EE.UU.: ¿torturar en la tradición de George W. Bush?
27 de enero de 2017"Si decapitan a nuestros ciudadanos y a otras personas, si Estado Islámico hace cosas de este tipo de las que nadie había escuchado desde la Edad Media, entonces apoyo el uso del waterboarding", explicó el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, en una entrevista con el canal de televisión ABC. En su campaña electoral incluso anunció la aplicación de métodos de tortura más duros que el llamado submarino, que consiste en llenar la boca de un preso con agua hasta que este tenga la impresión de estarse ahogando.
Las declaraciones de Trump recuerdan a la "guerra contra el terrorismo" después del atentado del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas en Nueva York. Esta legitimó medidas que hasta entonces habían sido impensables para una democracia: escuchas ilegales, secuestros, el uso de la violencia y la tortura sistemática.
Reacciones al 11 de septiembre
El atentado en el corazón financiero de la Gran Manzana justificó muchos medios. Como consecuencia, el Congreso estadounidense autorizó al entonces presidente George W. Bush, a través de llamados "presidential findings", la aplicación de medidas militares, entre ellas, la persecución extrajudicial de sospechosos de terrorismo.
En el libro "Tortura en el siglo XXI", el historiador y politólogo Alexander Bahar analizó las reacciones oficiales tras el 11 de septiembre. En su opinión, las autorizaciones presidenciales ("presidential findings") constituyen una "base legal ficticia, porque contravienen la Constitución de Estados Unidos y todas las convenciones de derechos humanos que EE.UU. ha firmado". Además, Bush confirió facultades al servicio de inteligencia exterior CIA, que de ahí en adelante pudo actuar casi de forma independiente.
Esto cobró relevancia a más tardar en la guerra de Afganistán. Después de que agentes de la CIA lograran capturar a varios cabecillas de la organización terrorista Al Qaeda y llevarlos a cárceles extranjeras, Bush decidió oficialmente excluir a los presos de Guantánamo de la Convención de Ginebra. Este acuerdo estipula reglas para la protección de presos de guerra. La violación de esta convención es considerada un crimen de guerra.
Secuestrados y desaparecidos
"Sabemos que departamentos de diferentes servicios secretos secuestraron a presuntos terroristas. Estos fueron llevados a cárceles clandestinas, donde eran torturados sistemáticamente", explica Bahar. Una de las cárceles clandestinas de la CIA fue el campamento de internamiento de Bagram, en Afganistán. Más tarde, exreos contaron que durante mucho tiempo fueron encadenados al techo, privados de sueño e interrogados durante días.
Tres años después del atentado contra las Torres Gemelas, la opinión pública fue confrontada de manera escandalosa con las violaciones de derechos humanos en el marco del la lucha antiterrorista, cuando en los medios aparecieron imágenes de presos iraquíes torturados y maltratados. El lugar de los hechos: la cárcel de Abu Ghraib.
Según el historiador Alexander Bahar, "en ese momento, probablemente una mayoría de la población probablemente se dio cuenta de qué era lo que estaba pasando. Muchos, que antes habían apoyado la guerra contra el terrorismo, pensaron que aquello se estaba pasando de la raya". No obstante, Bahar recuerda que el Gobierno estadounidense justificó las violaciones de derechos humanos como actos aislados.
¿Funciona la tortura?
Barack Obama, por su parte, firmó un decreto para cerrar la cárcel de Guantánamo. Asimismo, acabó con la práctica del waterboarding. Además, en 2014, el Senado norteamericano aprobó una prohibición general de la tortura.
Ahora, Trump argumenta que la tortura lleva a los resultados deseados. "Eso es una mentira intencionada", dice Bahar. El politólogo señala que incluso la CIA ha llegado a la conclusión de que la mejor manera de obtener informaciones clave es a través de la cooperación y no de la tortura. Además, no existen estudios válidos que demuestren el éxito de los métodos de tortura.