Ecuador, Yasuní y el dilema entre petróleo o biodiversidad
18 de agosto de 2023"Esto es histórico. Es la primera consulta que se da en Ecuador a nivel nacional convocada desde la ciudadanía, por un tema tan importante y relevante para el mundo como es la naturaleza", dice a DW Antonella Calle, vocera del colectivo Yasunidos, que peleó 10 años hasta que la Justicia dictó que podía celebrarse un referéndum sobre la continuidad de la extracción de petróleo en el parque nacional Yasuní, el lugar más biodiverso del planeta.
Caída de los ingresos fiscales
Sobre el futuro de este lugar único, en el que habitan los indígenas waorani, así como pueblos originarios no contactados, como los tagaeri y los taromenani, está llamado a decidir el electorado de Ecuador el domingo, 20 de agosto de 2023: "¿Está usted de acuerdo con que el Gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como bloque 43, indefinidamente bajo el subsuelo?” [ITT: siglas del nombre de los tres pozos de exploración perforados en la zona: Ishpingo-Tambococha-Tiputini, N. de la Red.]. "No" sería la respuesta de los ecuatorianos que esgrimen que la extracción de petróleo supone una fuente de la que el Estado podría difícilmente prescindir.
"Del ingreso petrolero se está pagando el salario de los empleados públicos. Si nos quedamos sin eso, porque en el Estado trabajan 800.000 personas, el impacto es fuerte", pone como ejemplo a Deutsche Welle Nelson Baldeón, consultor en geopolítica energética. "Ecuador es el país que más depende del petróleo en toda Latinoamérica", agrega Baldeón, para quien, además, es "fundamental" poder seguir estando en la jugada mundial de oferta y demanda de petróleo.
Un nuevo rumbo
"Sí" sería la respuesta de quienes piensan, como Carlos Larrea, profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar, que el referéndum sobre el Yasuní llega en un momento "histórico" para Ecuador, en el que la extracción de petróleo está en declive y las reservas están disminuyendo. En este contexto, según Larrea, se impone un golpe de timón en el país, que debe reorientarse hacia otros modelos económicos que prescindan del petróleo.
¿El nuevo rumbo? El turismo ecológico y el bioconocimiento. "La consulta puede abrir un camino en esa dirección. El futuro turístico del Ecuador puede ser muy grande, como lo demuestra el caso de Costa Rica, un país bastante más pequeño que Ecuador, pero que ha logrado una diversificación económica y una altísima generación de empleo promoviendo un turismo de naturaleza. Ese modelo, que se ha demostrado viable en Costa Rica, podría aplicarse en el Ecuador", asegura Larrea.
Dolarización fuerte
Además de los ingresos fiscales, para el consultor Nelson Baldeón es necesario que en Ecuador haya una dolarización fuerte. "Ecuador no tiene reservas de oro, dependemos de la emisión de dólares de EE. UU. y, para mantener eso, necesitamos petrodólares." En peligro estaría el acceso a préstamos internacionales, que serían mucho más caros de obtener: "Tendremos un riesgo país supremamente alto para seguir adquiriendo fondos que necesitamos, ya no para el desarrollo, sino para mantener la salud, el empleo y la seguridad, un tema que nos ha impactado mucho en los últimos meses", argumenta Baldeón.
Según el experto, gracias a la fuerte dolarización, la población puede estar tranquila, porque no hay devaluaciones. "Lo que más temo es una dolarización débil, que no nos permita tener esa estabilidad que, en momentos tan violentos y tan abruptos, nos ha mantenido tranquilos", afirma Baldeón, quien admite que las encuestas apuntan hacia una victoria del "Sí".
"Después de 51 años de haber vivido en un país petrolero, la gente probablemente ha llegado a la conclusión de que el petróleo no brinda mejores condiciones de vida, o lo hace muy limitadamente, y que la pobreza se mantiene", dice al respecto el profesor Larrea. "Y, por otro lado, está el impacto ambiental de actividades extractivas, como el petróleo y la minería".
La protección de los indígenas y el medioambiente
Los defensores del "No" aseguran que se hace una extracción petrolífera responsable y ambientalmente amigable, bajo el paraguas de las licencias ambientales, emitidas en base a estudios técnicos que toman en cuenta a los pueblos originarios. Pero además argumentan que, si esos campos se abandonan, estando tan cercana la selva a Colombia y Perú, se corre el riesgo de que entren grupos ilegales, así como la guerrilla, que protege a la minería ilegal y a la industria maderera. "Donde hay infraestructura petrolera, hay seguridad privada para proteger las instalaciones y está el Ejército", esgrime Baldeón.
Por su parte, los defensores del "Sí" ponen en primer lugar la protección de la naturaleza y de los pueblos originarios. "La extracción tiene impactos ambientales bastante severos en el Yasuní", dice Carlos Larrea, quien pone como ejemplo que los senderos trazados de forma supuestamente ecológica se han revelado como carreteras aptas para casi todo tipo de vehículos, lo que pone en grave peligro la biodiversidad.
Por otro lado, el profesor de la Simón Bolívar apunta que el apoyo internacional podría servir para dotar de fondos a una vigilancia efectiva, que evite que el Yasuní se convierta en pasto de grupos ilegales y madereros. "La tecnología moderna lo permite actualmente. Por ejemplo, la observación satelital es muy efectiva para determinar cualquier foco inicial de la deforestación o una afectación de la biodiversidad. Hay antecededentes históricos de que se puede evitar ese problema", asegura Larrea, quien apunta que sería tarea del Gobierno, tras una victoria del "Sí", gestionar el apoyo financiero internacional.
Antonella Calle cree que, si finalmente se impone el "Sí", la batalla que el colectivo Yasunidos lleva librando durante una década será un ejemplo y una inspiración para el mundo. "Las cosas se logran si se las hace de manera colectiva. Los Gobiernos no están tomando medidas reales contra el cambio climático, pero los ciudadanos estamos comenzando a hacerlo frente a sus inacciones". (cp)