EE.UU.: Los límites del rescate financiero
15 de septiembre de 2008Information, de Copenhague: El ministro de Hacienda estadounidense apenas había firmado los documentos de la nacionalización de los bancos hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac cuando comenzó de nuevo el mismo lamento, esta vez del conocido banco de inversiones Lehman Brothers. (...) La intervención de Paulson en el primero de los casos era necesaria. Más del 80% de los créditos inmobiliarios privados habían sido tomados en esas instituciones. (...) Pero lo que puede y debe hacer un gobierno tiene límites. Porque no es la primera vez que el gobierno de Estados Unidos interviene. Por eso surgió la expectativa de que el Estado cree una especie de red de seguridad cuando los institutos crediticios se vean en aprietos. Paulson intenta ahora contrarrestar esa impresión. Por eso, este fin de semana dio señales de que el gobierno de Bush no intervendrá esta vez en el caso de Lehman Brothers. Eso da muestras del sentido común de Paulson.”
La peor crisis desde la depresión
Tages-Anzeiger, de Ginebra: “El sistema financiero de Estados Unidos atraviesa la peor crisis desde la depresión de los años 30. La confianza de los inversionistas está minada, ni siquiera los bancos se fían unos de otros. Eso explica por qué resulta tan difícil el rescate del tradicional Lehman Brothers, y por qué este banco de 158 años de existencia probablemente tendrá que ser liquidado. (...) La crisis financiera es producto de una larga fase de extremo ‘laisser faire’ y de la política monetaria demasiado flexible del tiempo de Alan Greenspan. No pasarán sólo semanas o meses hasta que se hayan barrido los escombros de esa era. Se requerirán años para estabilizar la banca y generar una cultura del riesgo controlado. En eso radica la principal tarea de un gobierno y no en el ‘rescate’ de instituciones financieras magulladas”.
Serias consecuencias
Die Presse, de Viena: “Sería bueno que la esfera política estadounidense efectivamente negara cualquier ayuda estatal a Lehman Brothers. Eso incrementaría claramente la posibilidad de que el banco sea vendido a inversionistas privados. En caso de fracasar, los banqueros de todos modos seguirían siendo enviados a casa con un par de millones de indemnización en los bolsillos, pero no se trata tanto de castigar a los culpables, sino de enviar a la banca una clara señal de que los errores garrafales también tienen serias consecuencias. Desde el punto de vista económico, el asunto es de todos modos extremadamente doloroso.”
Urge una política clara
La Tribune, de París: “El ministro de Hacienda de Estados Unidos, Henry Paulson, realmente sacará el bazooka y no se contentará con evitar cada fin de semana un nuevo naufragio en el mundo financiero estadounidense. Los mercados prácticamente no le dejan alternativa. A fines de julio, el ministro aún jugaba el papel de hombre fuerte y aseguraba que, a la sola mención de ayuda estatal para los institutos hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, no movería un dedo más. Hace ocho días tuvo que aceptar su estatización de facto. (...) Luego, desde el plan de rescate de Bear Stearns hasta ahora, ha propiciado un arreglo caso por caso. Eso ha impedido que una insolvencia espectacular conduzca a una crisis del sistema. Pero eso no reemplaza una política. El planeta financiero no puede esperar hasta las elecciones del 4 de noviembre”.