El caso de Peng Shuai: La WTA no le tiene miedo a China
2 de diciembre de 2021¡Gracias WTA, gracias Steve Simon! Al fin, una importante asociación deportiva internacional no solo se muestra a favor de los derechos humanos, sino que también adopta una posición clara al respecto. La WTA, la asociación de tenis femenino profesional más importante del mundo, se enfrenta a la potencia mundial China por el caso aún sin resolver de la tenista Peng Shuai.
El presidente de la WTA, Steve Simon, anunció un boicot que posiblemente cueste millones de dólares a dicha asociación. De momento, los torneos no se jugarán en China, un mercado importante para el mundo del tenis. "No puedo exigir a nuestras atletas, sin remordimiento de conciencia, que compitan allí si a Peng Shuai no se le permite hablar con libertad y aparentemente ha sido presionada para que retire sus acusaciones de agresión sexual", dijo Simon, explicando así por qué tomó dicha decision.
Incluso un mes después de que la tenista de 35 años acusara en la red social china Weibo al exviceprimer ministro Zhang Gaoli, el temor por el bienestar de Peng Shuai fuera de China continúa. Algunos correos electrónicos y videos posteriores, con la clara firma del gobierno chino, supuestamente mostraban que Peng Shuai se encontraba bien y que ella no podía entender la agitación que ha despertado su persona. Independientemente de las buenas intenciones que haya tenido Thomas Bach, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) se situó en una cuestionable cercanía con el liderazgo pekinés al realizaruna videollamada con la tenista hace una semana y media; la miembro china del COI, Li Lingwei, también participó en la conversación.
Lavado de imagen pública a través del deporte
La valiente decisión de la WTA también aumenta indirectamente la presión sobre el COI. Aunque sea poco probable hacer un boicot a los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín a casi dos meses de su comienzo, la WTA ha demostrado que hay otras opciones a la de arrastrarse ante China. Un boicot diplomático al evento deportivo para protestar contra las violaciones de derechos humanos en el área uigur de Xinjiang, en el oeste de China, o en el Tíbet, podría golpear duramente a los líderes de Pekín. Otras formas creativas de protesta de activistas durante los juegos también son concebibles en cierta medida, aunque al COI en verdad no le agradaría.
La WTA ha mostrado una clara postura con respecto a los derechos humanos, lo que se echa de menos en asociaciones como el COI, la Federación Mundial de Fútbol (FIFA) o la Fórmula 1. Rusia, China, Azerbaiyán, Qatar, Bahrein, Arabia Saudita: a todos esos países fueron adjudicados eventos muy relevantes, pese a ser lugares en los que se violan los derechos humanos. Lo importante, está claro, es el dinero, el rublo, el yen o el dólar. A estas organizaciones les gusta esconderse tras la hermosa utopía de que el deporte también puede tender puentes políticos. Puede ser que haya funcionado en casos individuales, pero, en general, el lavado de imagen politico a través de los deportes parece ser más realista: los gobiernos encubren las injusticias de sus países con el brillo del deporte. La WTA ha alzado la voz contra esta mala práctica.
(rmr/ers)