por Brasil para la lucha contra el hambre y la pobreza. Coincidieron asimismo en la necesidad de reformar los organismos que canalizan la ayuda humanitaria y al desarrollo, a los que cuestionaron por no actuar con coherencia y en algunos casos ser deficientes en las tareas que les corresponde cumplir.
La esfera internacional
Según el presidente chileno, a pesar de su "gran capacidad de gestión", los organismos globales se han mostrado incapaces de "'encontrar soluciones a problemas concretos". Según Chirac, "la ayuda internacional está muy dispersa" y los organismos que trabajan en esa área deben realizar un mayor esfuerzo de coordinación. "Necesitamos más coherencia", exigió Chirac, tras expresar su convencimiento de que esta reorganización forma parte de la futura reforma de las Naciones Unidas impulsada por su secretario general, Kofi Annan.
Sobre los mecanismos de financiación del futuro fondo, Chirac dijo que todas las posibilidades están abiertas, incluida la que podría establecer un impuesto a la venta de armas, y reconoció incluso someter la venta de armas francesas a este régimen.
Por su parte, Lagos comentó que el proceso de globalización actual ha mostrado su déficit social, "frente al cual aún no hay respuestas creíbles". Según el mandatario chileno, hay dos estrategias que involucran un "esfuerzo interno" de los propios países que deben ser capaces de utilizar sus recursos nacionales de manera eficiente y transparente. La segunda estrategia planteada por Lagos consiste en buscar la manera de obtener recursos para la lucha contra el hambre a partir de la gran riqueza que genera la globalización de la economía.
El agro, un clásico
Lula reiteró uno triste clásico en el debate del desarrollo y la globalización al referirse a las subvenciones a la agricultura. "Ttenemos divergencia de opinión, probablemente la única", dijo al mandatario francés Chirac, cuyo país se beneficia en gran medida de la subvenciones y el proteccionismo de la Unión Europea, precisamente en detrimento de países pobres.
Sin embargo, Chirac afirmó que "no son las subvenciones de los países ricos las que plantean un problema para el desarrollo, sino que serían más bien los subsidios agrícolas de cierto numero de países emergentes que los necesitan -para desarrollar su economía- y que no pongo en tela de juicio". Según Chirac"el 80 por ciento de personas que sufren de malnutrición y de hambre en el mundo viven en zonas rurales" y estacó que se trata sobre todo de personas que viven en Africa y Asia meridional, aunque también en otras partes de Asia, de Europa central y oriental y de Latinoamérica.
En ese sentido, constató la "necesidad de acelerar las políticas de apoyo al desarrollo rural y particularmente en Africa y en Asia meridional".
Trabajo pendiente
Lula, para quien el hambre es un "arma de destrucción masiva", considera primordial que se escuche la voz de los millones que no la tienen, por no estar representados por los partidos políticos, ni por los sindicatos, así como por residir muchas veces en zonas rurales aisladas o en la periferia de las ciudades. El ex sindicalista se pone como ejemplo a seguir y manifestó que Brasil cumplirá por su propio esfuerzo la meta que se ha fijado en la lucha contra el hambre.
Entre las tareas pendientes, tal vez por ser las más delicadas a nivel político, queda la propuesta de la financiación proveniente de un gravamen a las transacciones de material bélico, así como una propuesta británica que permitiría duplicar el monto de la ayuda pública al desarrollo, actualmente en US$ 50.000 millones, hasta US$ 100.000 millones anuales. Según numerosos expertos, esto sería posible mediante créditos blandos de los mercados internacionales de capital que se devolverían en 30 años.