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EE. UU. alimenta el caos en el Medio Oriente

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Rainer Sollich
12 de enero de 2019

La retirada de tropas estadounidenses de Siria es un gran peligro y solo beneficia a los enemigos de Washington, opina Rainer Sollich.

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Syrien Manbidsch US Patrouille
Imagen: picture-alliance/AP Photo/H. Malla

"Si Estados Unidos se retira del Medio Oriente, se produce el caos". Así lo aseguro el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, durante un discurso sobre la política de Washington en la región, este jueves (11.01.2019).

Su objetivo era calmar a los aliados de Estados Unidos en esas tierras, irritados por la decisión del presidente Donald Trump de garantizar una "rápida" retirada de sus tropas en Siria, anunciada poco antes de Navidad.

Pero aún quedaba desconcierto para rato. Solo un día después, el viernes, EE. UU. anunció que la retirada de sus militares de Siria ya había comenzado, aunque no daría más detalles "por razones de seguridad". De acuerdo con la lógica de Pompeo, esto solo puede significar una cosa: deliberadamente, Washington deja que Siria se suma aún más en el caos.

Rusia e Irán sacan provecho

No obstante, sigue sin estar claro cómo se llevará a cabo la retirada de tropas. EE. UU. dice querer combatir a lo que queda del grupo terrorista Estado Islámico (EI) desde el aire. Rusia –la verdadera potencia fuerte en Siria– ya ha mostrado dudas al respecto.

El peligro no es solo que abra la puerta a un mayor control del territorio por parte de Rusia, sino que también ocurra esto con el aliado militar más importante de Moscú: Irán.

En su discurso, Pompeo dedicó duras palabras al régimen iraní y anunció que Washington combatiría junto con sus aliados regionales la influencia de Teherán, "hasta hacer desaparecer la última bota iraní de Siria". Lo que no aclaró es cómo piensa lograrlo tras la retirada de las tropas estadounidenses y contra la voluntad del Kremlin.

Los kurdos quedan desprotegidos

Pompeo tampoco se pronunció sobre el segundo gran peligro: la retirada norteamericana podría llevar a un ataque militar por parte de Turquía a los kurdos, hasta ahora aliados de EE. UU. Esto es algo con lo que Ankara ya ha amenazado en más de una ocasión, y para lo que ya se está preparando, según informaciones periodísticas.

También en este sentido, sin querer, la lógica de Pompeo se muestra tristemente acertada: EE. UU. se retira y el caos se parece inminente. Y este caos no solo amenaza a Siria, sino a la región en su conjunto.

Desde el conflicto palestino-israelí hasta la guerra civil en Yemen, en esta región del mundo hay abiertos muchos conflictos alarmantes, que podrían descarrilar como consecuencia de la política exterior de Trump.

Balance peligrosamente explosivo

Hasta ahora, Trump no ha conseguido prácticamente nada: los israelíes podrán alegrarse del reconocimiento de Jerusalén como su capital, pero los palestinos reciben incluso menos apoyo que antes, y el supuesto "acuerdo del siglo" –anunciado con bombo y platillo– sigue pendiente.

El penosamente negociado alto el fuego de Yemen es frágil y apenas ha logrado dar alivio a los terribles sufrimientos del pueblo yemení.

El conflicto entre Arabia Saudí –aliado de Washington– y Catar sigue sin solucionarse. Y la retórica de Washington contra Irán se ha endurecido tanto con Trump al frente, que algunos mensajes casi parecen sugerir que se prepara un enfrentamiento militar. Esto podrá regocijar a las altas esferas de Arabia Saudí e Israel, pero es peligrosamente explosivo. No se debería infravalorar militarmente a Irán.

Rainer Sollich, jefe de la redacción árabe de DW
Rainer Sollich, redacción árabe de DW

"Papel tradicional de fuerza del bien"

Pompeo se distanció explícitamente del predecesor de Trump en la casa Blanca, Barack Obama, quien apostó por un enfoque menos duro, y no solo respecto a Irán. En 2009, Obama anunció un "nuevo comienzo histórico” en las relaciones con el mundo árabe. Posteriormente, a raíz de las primaveras árabes, apoyó a las fuerzas democráticas.

Los Estados Unidos de Trump hacen exactamente lo contrario. Cooperan con Riad y El Cairo, a pesar de sus graves violaciones a los derechos humanos, y les suministran armas.

A Pompeo no le avergonzó lanzar la cínica afirmación de que Washington había vuelto a asumir, por fin, su "papel tradicional de fuerza del bien" en la región. Como si las intervenciones estadounidenses en Irak y Libia hubieran sido recibidas por estos pueblos como una liberación y no, más bien, como lo contrario. También entonces la política exterior de EE. UU. tuvo como consecuencia el caos y fortaleció en la región a regímenes cuyas políticas contradecían los clásicos valores estadounidenses. No hay forma de ver en ello una estrategia política coherente.

¿Y Alemania?

Desde el punto de vista alemán, no pueden lanzarse estas críticas sin resaltar puntos de contacto, pese a todas las diferencias, entre la política de EE. UU. y de Europa en Medio Oriente.

Así, por ejemplo, también las exportaciones de armas alemanas a Arabia Saudí aumentaron el año pasado. Y, según informaciones periodísticas, la marina egipcia pudo congraturlarse, justo a inicios de este año, con la obtención de una autorización de Berlín para la exportación de una fragata a El Cairo.

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