El difícil negocio del coche eléctrico
14 de marzo de 2014“¿Para qué hablar tanto? Estamos pasando del valle de la muerte al valle de las lagrimas”: así comenzaba el saludo de un ponente en el Foro de la Electromovilidad refiriéndose al status quo de la industria. Hace casi cinco años, el Gobierno federal puso su plan de desarrollo de la electromovilidad sobre la mesa con un ambicioso objetivo: un millón de coches eléctricos antes de 2020.Pero ahora hay muchos que ya no creen que eso se haga realidad. Otros como Matthias Busse, profesor de la Universidad de Bremen y director del Instituto Fraunhofer para Investigación de Materiales, siguen confiando. La innovación en Alemania tarda en entrar. Primero hay que aprobar los requerimientos. “Entonces el desarrollo será impresionante”, aclara Busse.
16 modelos en busca de comprador
Él mismo está convencido de que a la electromovilidad le llegará su momento. También en relación con el anunciado cambio energético. “Si será un millón en el 2020 o no, ya se verá. Pero creo que ese numero sería bastante acertado”, continúa el experto. La misma opinión defienden los fabricantes de automóviles. Diecisiete mil millones de euros invirtieron las empresas alemanas en el desarrollo de coches eléctricos. Dieciséis modelos saldrán al mercado a finales de este año, y con ellos se cerrará la llamada “preparación del mercado”, dice Ulrich Eichhorn, director de Tecnología y Medioambiente de la Asociación de la Industria Automovilística alemana. Su sector cumplió con sus deberes, dice el manager. “Ha merecido la pena crear automóviles que, tanto por rendimiento como por calidad, convencen al cliente”, continúa.
Actualmente, un auto eléctrico es más caro que uno convencional. La autonomía está entre los 150 y los 190 kilómetros y es uno de los grandes problemas junto a las deficientes infraestructuras públicas para recargar el coche. “Trabajamos en todos los puntos. El tema precio y autonomía tiene que ver con la batería. Se ha avanzado mucho y se seguirá avanzando. También en cuanto a infraestructuras habrá cambios este año”, promete Eichhorn.
Electricidad de las luces urbanas
Sea como sea, todavía tienen que pasar muchas cosas para que el coche eléctrico sea atractivo para el cliente. La autonomía es el gran problema y se acentúa todavía más atendiendo al tiempo de recarga de la batería y la pobre red de estaciones para hacerlo. Más de 10.000 euros cuesta la construcción de un surtidor convencional. A eso hay que sumarle costes de funcionamiento y mantenimiento, provocando desconfianza entre los inversores.
Frank Pawlitschek, director de la startup berlinesa Ubitricity, promete una solución. En el Foro de Electromovilidad presenta un auto eléctrico del que cuelga un cable amarillo cuyo enchufe está conectado a una farola. En el cable hay una pequeña caja que oculta una tecnología de cálculo. “Igual que podemos llevar el móvil o el portátil con acceso a Internet por todas partes, el usuario también puede participar como una parte del proceso de carga”: aclara Pawlitschek, “Un contador de corriente móvil con conexión permite activar el enchufe correspondiente y al mismo tiempo facturar la energía consumida”, continúa.
Los usuarios se conectarían a la toma de forma similar a la de un contrato de móvil. Los enchufes correspondientes pueden conectarse a la farola con sólo 300 euros y los automovilistas podrán conectarse mientas están estacionados o parados. “Somos una empresa de servicios y queremos que las empresas de energía puedan suministrar su producto a través de este cable y este contador", dice Pawlitschek .
Inductores en el asfalto
La carga estacionada a través del cable es una solución intermedia para los próximos 5 o 10 años, opina Matthias Busse del Instituto Fraunhofer. En el futuro, la corriente llegará a la batería por inducción. En algunas pruebas se consiguió cargar autos eléctricos mientras circulaban a 60 kilómetros por hora. La infraestructura estaría bajo el asfalto. Por ejemplo al lado derecho de una autovía, que se podría equipar con inductores.
Lo que para los profanos en la materia podría sonar como algo futurista, para Busse es más que factible. Por ejemplo, también se podría diseñar una propulsión basada en un motor situado en el buje de la rueda. Entonces no se necesitaría el bloque del motor. Es decir, nada de transmisión ni tubos de escape. “Muchos de los componentes serían innecesarios y podríamos repensar el automóvil de una forma completamente nueva construyéndolo desde cero. Es lo que se debería hacer para agotar todas las posibilidades”, dice Busse.
Coches eléctricos con casas prefabricadas
Para Busse, los coches eléctricos que ahora se ofrecen al cliente son sólo el principio. El experto recuerda la invención del motor de combustión, que sólo sirvió para equipar una carroza hasta que años después los fabricantes diseñaron los coches. “Para mi es algo relacionado con la gestión de las expectativas. Eso es la electomovilidad y ahora va todo muy rápido”, dice Busse: “Visto de una forma realista, ni siquiera va tan rápido. Pero vendrá y tenemos que darle tiempo”.
Para satisfacer las demandas de potenciales clientes, en el diseño de dispositivos para la electromovilidad también están participando los constructores de casas prefabricadas. Trabajan en la integración del coche con la red eléctrica en las llamadas Smart Homes. Así se diseñan dispositivos con los que no sólo se podría cargar la batería a través de las placas solares de la casa, sino que el coche serviría también para almacenar energía convirtiéndose en la pieza clave para una completa autonomía en cuanto al abastecimiento energético. En una época donde los precios de la energía suben continuamente, un gran argumento de venta.