El hambre agrava la situación humanitaria en Siria
11 de marzo de 2021Una catástrofe dentro de otra catástrofe: desde hace una década, Siria se hunde en una espiral descendente de violencia y conflicto. Durante años, millones de personas han carecido de las necesidades más básicas. Ahora, además de la guerra, hay hambruna: más de la mitad de la población, más de 12 millones de personas, no tienen acceso regular a alimentos suficientes. Solo el año pasado, más de cuatro millones de personas sufrieron hambre.
Esas fueron cifras provistas por el coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas, Mark Lowcock, a finales de febrero, casi exactamente a 9.000 kilómetros de la miseria de Siria: ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en Nueva York. El británico contaba con datos aún más sombríos en su equipaje diplomático: más de medio millón de niños sufren desnutrición crónica. A base de una conversación telefónica con un médico de un hospital infantil, Lowcock informó que la mitad de las camas estaban ocupadas por niños desnutridos. Los padres comían menos, dijjo, para que les quedara más para sus hijos. Por necesidad, enviaban a los niños a trabajar en lugar de enviarlos a la escuela.
El dramático empeoramiento de la situación se explica brevemente: a la guerra se sumó una enorme crisis económica. La libra siria ha perdido un 78% de su valor en 12 meses. Los precios de los alimentos se han más que triplicado.
Los productos básicos sólo pueden adquirirse a precios que llevan a la gente "al borde de la pobreza", afirma Heiko Wimmen, del grupo de expertos Crisis Group, en entrevista con DW. Y en un país que antes se consideraba el granero de Oriente Medio, las panaderías son cada vez más incapaces de suministrar pan subvencionado, explica. "La gente hace cola durante horas para conseguirlo", dice Wimmen en una llamada telefónica desde Beirut, en el vecino Líbano. Añadiendo: "¡Hay escasez de gasolina, de electricidad, de todo!"
La ayuda humanitaria como arma
Las ayudas provienen, entre otras, de la ONG alemana Welthungerhilfe. Sin embargo, actualmente solo funciona en el noroeste de Siria, controlado por los rebeldes islamistas. La organización quiere ayudar también en el resto de Siria. "Queríamos registrarnos también en la zona del régimen", dijo a DW Konstantin Witschel, coordinador de Welthungerhilfe en Siria. El intento fracasó. "El régimen nos impuso condiciones que son inaceptables para nosotros como organización humanitaria independiente y neutral. Deberíamos detener la ayuda en el noroeste del país. En estos momentos estamos proporcionando a medio millón de personas alimentos, paquetes de higiene, agua potable, entre otros. No podemos abandonarlos".
La triste conclusión de Witschel: "La ayuda humanitaria se ha utilizado como arma en Siria durante años. En parte, para mantener contentos a los secuaces. Pero también para castigar a los grupos algo alejados del régimen".
Hay informes de Alepo, por ejemplo, de que los fondos de la ONU no están llegando a los distritos más destruidos, que antes eran administrados por la oposición. En cambio, la ayuda se destina a zonas cuyos residentes se consideran leales al régimen.
Además, casi uno de cada dos sirios es un refugiado. Más de cinco millones, en el extranjero, y la mayoría en países vecinos. En la propia Siria hay seis millones y medio de refugiados internos. Según un análisis publicado el 8.03.2021 por la organización de ayuda independiente Norwegian Refugee Council (NRC), más de dos tercios de ellos llevan más de cinco años huyendo.
Solo en 2020, casi dos millones de personas fueron desplazadas de nuevo, escriben los autores del NRC. Y cada vez más, la causa no son combates, sino las dificultades económicas. "Cuanto más tiempo permanezca esta crisis sin resolver, más esperamos que las dificultades económicas se conviertan en el principal motor de nuevos desplazamientos", advirtió el Secretario General del NRC, Jan Egeland.
Muchas razones para el colapso
Hay muchas razones para el colapso de la economía: en primer lugar, los diez años de guerra y la destrucción de la infraestructura. Hay mala gestión y corrupción. El año pasado se produjo el colapso del sistema bancario y de la economía del vecino Líbano, que era la ventana más importante para la economía siria. Y el lugar donde la clase media depositaba sus ahorros. Los expertos afirman que una quinta parte de los activos bancarios del Líbano pertenecían a sirios. Dinero que ahora falta.
Y luego están las sanciones. Siria figura desde hace tiempo en la lista de sanciones de Estados Unidos, y desde hace diez años la UE también ha impuesto sanciones al país. A mediados de junio de 2020, el gobierno estadounidense de Donald Trump se sumó a la lista con las llamadas sanciones César. Estos toman su nombre del seudónimo de un fotógrafo militar sirio que logró enviar más de 50.000 fotos al extranjero documentando los crímenes cometidos por el régimen de Assad.
Las consecuencias de la guerra la pagan los sirios
En los últimos diez años, Assad ha conseguido defender su régimen. Pero ahora solo gobierna un Estado en ruinas, que no puede estabilizar. Políticamente todo está estancado en este momento. Eso quedó claro, a más tardar, a principios de año. El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, frustrado por el curso de las negociaciones que moderaba en Ginebra, declaró que era inútil seguir así.
El precio de la falta de un avance político lo está pagando el pueblo sirio, lamentó recientemente el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer. Y advirtió: "Los sirios no pueden permitirse otro año como éste, y mucho menos otros diez".
(gg/cp)