El fecundo testimonio de Kertész
11 de octubre de 2002A menudo sorprende la calidez y bondad que reflejan los rostros que sobrevivieron al horror del Holocausto. Los testigos que van quedando no suelen hablar de venganza ni de odio, sino de humanidad. Y si están dispuestos a relatar las estremecedoras experiencias de sus juventudes, es por evitar que el olvido termine por borrar el sufrimiento de millones de víctimas y el episodio quede archivado como un capítulo estéril de la historia.
Experiencia de la barbarie
Imre Kertész es uno de esos hombres; sus relatos alcanzaron sin embargo la maestría que ahora la Real Academia Sueca distingue con el máximo galardón de la literatura mundial, por reflejar "la fragilidad de las experiencias del individuo frente a la barbarie de las arbitrariedades de la historia". Su obra es marcadamente testimonial. Nacido en Budapest, en 1929, su origen judío lo convirtió en presa de la persecución nazi. A los 15 años de edad se vio confrontado con la maquinaria de la muerte en el campo de concentración de Auschwitz. Luego fue trasladado al de Buchenwald, de donde fue liberado en 1945.
Las vivencias de aquel entonces son un referente continuo en su literatura. "El hombre sin destino", publicado en 1975, cuenta por ejemplo la historia de un joven recluido en un campo de concentración, que pese a todo se adapta a la situación y sobrevive.
La mirada de un niño
Los hechos son descritos desde la perspectiva de un niño, que acepta lo que ocurre como algo obvio. A juicio de la Academia, la fuerza del relato quizá se derive justamente de que "carece del rasgo de indignación moral o protesta metafísica por el que clama el tema".
La explicación radica probablemente en lo que el propio autor dijera el año pasado en una entrevista al diario El País: "con lágrimas en los ojos se ve muy mal". La suya es una mirada diáfana y lúcida que, según una crítica del prestigioso semanario alemán Die Zeit, fecunda "literariamente la historia". A su juicio, "Kertész es uno de los últimos grandes autores que tratan los dos grandes temas del siglo pasado: el nacionalsocialismo y el comunismo", con el que se vio confrontado como escritor en Hungría.
Difusión en alemán
No sólo las cicatrices del pasado vinculan hoy al galardonado autor con Alemania. De hecho, recibió la noticia del Premio Nobel en Berlín, donde se encuentra desde hace 10 días. Su relación con el idioma germano también es especial: "En realidad toda mi obra ha sido difundida a través del idioma alemán y que mi lengua materna es una pequeña isla idiomática", señaló el galardonado, apuntando al hecho de que a partir de las traducciones alcanzó notoriedad internacional.
Kertész permanecerá en la capital alemana hasta mediados del año entrante, trabajando en su nueva novela, "Liquidación". La mitad ya la tiene escrita y será, según afirma, una "última mirada al Holocausto". Un tema que no abandona, consciente de que con su generación desaparecerán también los testigos, como subrayó en la víspera de recibir el Premio Nobel, al agradecer otro galardón que se le otorgó en Alemania: "Somos los últimos. Pregúntennos".