El Ecuador de Lenín Moreno
En sus primeros 100 días al frente del Gobierno de Ecuador, Lenín Moreno ha tratado de marcar distancia de los provocativos métodos de su predecesor, Rafael Correa, sin romper con la Revolución Ciudadana.
¿Preocupación u optimismo?
Luego de 100 días al frente del Gobierno ecuatoriano, el contexto que se vive en el despacho presidencial de Lenín Moreno ha vivido grandes cambios. El mandatario ya no cuenta con su número dos, el vicepresidente Jorge Glas, a quien le retiró sus facultades tras denunciarse presuntos vínculos de corrupción.
Traspaso de mando
Lejos quedaron los tiempos en los que Rafael Correa (c) se posicionaba con la banda presidencial en el centro del Parlamento de Quito. Su antigua mano derecha, Lenín Moreno (izq.), tomó la posta después de 10 años de Gobierno “correista” y decidió darle un nuevo giro a la administración del país. Los antiguos aplausos y gestos de gratitud hoy ya no son los mismos.
¿Nada nuevo en Quito?
A simple vista en Quito nada pareciera haber cambiado con el nuevo Gobierno. Sin embargo, las fricciones que se dan en los pasillos de la política y la economía han generado la salida de tres funcionarios centrales. Ricardo Patiño, exministro de Economía de Correa, decidió abandonar el Gobierno de Moreno en agosto de 2017. Y otros antiguos aliados de Correa también han seguido su ejemplo.
Legado de Correa
La Plataforma Gubernamental Financiera fue inaugurada en Quito por Rafael Correa apenas unos días antes de traspasarle el mando a Lenín Moreno, en mayo de 2017. Los datos oficiales en ese momento indicaban que la deuda externa del país andino se situaba nada menos que en unos 26.000 millones de dólares, es decir, un monto casi equivalente al presupuesto nacional.
Voces de la calle
Las opiniones de los ciudadanos sobe el nuevo Gobierno de Lenín Moreno son dispares. Algunos observan con recelo su curso dialoguista en pos de un acercamiento con sectores empresariales, mientras que otros dan la bienvenida a una política aperturista. Pero más allá de las posturas, la población sigue atenta los casos de presunta corrupción que involucran a actuales funcionarios del Estado.
Diversas realidades sociales
En las calles de Quito se palpan las más diversas realidades sociales. Trabajadores precarizados, vendedores ambulantes, personal en traje y empleados públicos recorren día a día sus calles confiando en que el país logre el 1,4 por ciento de crecimiento vaticinado para 2017 por la nueva administración de Lenín Moreno al asumir en mayo de este año.
La sede gubernamental
El Palacio de Carondelet se alza en el centro antiguo de Quito. Sus pasillos han visto pasar regímenes y gobiernos de las más diversas tendencias desde fines del siglo XIX. En 2017 el cambio de mando presidencial generó nuevamente movimiento en sus recintos. Aún queda por ver si el curso que tomará la nueva presidencia se apartará realmente tanto del camino fijado por los 10 años de Rafael Correa.
Cumpliendo un tradicional deber
Los granaderos custodian la sede de Gobierno en el Palacio de Carondelet de Quito. Firmes en su función e impasibles a cualquier avatar político, parecen custodiar ante todo la institucionalidad de la Presidencia de la República, tal como reza el zócalo sobre el que están de pie. Sostienen su custodia con el paso de los años haciendo caso omiso a las turbulencias políticas.
Una ciudad multicolor
Quito es una ciudad multicolor en rostros, vestimentas y pertenencia de clases. Las calles de la zona antigua de la capital mantienen su ritmo habitual, depositando en manos de sus Gobiernos los destinos económicos del país y de toda la ciudadanía.
Diferentes estrategias
Paulina Recalde, analista de la Universidad Católica Ecuatoriana, observa que las estrategias políticas del actual presidente se diferencian de las llevadas adelante por su antecesor. Moreno aceleró “la desmarcación” de su vicepresidente Jorge Glas ante las sospechas de corrupción que se cernían en su contra. Correa, en cambio, defiende a Glas “con la lealtad de un boy scout”, asegura.