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Catástrofes

El día después de la catástrofe en Renania-Palatinado

17 de julio de 2021

En el estado de Renania-Palatinado, en el oeste de Alemania, comenzaron los trabajos de limpieza tras las inundaciones que destruyeron edificios enteros. Un periodista de DW reporta desde Sinzig, a orillas del río Ahr.

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Imagen: Abdulhamid Hosbas/AA/picture alliance

A las 3:00 a.m. del jueves, cuando el río Ahr estalló con toda su fuerza, Nina y Niklas Aker tuvieron que decidir en una fracción de segundo qué querían salvar de su antigua vida. Para su hija de seis años, todavía medio dormida, la cosa estuvo clara rápidamente: sus patines, la patineta y su violín.

Poco después, el agua ya le llega por el ombligo a la pareja, ellos recogen a su hija, toman el perrito y una bolsa y la casa de unos vecinos de una calle más arriba.

La familia Aker se mudó a la casa en 2018. Ahora el inmueble está cubierto de barro
La familia Aker se mudó a la casa en 2018. Ahora el inmueble está cubierto de barroImagen: Oliver Pieper/DW

"Entonces, en realidad, llega un momento de pánico en el que simplemente dices 'todo el mundo fuera, todo el mundo fuera'", recuerda Niklas Aker.

Unas 36 horas después, ya no se siente mucho ese temor por su propia vida. Aker está, como muchos de los aproximadamente 18.000 vecinos de Sinzig, totalmente atareado en rehabilitar su casa lo más rápidamente posible. Ahora solo hay barro aquí, "como en el delta del Amazonas", dice el hombre de 39 años. "Ayer todavía pensaba que necesitaríamos 10 años para limpiar y hoy estamos tan avanzados que pronto podremos arrancar el piso".

El agua inundó hasta 140 cm de altura: la línea amarilla más clara muestra en la pared hasta dónde subió
El agua inundó hasta 140 cm de altura: la línea amarilla más clara muestra en la pared hasta dónde subióImagen: Oliver Pieper/DW

Solo el piso superior permanece intacto

El sótano, con los neumáticos de invierno, la caldera de la calefacción y las herramientas, está completamente destruido. En la planta baja, muebles, sofá y vitrinas están patas arriba. El querido piano de la abuela, medio flotando. Ahora, Aker se alegra por las pequeñas cosas que milagrosamente sobrevivieron.

"Cuando volvimos al apartamento por primera vez, la ropa recién planchada estaba seca y limpia sobre el sofá porque este flotó y no se volteó. Luego pudimos recogerla con las manos recién lavadas", dice Aker. Las manualidades de su hija, que estaban en la chimenea, también estaban milagrosamente secas.

El querido piano de los Aker fue encontrado flotando sobre un costado
El querido piano de los Aker fue encontrado flotando sobre un costadoImagen: Oliver Pieper/DW

El automóvil de la familia también sobrevivió. Los bomberos llamaron a la puerta el miércoles en la tarde y le pidieron a él y a todos los vecinos que aparcaran sus vehículos en el estacionamiento del supermercado más arriba. "Entonces pensamos: '¿Se volvieron locos?' El sol todavía brillaba", recuerda Niklas Aker. Al día siguiente, el automóvil de los vecinos estaba 40 centímetros bajo el agua.

Drama a pocas calles de distancia

Cerca de la casa de la familia Aker ocurrió una tragedia: 12 personas con discapacidad intelectual fueron sorprendidas por la corriente mientras dormían y no pudieron salvarse. La ayuda llegó demasiado tarde, el equipo de cuidadores de la residencia está completamente traumatizado tras la muerte de sus residentes.

Bomberos trabajando y removiendo agua en la calle de la familia Aker
Bomberos trabajando y removiendo agua en la calle de la familia AkerImagen: Oliver Pieper/DW

Por otro lado, el anciano vecino de Niklas Aker, que vivía solo, tuvo suerte. "No lo habíamos contactado por teléfono al principio, luego nos llamó durante la noche. '¿Qué está pasando? Estoy acostado en la cama y me despertó el agua', dijo". Poco tiempo después, la organización federal de Alemania para asistencia técnica (THW) lo rescató en bote. 

Gran solidaridad y ganas de ayudar

Niklas Aker apenas ha dormido estas dos noches. La parálisis poco después de la inundación ha dado paso a una actividad frenética. Por la mañana llegaban voluntarios con termos y té caliente, luego el THW servía sánguches, galletas y agua. Por toda la casa la familia, los amigos y los colegas de trabajo se afanan en limpiar, armados con botas de goma y palas. Como Sarah, que también viene de la zona.

Una amiga le ayuda en la cocina. "Dan ganas de ponerse a llorar", dice Aker
Una amiga le ayuda en la cocina. "Dan ganas de ponerse a llorar", dice AkerImagen: Oliver Pieper/DW

"Es importante estar ahí para tus amigos durante estos momentos. El sentimiento de que todos nos ciudamos unos a otros también ayuda", dice. Sarah incluso trajo dos estudiantes de Jordania y Georgia para ayudar. Ellos quitan la alfombra y devuelven la cocina a parcialmente a la normalidad.

Política y seguros

"Definitivamente nos quedaremos, el piso superior es habitable", concluye Aker. El plan: comenzar a raspar las paredes y reconstruir lo antes posible. Pero eso puede llevar un tiempo. "Incluso antes de la inundación, era difícil encontrar obreros para la construcción. Y ahora hay 50 personas solo en esta que necesitan los mismos servicios".

Las escaleras al sótano siguen llenas de barro mezclado con diésel y aceite. El riesgo de electrocución es más alto en los bajos inundados
Las escaleras al sótano siguen llenas de barro mezclado con diésel y aceite. El riesgo de electrocución es más alto en los bajos inundadosImagen: Oliver Pieper/DW

La forma en que transcurre la vida de Niklas Aker y sus vecinos en Sinzig ahora depende principalmente de las ayudas públicas inmediatas que los políticos ya están prometiendo y de los pagos de los seguros. Aker, que fotografía meticulosamente todos los daños, había contratado un seguro contra riesgos naturales y por lo tanto se siente confiado.

Pero ya circulan por el barrio historias de que las aseguradoras quieren aludir al motivo de fuerza mayor para eludir sus responsabilidades. "Mi petición es que ahora no se anteponga la burocracia al destino de las personas", dice Niklas Aker.

(lgc/rr)