El futuro de Alemania, ¿amenazado por la pobreza infantil?
15 de noviembre de 2007“En Alemania vivimos una pobreza infantil por partida doble: por un lado, nacen la mitad de niños. Por otro, el número de pequeños que perciben ayuda social del Estado se ha multiplicado por diez”, comenta a DW-WORLD Jürgen Borchert, juez y coautor del Informe de Kinderhilfswerk.
Ser pobre es más que no tener dinero, viene a resumir el estudio. Ser pobre significa alimentarse peor, hacer menos deporte, no participar en actividades extraescolares, estar más expuesto a la contaminación. Significa problemas de salud y formación cultural y social deficiente. Ser pobre significa más fracaso escolar y una reducción progresiva de la confianza en uno mismo y en los demás. Ser pobre le resta, en definitiva, perspectivas al futuro.
“El resultado de la pobreza infantil es un desastre sin igual”, dice Thomas Krüger, presidente de Kinderhilfswerk. Y el desastre va en aumento: según el Informe, 2,5 millones de niños sobreviven en Alemania sólo gracias a la intervención del Estado. Son uno de cada seis, cuando en 1965 sumaban uno de cada 75.
Alemania, ¿país generoso?
“En ningún otro ámbito se miente tanto como en la política familiar”, asegura Borchert. “Lo que se presenta como generosidad del Estado es una falsedad. En realidad, las arcas públicas exprimen a las familias. Es dramático que hoy en Alemania una familia con dos hijos y unos ingresos medios no pueda mantenerse por sí sola.”
Aparte de los 2,5 millones que reciben ayuda social, los padres de otros 5,9 millones de menores ganan al año menos de 15.300 euros. Sin el llamado Kindergeld, el “dinero infantil” que el Estado alemán paga mensualmente a todas las familias por cada hijo, estos hogares no podrían sustentarse.
Pero, “el dinero infantil no es ningún regalo, sino en su mayor parte devolución impuestos que las familias pagaron de más”, dice Borchert y explica la ecuación: “en Alemania, la Ley prohíbe gravar con impuestos una cantidad mínima considerada necesaria para la subsistencia. Sin embargo, a la hora de cotizar, los padres pagan en función de su sueldo bruto. No se tiene en cuenta que ese sueldo les pertenece también a los hijos, y que en consecuencia el dinero requerido para la subsistencia aumenta.”
“Al Tribunal Constitucional esto le pareció ilegal, pero consintió hacer la vista gorda a cambio de que el dinero infantil fuera lo suficientemente alto como para compensar la injusticia. Pocos en Alemania saben que ese dinero no es cortesía del gobierno de turno, sino que está regulado por ley y que de los 37.000 millones que el Estado dedicó a este fin en 2006, 24.000 millones eran exclusivas devoluciones de impuestos cobrados en exceso.”
Ahora o nunca
“Si pese al acceso de la mujer al mercado laboral y a las medidas como dinero infantil, nos enfrentamos hoy a tales cifras de pobreza infantil, ¿dónde reside el problema?”, se pregunta Borchert. “El problema está en que el sistema actual castiga, a través de los impuestos indirectos y de las contribuciones a la seguridad social, excesivamente a las familias.”
Las consecuencias son dramáticas para los más pequeños. Los niños pobres no solo tienen menos oportunidades. Como demuestra una encuesta llevada a cabo por la cadena pública alemana ZDF, los niños pobres se sienten también más tristes: sus familias son menos estables y armoniosas, sus padres les dedican menos tiempo, les cuesta mantener el ritmo escolar y sus casas carecen de espacios en los que poder jugar con sus amigos.
“Lo espantoso es que la pobreza infantil crece al mismo tiempo que en Alemania mejora la coyuntura económica y baja el desempleo”, se lamenta Krüger. “Alemania se va a quedar sin futuro”, advierte, y Kinderhilfswerk propone al Gobierno alemán un programa drástico para reducir la pobreza infantil, a adoptar con procedimiento de urgencia.