El fin del estado de derecho en Hong Kong
11 de noviembre de 2020El congreso hongkonés, elegido democráticamente solo en parte, está subordinado a una autoridad supervisora que, a su vez, está sometida a los designios del Partido Comunista de China, que no es un ente democrático precisamente. Para decirlo de otra manera: el Parlamento de Hong Kong se basa en una Constitución que está sometida a la Carta Magna de China, que establece el régimen de partido único.
Este modelo siempre ha sido descrito como "un país, dos sistemas”. Hong Kong es, por lo tanto, parte integral de la República Popular China, pero puede regirse, dentro de ciertos marcos, por sus propias normas.
Ley Fundamental y protesta
Desde que Hong Kong volvió a manos de China, en 1997, la excolonia británica ha sido administrada de acuerdo con el estado de derecho y la Constitución hongkonesa, conocida como "Basic Law” o Ley Fundamental. Este funcionamiento ha sido reconocido, o más bien dicho, tolerado, por el gobierno de Pekín.
Durante las protestas de 2014 y 2019, los hongkoneses exigieron más democracia. Querían, por ejemplo, elecciones libres y universales para todos los escaños parlamentarios, así como para el cargo de Jefe Ejecutivo. Cada intento de Pekín por limitar los derechos democráticos en Hong Kong generó protestas masivas que consiguieron paralizar la actividad pública. La situación amenazó con salirse de cauce en varias ocasiones.
Pekín toma el control
Las autoridades del partido comunista de Pekín se vieron en la urgente necesidad de tomar medidas y utilizaron todos los medios legales posibles para socavar el estado de derecho e imponer criterios de corte autoritario. El camino fue sencillo: primero, como se usa en los estados federales, se sometió la ley fundamental de la Región Administrativa Especial, que es una ley local, a la Constitución china. Luego, la Asamblea Popular, el parlamento chino, determinó que ellos también podían intervenir la ley hongkonesa. Y eso lo han hecho ya cinco veces.
El Comité Permanente de la Asamblea decidió ahora expulsar a cuatro parlamentarios hongkoneses. Dos de ellos fueron elegidos directamente por los ciudadanos y los otros dos por las asociaciones profesionales de Hong Kong. La razón aducida para sacarlos fue que ellos habían apoyado la independencia de Hong Kong y, por lo tanto, habían puesto en peligro la seguridad del Estado. Esta decisión no puede ser revisada por ningún tribunal independiente, aunque el Artículo 79 de la Ley Fundamental prevé que los parlamentarios pueden ser expulsados solo con el voto de dos tercios del Congreso. Pero recordémoslo: la Asamblea Popular es una entidad que tiene autoridad sobre el Parlamento hongkonés.
"Democracia” al estilo pekinés
En realidad da igual cuáles argumentos use Pekín para justificar su decisión. El mensaje es claro: estamos a cargo y solo permitimos tanta democracia como queramos. Esto es "irrespetuoso y escandaloso”, dicen juristas hongkoneses.
Pero también está claro que si los representantes elegidos pueden ser removidos de sus cargos por una simple resolución de la Asamblea Popular, entonces el sistema democrático hongkonés definitivamente está muerto. Las voces críticas son un componente esencial de una democracia sana. Si el gobierno central chino de verdad quisiera una democracia para Hong Kong, tendría que permitir las críticas y dejar que los votantes decidan. Y eso podría haberlo hecho desde hace mucho tiempo.
Con esta decisión, el principio de "un país, dos sistemas” ha fracasado definitivamente. Una democracia envuelta dentro de un sistema autoritario es una contradicción en sí misma.
(dz/ers)