¿La nueva amenaza?
8 de agosto de 2011Publicidad
Constantemente llenan los medios europeos nuevos detalles acerca de los motivos que habrían podido llevar al noruego Behring Breivik a cometer el atentado que le costó la vida a 77 personas. Como razón se discute una mezcla compuesta de posturas ideológicas cosechadas en el campo de la extrema derecha, un odio hacia todo lo musulmán y aspectos patológicos propios del carácter del asesino. Además de la religión.
Breivik se describe a sí mismo como cristiano, y su perfil policial lo cataloga como fundamentalista de esta creencia. Teólogos alemanes, sin embargo, no encuentran en el ideario del joven noruego huella alguna de tal cosa. Reinhard Hempelmann, director del departamento de cosmovisión de la Iglesia Evangélica germana, ha estudiado con precisión las 1.500 páginas que Breivik redactó a modo de justificación para sus actos “y ese panfleto”, dice, “no expone la visión de un Estado religioso; la Biblia no se menciona explícita y reiteradamente, lo que sería propio del fundamentalismo cristiano”. Aparte, añade Hempelmann: “no se ha podido demostrar que Breivik estuviera en contacto con este ámbito”.
Los verdaderos creyentes
El fundamentalismo cristiano está presente en un sinfín de países. Las ramas ultraconservadoras dentro del cristianismo –como el pentecostalismo y otras- han encontrado a lo largo de las últimas décadas un eco creciente, reconoce Hempelmann. Característico de ellas suele ser una lectura literal de la Biblia y una posición distante y defensiva con respecto a otras confesiones y colectivos (lo que con frecuencia afecta a musulmanes y homosexuales), además de la concepción de la sociedad moderna como una amenaza y de sí mismos como los verdaderos creyentes, la elite elegida.
De cerca sigue Evelyn Hügli-Schmidt a agrupaciones de este tipo en el Estado alemán de Renania del Norte-Westfalia. La socióloga de 55 años las conoce bien: debido a su trabajo, y porque fue miembro. Hügli-Schmidt es capaz por ello de describir de primera mano cuáles son los atractivos con los que juegan: “por ejemplo, el hecho de que siempre dispongan de respuestas sencillas a cuestiones complejas. Y también la ventaja de que sus seguidores se deshacen de toda responsabilidad personal entregándosela al grupo, que se convierte en una especie de gran familia en la que encontrar amor, cariño y protección”.
Conservadurismo, fundamentalismo, fanatismo
Estas posiciones podrían desembocar en fundamentalismo y, no obstante, advierte Hempelmann, se cometería un grave error de análisis superficial si se vertiese una sospecha general. Cabe, por otro lado, no confundir el fundamentalismo con el conservadurismo cristiano, y en pro de la exactitud se debería distinguir igualmente entre fundamentalismo y fanatismo. A esta última categoría pertenecerían personajes como el predicador estadounidenses Terry Jones, que hace unos años causó gran revuelo cuando instó desde Florida (y llevó a cabo más tarde) a la quema del Corán.
¿Predisposición a la violencia?
Y con todo, llamados al uso de la violencia o al ataque concreto a personas no son habituales en el fundamentalismo cristiano, incluso tampoco entre los fanáticos. El camino ideológico a recorrer, sin embargo, desde el fundamentalismo hasta la predisposición a cometer atentados no es largo. Las 1.500 páginas escritas por Breivik, repletas de manifestaciones de odio contra los musulmanes, podrían animar a otros, advierte Hermut Löhr, profesor de teología en la Universidad de Münster: “creo que el potencial efecto imitador y de reducción de los límites morales no traspasables es alto. Estos manifiestos se leen y se propagan. Por eso yo recomendaría no darle a Breivik dentro del proceso judicial demasiadas oportunidades de escenificarse”.
Autora: Ulrike Hummel/ Luna Bolívar
Editor: Pablo Kummetz
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