¿El último tango en Berlín?
31 de julio de 2020Antes de la pandemia del coronavirus, el "Tangoloft” solía colmarse de bailarines. "Cada fin de semana venían hasta 500 personas de todo el mundo a bailar tango”, cuenta Mona Isabelle Schröter, copropietaria del local, situado en una antigua fábrica, en el barrio de Wedding.
Pero, en estos días, ya no se baila en este ni en muchas otras tanguerías de Berlín. Si bien algunas instituciones culturales han podido reabrir sus puertas, el futuro de los clubes de tango es incierto. Su cierre sería más que lamentable. A fin de cuentas, hay quienes consideran a Berlín la segunda capital mundial del tango, después de Buenos Aires. "Berlín es realmente uno de los principales centros de tango del mundo”, afirma Thomas Rieser, dueño del "Nou Tango", otro local de la capital alemana. "El coronavirus ha tenido un fuerte impacto en la escena del tango a nivel mundial. Pero si Berlín naufraga, sería una catástrofe”, afirma. Porque eso significaría también acabar con una excelente infraestructura. "Si no tenemos ya los locales, los bailarines, los DJs y todo eso, será realmente difícil volver a levantarnos”, plantea Rieser.
La fiebre del tango en Berlín
El tango llegó triunfante desde Buenos Aires para imponerse finalmente también en capitales europeas como París, Londres y Berlín. En 1982, se presentaron los grandes del tango argentino en esta última ciudad, en el festival de música del mundo Horizonte. Y eso desencadenó una nueva ola de tango, tras años de haber sido algo para iniciados. Desde entonces, decenas de miles de personas se han contagiado con la fiebre tanguera: aficionados y también profesores, bailarines y músicos profesionales. Antes de la crisis del coronavirus se realizaban numerosas milongas en Berlín. Encuentros como el Festival de Tango Contemporáneo atraían a cientos de bailarines de todo el mundo a la capital alemana.
La gravedad del impacto de la pandemia se ha visto en los últimos meses: algunas escuelas han tenido que cerrar; músicos y maestros quedaron desempleados de la noche a la mañana. También se han visto particularmente afectadas las personas que no tienen una pareja de baile estable. "La gente está desesperada, porque quiere volver a bailar”, dice el músico Carlos Libedinsky, oriundo de Buenos Aires, quien ha sido dos veces nominado al Grammy. "La mitad de las personas está dispuesta a bailar con mascarilla. La otra mitad piensa que no hay riesgo alguno”, agrega.
¿Pronta flexibilzación?
Entretanto, las autoridades de Berlín también han flexibilizado las reglas para las escuelas de tango. Más parejas pueden tomar parte nuevamente en las clases grupales. Las primeras presentaciones de tango vuelven a tener lugar, si bien bajo estrictas disposiciones de higiene. Además, a los bailarines se les permite bailar con parejas "estables” con las que no comparten morada. No obstante, nada es ya como antes de la pandemia. La esencia de la milonga consiste en bailar con varias personas hasta la madrugada, a veces sin siquiera intercambiar una palabra. "Uno se mira a los ojos” y cabecea, explica el cineasta Andreas Rochholl, uno de los directores artísticos de Festival de Tango contemporáneo.
Aquello que le da un carácter único al tango, las figuras con los cuerpos entrelazados, es ahora su problema. Mientras no exista una vacuna, habrá que renunciar a las milongas. "Naturalmente, el espíritu del tango sobrevivirá”, dice Rochholl. "Pero la libertad sin riendas se ha perdido. Se ha perdido la confianza. Eso es lo peor para mí”, lamenta.
Adiós a un local emblemático
En la comunidad tanguera de Berlín, muchos lamentan también otra pérdida: el cierre del Tangoloft, este 31 de julio, después de diez años. Ante un fuerte aumento del arriendo del establecimiento, Mona Isabelle Schröter y su socio, el fundador del Tangoloft, Henning Klose, decidieron hacer una pausa, mientras buscan otro local. "Mi corazón llora. Invertimos tanto en esto y todo iba tan bien hasta que llegó la pandemia del coronavirus”…
Hasta ahora, el Tangoloft es el único gran local de tango que cierra definitivamente en Berlín. No se sabe si otros lo seguirán. Pero los amantes del tango no pierden la esperanza y sueñan con los tiempos que vendrán tras la crisis. Como Schröter, que afirma: "No veo la hora de volver a ir a bailar. Hasta el amanecer. Solo bailar, y no parar más”.
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