¿Posible hasta 2022?
6 de junio de 2011Publicidad
“Tecnología temporalment necesaria”, “económico puente hacia la era de las energías renovables”: así era definida no hace mucho en Alemania la energía nuclear. Aludiendo a estos principios justificó el actual Gobierno germano en septiembre de 2010 la postergación de la vida de las centrales atómicas del país: una medida que ahora acaba de anular para decretar su definitivo cierre en un plazo de tan sólo 11 años.
Las plantas nucleares generan un cuarto de la electricidad que consumen los alemanes y su industria. Las energías renovables son responsables entretanto del 17 por ciento del abastecimiento. Más de la mitad, sin embargo, sigue procediendo del gas y del carbón, lo que desde el punto de vista climático resulta muy discutible y con el recién anunciado cambio se teme que vaya en aumento. La “revolución energética” supone un gigantesco reto, y plantea grandes preguntas.
2050, ¿una fecha más probable?
“El Gobierno alemán ha aprobado el abandono de la energía nuclear, pero también reducir sus emisiones de CO2 en un 40 por ciento y a ello se ha comprometido internacionalmente”, recuerda Stefan Kohler, director de la agencia energética germana dena.
Renunciar a la energía nuclear no es tan sólo suplir una fuente por otra, como por ejemplo por más producción eléctrica a partir del carbón, lo que haría aumentar los niveles de contaminación. La transformación que ahora se plantea pasa por “meditar detenidamente cómo podemos optimizar nuestro sistema energético”, advierte Kohler. Aspectos como la demanda, el almacenamiento y la calidad de la red deben ser tenidos en cuenta. “Aún nos queda mucho por discutir”, añade.
La Comisión alemana para Cuestiones Medioambientales también ha sacado sus cálculos al respecto y estos arrojan que es posible sustituir completamente la energía atómica por las renovables y mantener así el objetivo de frenar las emisiones: no obstante, en un plazo que se extendería hasta 2050, y no hasta 2022.
“2030 es realizable”
Pero no todos en la Comisión son tan mesurados. 2030 es una fecha realizable, opina Olav Hohmeyer, uno de los miembros del gremio y profesor de economía energética y de recursos naturales. La cuenta que da 2050 como resultado parte de que las centrales nucleares continuarán en funcionamiento otros 35 años, “si ahora este periodo se reduce”, asegura Hohmeyer, “el abastecimiento cien por cien regenerativo podría implantarse antes”.
Los científicos critican, sin embargo, que los políticos no hayan logrado incluir en sus planes de cambio energético propuestas concretas acerca de cómo debe llevarse éste a cabo. La apuesta por las plantas atómicas del septiembre pasado lanzó la señal equivocada, dicen: la perspectiva de negocio en este campo le restó recursos al desarrollo de la tecnología alternativa. Ahora, los esbozos de parques eólicos han de desempolvarse con rapidez: por sí solo el viento es ya capaz de hacer el trabajo de las ocho centrales nucleares más antiguas de Alemania, que fueron apagadas tras Fukushima y permanecerán fuera de servicio.
Una cuestión de inversiones
Y Stefan Kohler vuelve a llamar la atención sobre un punto que no pocas veces pasa inadvertido: los molinos de viento se quieren colocar, con el fin de aprovechar al máximo la fuerza eólica, a las orillas del mar. Es decir, en lugares en los que sobra la electricidad. “Las centrales las hemos construido hasta ahora en allí donde existía demanda energética. Eso ya no será así y, por lo tanto, vamos a tener que invertir en una red en consecuencia”, comenta.
Ya hoy produce el norte germano durante ciertos días más electricidad de la que la infraestructura es capaz de transportar. Según la agencia dena, Alemania tendrá que construir 3.700 kilómetros de nuevos tramos de red para hacer llegar la electricidad generada en las costas a los centros metropolitanos e industriales del sur del país.
Pero el viento no sopla constantemente, así que también las posibilidades de almacenamiento eléctrico tendrán que ser mejoradas. Traducido al lenguaje del dinero todo esto significa millones en inversiones. La velocidad a la que pueda llevarse a cabo la renuncia efectiva a la energía nuclear y el paso a un abastecimiento realmente ecológico dependerá, por lo tanto y a fin de cuentas, de la ligereza con la que fluya la financiación.
Autora: Sabine Kinkartz/ Luna Bolívar
Editora: Emilia Rojas Sasse
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