El Bundestag recuerda el ascenso de Hitler al poder
10 de abril de 2008
La ceremonia en el pleno del Bundestag fue un acto único con el que la plana política alemana recordó la serie de eventos que culminaron con la llegada de los nazis al poder hace 75 años. El presidente del Bundestag, Norbert Lammert, señaló que Hitler no llegó a través de medios democráticos legalmente al poder.
“La ley de plenos poderes que aprobó el Reichstag permitió a Hitler gobernar por decreto, pero sobre todo el terrorismo político sin parangón puesto en marcha por el régimen fue lo que pavimentó el camino hacia la dictadura”, dijo. Con motivo del incendio del Reichstag, el 27 de febrero de 1933, Hitler ordenó la detención de unos 30.000 adversarios políticos, sobre todo comunistas, muchos de ellos fueron asesinados.
Lammert, de filiación cristianodemócrata, elogió expresamente a los 94 diputados socialdemócratas que bajo la presidencia de Otto Wels, votaron en contra de la Ley de plenos poderes el 23 de marzo de 1933. Otros diputados del partido comunista y del mismo partido socialdemócrata habían sido ya detenidos o habían huido para salvar su vida. Durante la ceremonia fue transmitido el pasaje central del último discurso de Wels ante el Reichstag en el que exhortó a votar contra la Ley que otorgaba plenos poderes a los nazis. “Nos pueden quitar la libertad y la vida, pero no nuestro honor”, se escucha decir a Wels.
Apelación a no callar
En un discurso interrumpido varias veces por los aplausos de los asistentes, otro de los oradores, el ex –ministro de Justicia Hans-Jochen Vogel, señaló que ante la presencia de extremistas de derecha en parlamentos regionales es más que nunca vigente la denuncia temprana. “El que se voltea a un lado debilita la democracia, mientras que aquel que contradice, la fortalece”. Vogel también recordó a Wels y dijo que con su valor salvó no sólo el honor de los socialdemócratas sino de la democracia alemana en general. Vogel citó otro pasaje en el que Wels se dirige a Hitler. “Ninguna Ley le da a usted el poder para destruir ideas que son indestructibles”.
En febrero de 1932 el desempleo en Alemania afectaba a seis millones de personas. La deteriorada situación económica acompañada de una hiperinflación son factores que explican el ascenso del fascismo y de su líder, Adolf Hitler. El presidente Paul von Hindenburg tomó juramento a Hitler como canciller de Alemania el 30 de enero de 1933 después de fracasar un intento del anterior jefe de gobierno de formar una coalición con un partido opuesto al líder nazi. “Los líderes políticos de la época subestimaron a Hitler de manera desmedida y los intentos de utilizarlo para sus propios objetivos políticos fracasaron estrepitosamente”, afirma el historiador Andreas Wirsching en el semanario “Der Spiegel”.
La realidad supera la fantasía
Los nazis apelaron con gran éxito a los temores y quejas históricos de los alemanes culpando a los judíos de muchas de las miserias del país y prometiendo hacer añicos el Tratado de Versalles, que obligó a Alemania a pagar enormes reparaciones después de la Primera guerra Mundial. Los nazis utilizaron hábilmente la propaganda, distribuyendo carteles y películas que cautivaron a una población desilusionada y les dieron nuevas esperanzas.
Hitler aprovechó el incendio del Reichstag para eliminar las libertades civiles y reprimir a los grupos políticos opuestos a los nazis. Este primer paso en la instauración de un régimen dictatorial fue seguido rápidamente por el establecimiento de los primeros campos de concentración y la persecución de los judíos. Pronto los nazis arremetieron contra los sindicatos, quemaron los libros escritos por judíos, comunistas y degenerados, con el objetivo de limpiar el país de ideas no germanas.
Supresión de la democracia política
Poco después fue prohibido el Partido Socialdemócrata y otros partidos corrieron la misma suerte a medida que Hitler consolidaba el poder. Seis años después Alemania invadió Polonia lo que marcó el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El exterminio masivo de los judíos comenzó poco después. Con la capitulación alemana y el fin de la guerra, en mayo de 1945, el continente europeo estaba arruinado y más de 50 millones de personas, soldados y civiles, habían muerto.
El trauma moral de Hitler sigue afectando a Alemania hoy en día. Negar el Holocausto es un crimen, al igual que la exhibición de símbolos nazis o la incitación al odio racial.