El envío de armas, ¿tema tabú?
25 de agosto de 2014Deutsche Welle: El Gobierno alemán planea enviar armamento a los kurdos, amenazados por el grupo terrorista Estado Islámico. Pero ese tipo de envíos pueden tener consecuencias imprevisibles, ya que las armas pueden caer en las manos equivocadas. ¿Qué piensa sobre esto?
Thomas Speckmann: Los críticos de los envíos de armas mencionan el ejemplo de Afganistán: luego de la invasión soviética en 1979, algunos países occidentales decidieron enviar armas a los muyahedines, que luchaban contra la ocupación soviética. Algunos sostienen que esas armas fueron entregadas más tarde a los talibanes y a Al Qaeda, es decir, que se usaron contra Occidente. Yo haría la siguiente diferenciación: cuando los talibanes y Al Qaeda se convirtieron en enemigos de Occidente, la mayor parte de ese armamento ya casi no se podía utilizar, sobre todo las armas de alta tecnología, como los misiles antiaéreos portátiles. En el caso de sistemas de armamento complejos, es dudoso que en la región haya existido el conocimiento necesario como para mantenerlas en funcionamiento. Claro que también hay armas de mayor duración, como los fusiles y las metralletas.
¿En qué casos el envío de armas tuvo el efecto deseado?
En los años 80, Francia y EE. UU. se enfrentaron en Chad con el dictador libio Muamar Al Gadafi. Las potencias occidentales ayudaron con asesores militares y armas a los rebeldes de Chad que luchaban contra las tropas del gobierno respaldadas de Gadafi. UN año después del conflicto, derrocaron al presidente de Chad, con lo cual también Gadafi perdió en ese enfrentamiento, en el cual, además, los misiles antitanque germano-franceses del tipo Milan destruyeron cientos de tanques del Ejército libio. Esos misiles antitanque son los que, presumiblemente, se quiere enviar ahora a los kurdos en Irak.
Pero eso no quiere decir que en el norte de Irak suceda lo mismo que en Chad.
No, pero nos topamos con un problema similar al que se originó en 1982, durante la Guerra de las Malvinas. Unos años antes de ese conflicto, Francia y EE. UU. habían provisto de armas de alta tecnología a la dictadura militar en Argentina, que, gracias a eso, pudo llevar a cabo esa campaña militar. El armamento utilizado ocasionó a la Marina británica las peores pérdidas desde la II Guerra Mundial. Si Washington y París lo hubieran intuido, nunca hubieran enviado esas armas a Argentina.
Es decir que, por lo general, no se puede prever qué pasará con las armas años después de haber sido entregadas. En ese sentido, el envío de armamento como intervención indirecta en un conflicto es comparable con una intervención militar directa, ya que tampoco se puede prever si tendrá un éxito sostenible. Quien afirme que es posible concebir una política exterior y de seguridad que permita prever exactamente qué consecuencia a futuro tendrá determinada medida, crea expectativas imposibles de cumplir.
En cuanto a los planes actuales del gobierno alemán, algunos consideran que está rompiendo con un tabú debido a la historia de Alemania. ¿Usted qué opina?
Yo dudo realmente de que con eso se esté rompiendo un tabú. En la historia de Alemania ya hubo casos similares, por ejemplo, durante la ya mencionada ocupación soviética en Afganistán, aunque en el caso de los muyahedines Alemania haya enviado equipamiento militar, como máscaras de gas, visores nocturnos, mantas y tiendas de campaña. Pienso que el debate sobre la posible ruptura de un tabú se produce principalmente en los medios. Nos hemos olvidado de que ya existió ese tipo de colaboración en el pasado.
Thomas Speckmann es historiador y politólogo, además de docente en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Friedrich-Wilhelm de Bonn.