El barro tóxico sigue asfixiando a Hungría, y alcanza el Danubio
7 de octubre de 2010"Recoger todo esto nos llevará meses", dijo el secretario de Medio Ambiente húngaro, Zoltan Illes, al portal de bomberos langlovagok.hu. Miles de metros cúbicos de lodo tóxico han arrasado varios pueblos del oeste de Hungría, devastando una superficie que alcanza ya los 50 kilómetros cuadrados. El coste de los trabajos de limpieza ascenderá a decenas de millones de euros, y Hungría se estaría planteando pedir ayuda a la Unión Europea.
La ruptura de una balsa que contenía residuos de aluminio procedentes de la industria minera se produjo el pasado lunes y se ha convertido en una de las principales catástrofes naturales acaecidas sobre territorio húngaro. El barro rojo se ha cobrado ya la vida de cuatro personas y provocado unos 120 heridos. Las fuerzas de protección civil trabajan a contrarreloj para limpiar edificios y calles. La reseca masa inunda casas, jardines y vehículos, ha fluido hasta los ríos Marcal y Raab y ahora también al Danubio.
La UE también es responsable
La organización ecologista WWF teme que el vertido tenga efectos devastadores durante largos años. "La catástrofe puede poner en peligro los ecosistemas, los paisajes ribereños, el subsuelo y el suelo, además de las reservas de agua de Hungría", advirtió el director húngaro de la ONG, Gabor Figeczky, en un comunicado.
"Si el Gobierno húngaro pide ayuda”, dijo un portavoz de la Comisión Europea en Bruselas, “el centro de la UE responsable de la gestión de catástrofes estudiará qué se puede hacer", pero, en cualquier caso, añadió el funcionario europeo, "nuestra participación estará dirigida a (ayudar a) las víctimas”.
La UE tiene parte de culpa en lo que está sucediendo en Hungría, criticó el director para la depuración de aguas de WWF Berlín, Martin Geiger. "Las normas de seguridad comunitarias para los residuos de la industria minera son insuficientes", dijo. El uso de diques de tierra para asegurar los pozos de aguas residuales no es apropiado, ya que no siempre resisten, aseguró Geiger, y “en caso de fuertes precipitaciones o de niveles de agua elevados, existe un alto riesgo de que se fracturen es alto. Este peligro se conoce desde hace tiempo, especialmente en países de Europa del Este".
A 20 kilómetros del Danubio
En la madrugada del miércoles al jueves, el lodo tóxico alcanzó el Raab, afluente del Danubio, del que lo separan 20 kilómetros. En un principio, las autoridades medioambientales húngaras tildaron de bajo el peligro de contaminación de este último río, ya que los residuos, declararon, iban disminuyendo a medida que se alejaban del lugar de la catástrofe.
A lo largo de la tarde del miércoles, sin embargo, a los funcionarios no les quedó más remedio que reconocer que, a la altura de la localidad de Gyor, a unos 120 kilómetros de Budapest, los residuos habían llegado al Danubio.
El almacenamiento de este tipo de productos en plena naturaleza ha levantado tras lo sucedido una ola de críticas a la gestión gubernamental en Hungría. A la industria del aluminio, privatizada en los años 90, se la debería haber sometido a reglas de control y seguridad más estrictas, escriben varios periódicos húngaros.
La compañía MAL, la empresa a la que pertenecen los restos vertidos, niega toda responsabilidad y el primer ministro húngaro, Viktor Orban, anunció que el Ministerio del Interior abrirá una investigación para aclarar los hechos. "No hay indicios que apunten a que la catástrofe se produjo por causas naturales", indicó Orban. (dpa/ afp)
Editora: Luna Bolívar Manaut