El genocidio olvidado del pueblo gitano en Europa
30 de julio de 2021"Querida Banetla, debo informarte que mis dos hijos menores han muerto". Su carta, dirigida a su hermana, sale de contrabando del llamado "campo de gitanos" de Auschwitz-Birkenau en 1943. Margarete Bamberger se encuentra allí con su marido Willi y sus hijos. Los padres sobreviven, todos sus hijos mueren.
En 1943, la madre pide paquetes de aceite de hígado de bacalao, jarabe para la tos, vitamina C, jabón en polvo y un remedio para la sarna: "Y si es poca cosa, aquí nos ayuda mucho". En el idioma de los gitanos, el romaní, codifica lo terrible de su situación: "Saludos especiales de Baro Naßlepin, Elenta y Marepin", lo que significa "gran enfermedad, miseria y matanza".
Su carta puede leerse en original y escucharse en alemán, inglés y romaní y es uno de los 60 testimonios del portal "Voces de las víctimas". Investigadores europeos, coordinados por la historiadora Karola Fings, han recogido cartas y testimonios de la minoría perseguida de 20 países.
Lo especial de esta colección: no son los perpetradores los que tienen la palabra, sino los propios gitanos, subraya Fings, del Centro de Investigación sobre el Antiziganismo de la Universidad de Heidelberg, en entrevista con DW. Los textos fueron escritos durante la persecución o poco después, cuando los afectados testificaron sobre los crímenes contra la minoría e intentaron llevar a los autores ante la justicia.
Auschwitz-Birkenau 1944: asesinato de mujeres, niños y ancianos
Al igual que los hijos de Margarete Bamberger, la gran mayoría de los presos mueren de hambre, enfermedad y violencia. La noche del 2 al 3 de agosto de 1944 se convierte en el "horrible punto culminante" de la persecución racista de los gitanos, dice Fings.
Las SS desmantelan el campamento: llevan a la muerte a 4.300 personas que gritan y lloran, un día de horror del genocidio del pueblo gitano, el porraimos, en el idioma romaní. El Parlamento Europeo ha designado el 2 de agosto como Día Europeo de Conmemoración del Holocausto Gitano.
La hija de Zilli Schmidt también fue gaseada la noche de la matanza en 1944: Gretel, de cuatro años, con sus abuelos, su tía y sus seis hijos. Al igual que otros presos del campo de concentración que estaban en condiciones de trabajar, a la madre de Gretel se la llevaron poco antes. Cuando intenta huir del tren para volver con su familia, el médico de las SS Josef Mengele la obliga a volver al vagón con una bofetada: "Me ha salvado la vida, pero no me ha hecho ningún favor al hacerlo".
Del hogar infantil católico a Auschwitz
A Franziska Kurz le quitaron a sus hijos Otto, Sonja, Albert y Thomas, y los llevaron a un hogar infantil. Desde allí fueron deportados.
En 1946, la madre escribió a la directora del hogar infantil católico St. Josefspflege. Le contó que en su momento la policía le había dicho verbalmente "que mis cuatro hijos estaban en Auschwitz". A su pregunta de "¿qué más quieren de mis pobres hijos?" recibió una respuesta breve: "Exterminarlos".
Otto, Sonja, Thomas y Albert fueron asesinados en Auschwitz. De los 39 niños gitanos de St. Josefspflege, solo sobreviven cuatro. La Iglesia Católica no los protegió.
Genocidio en Europa: mucho más allá de Auschwitz
Allí donde los nacionalsocialistas avanzaban en Europa, los gitanos eran perseguidos y luchaban por su sobrevivencia. Muchos fueron asesinados, en campamentos o en ejecuciones. "Esto variaba en función de la política de ocupación y de los aliados", dice Karola Fings.
En la Polonia ocupada por los alemanes, además de los campos de exterminio, se conocen unos 180 lugares de masacres. También en la Unión Soviética y en Yugoslavia, "la mayoría de las víctimas no fueron asesinadas en campos de concentración, sino fusiladas en el acto".
Los gitanos de Europa del Este fueron excluidos de compensaciones
En Alemania, el genocidio fue negado durante décadas. Los perpetradores en la policía continuaron el registro racista con los archivos nazis. Impidieron que se reconociera la persecución, lo que supuso un trauma adicional para los supervivientes, que también pesó sobre las segundas y terceras generaciones, afirma Karola Fings.
La historiadora fue miembro de la Comisión Independiente sobre Antiziganismo. Además del reconocimiento claro del genocidio y el esclarecimiento por parte de una comisión de la verdad, dice, también debe haber una compensación financiera, no solo en Alemania: "Esto concierne a los que viven en otros países, especialmente en Europa del Este, que fueron completamente excluidos de la compensación después de 1945".
(gg/er)