El ambiguo apoyo de Europa a Uribe

El presidente colombiano Álvaro Uribe presenta un balance muy positivo de su su viaje a Europa. Tanto el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, como el primer ministro británico, Tony Blair, expresaron su apoyo al gobierno colombiano en su lucha contra la violencia. Pero mientras el mandatario español acepta ser valedor ante la Unión Europea de la política antiterrorista de Uribe, el gobierno británico si bien lo apoya no le ha abierto las puertas de par en par. Tampoco la Unión Europea. DW-WORLD conversó al respecto con Günther Maihold, experto del Instituto Alemán para Política Internacional y Seguridad.

¿Inflando el apoyo?

En cuanto al balance que presenta Uribe hay que puntualizar, analiza Maihold: "El apoyo recibido es verbal, pero no material. Esto es lo que diferencia el éxito de la misión y cambia la visión que se está difundiendo en la misma Colombia. La iniciativa de Uribe corresponde a un interés de vender el apoyo verbal de Zapatero para su política de reconciliación y paz, como que toda Europa se hubiera declarado conforme con ella, con el fin de controvertir de esta manera lo que él percibe como presión por parte de organizaciones no gubernamentales. Hay que dejar claro que, en tal caso de existir el apoyo, sería la posición de algunos gobiernos europeos, no de la Unión Europea".

Sin restarle importancia al espaldarazo que representa el apoyo verbal de Zapatero, "lo que más necesita Uribe es apoyo material, necesita fondos para la misión de la OEA, necesita fondos para darle una sombrilla internacional, como sería la presencia de representantes internacionales en el proceso de pacificación."

Duras son las críticas publicadas en diversos medios europeos a esta afabilidad de España e Inglaterra hacia Uribe y su política. A las críticas de Amnistía Internacional a la Ley de Justicia y Paz, se suman denuncias de la Federación de Derechos Humanos ante el Tribunal Penal Internacional para investigar los crímenes cometidos por los grupos paramilitares en Colombia, aquellos que Uribe plantea ahora legalizar. El cuestionamiento de Amnistía Internacional se basa, fundamentalmente, en que utilizando esa ley, los responsables de muchas violaciones de los derechos humanos, sean paramilitares o guerrilleros, jamás serán llevados ante la justicia. Los detractores de la ley ven en ella el claro apoyo de Uribe a la impunidad, sobre todo de las fuerzas paramilitares.

No es buena, pero tampoco mala

La Ley de Justicia y Paz de Uribe si bien es controversial, no es tan mala, opina Maihold, sobre todo porque es un primer paso en dirección a la pacificación. "Si bien es cierto que la ley tiene puntos controversiales, sin ella se estaría cerrando la puerta a un proceso de pacificación que incluya también al otro bando de la violencia, a los guerrilleros. La reinserción a la sociedad es importante. Claro está que todo proceso de memoria histórica debe comenzar por el reconocimiento de los violados, muertos y desaparecidos", así Maihold en cuya opinión apoyar materialmente al presidente Uribe en su plan de combatir la violencia es sólo un primer paso. Sea como fuere redundaría en beneficios a la sociedad colombiana.

Oportuno, pero ¿beneficioso?

Si bien la Unión Europea como bloque no se encuentra en situación de apoyar materialmente el proceso, sí lo están ciertos países. Aunque el hecho de que España lo respalde obedezca a la representación de sus intereses económicos en la región atizados hace pocos meses, sobre todo con la criticada venta de material armamentístico a Venezuela, es innegable que el presidente Uribe ha sabido vender bien su política. En el momento justo supo cambiar el término de una guerra civil que lleva ya cuarenta años, por el de terrorismo. "Desde que asumió el gobierno, Uribe ha declarado combatir el terrorismo internacional, metiendo en un mismo saco Al Qaeda con FARC y paramilitares. Desde el punto de vista de la táctica política es oportuno, pero no lleva adelante", concluye Maihold.