El exilio de Leopoldo López y el debilitamiento opositor
27 de octubre de 2020El exilio de López puede llevar a un debilitamiento aún mayor de una oposición de por sí dividida y plagada de desacuerdos. Una vez más se refuerza su frente externo e internacional y se debilita su presencia y atracción en el frente interno. La oposición sufrirá en el territorio nacional a causa de la ausencia de una figura sólida, que inspiró la lucha e "inventó” a Juan Guaidó como presidente interino al frente de la Asamblea Nacional.
La tendencia hacia una sustitución de una mermada capacidad de convocatoria interna por un activismo más visible a nivel internacional se profundiza, lo cual afecta en gran medida las perspectivas de movilización en la población para presionar al régimen de Nicolás Maduro. Así, la estrategia de fuente opositora ya no cuenta en el territorio nacional con un "estratega” que supo impresionar con su valentía y sorprender con su desfachatez política, dejando al descubierto tanto las características autoritarias y represivas del chavismo, como su reducida capacidad de control ante las acciones de la oposición.
El desdibujado mito de Leopoldo López
La persona de Leopoldo López en el ámbito venezolando, en especial entre sus seguidores, había adquirido un carácter mítico desde las masivas protestas que lideró en 2014, en parte motivado por su valentía personal y sus sorpresivas iniciativas. Allí reside también el reto que presenta para el aparato de seguirdad del régimen de Nicolás Maduro, el cual siempre se vio burlado de nuevo por las acciones de López – hasta su reciente fuga de la Embajada de España hacia el exterior, sin que la policía política de Estado, el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), se percatara de ello.
Su presencia en el escenario político se mantuvo vigente durante los cinco años de su arresto e hicieron creer a la población que con Leopoldo fuera de la cárcel, Venezuela daría un giro político inmediato. Ese mito, sin embargo, chocó con la realidad cuando el 30 de abril del año 2019, en el marco de una operación de alcance más mediático que de impacto político, López fue liberado de su arresto domiciliario y Juan Guaidó, su delfín, llamaba sin gran resonancia a la población a tomar masivamente las calles de Caracas. Su actuar estaba motivado por una fuerte dosis de impulsividad y voluntarismo político, el cual por un lado le ha empujado en reiterados momentos a acciones políticas sorpresivas y de gran valor personal, pero, por el otro lado le ha llevado a valoraciones políticas equivocadas, cuando por ejemplo seguía insistiendo en una inmediata quiebra del estamento militar y nuevos levantamientos de las Fuerzas Armadas que iban facilitar la caída del sistema chavista.
Una oposición dividida con López fuera del país
La pérdida de apoyo alrededor de la figura de Leopoldo López y su limitada capacidad de acción como "huesped” de la embajada de España en Caracas se ha hecho visible en la búsqueda de un consenso político con miras a las elecciones anunciadas por el régimen para el 6 de diciembre del año en curso. La irrupción de Henrique Capriles, con la disposición inicial de participar en esta votación, ha generado mucha desconfianza contra su partido, Primero Justicia, por parte del resto de la coalición opositora llamada G4 y ha puesto en evidencia la reducida capacidad de Juan Guaidó para lograr una alianza opositora coherente y generar un entendimento sólido de los actores políticos opositores con los movimientos e iniciativas sociales. El llamado de Guaidó a realizar una consulta opositora el día 12 de diciembre corre el peligro de perder su ímpetu, no tanto por una posible merma del deseo de la población por lograr un cambio político, sino mucho más por la reducida capacidad de movilización y la desconfianza que pueda generar el liderazgo opositor como tal.
Leopoldo López nunca ha sido un actor que vió su vocación en lograr reunir a los líderes de las diferentes fuerzas políticas; más bien siempre optó por un activismo con movilización social, dimensión en la cual las últimas iniciativas no han dado los resultados deseados en términos políticos. Con el traslado del eje central del accionar de la oposición hacia el exterior, buscando aumentar la presión al régimen con base en el apoyo de la comunidad internacional, Guaidó - y con él López - han perdido soportes populares para su proyecto de lograr la transición desde la lucha política. Por lo menos a nivel nacional y ante el panorama de crisis humanitaria en el país, la oposición dispone de menos operatividad y liderazgos que puedan facilitar la apremiante transformación para grandes partes de la población.
Imaginar a Leopoldo Lóez en el exilio sin iniciativa política sería negar el carisma de este líder opositor. Su tarea podría consistir en generar mayor resonancia internacional y asumir un liderazgo de mayor visibilidad con la conformación de un gobierno interino en el exterior bajo su dirección. Sin embargo, tal esfuerzo podría generar roces cuando empiece a desplazar a figuras como el diputado Julio Borges, quien hasta la fecha fungía como comisionado para asuntos exteriores del Parlamento de Guaidó. Su impulso político por lo tanto podría no solamente generar nuevas oportunidades para la resistencia internacional al régimen de Maduro, sino, al mismo tiempo, reproducir las dolencias de las cuales sufre la oposición en Venezuela.