Ecuador: entre el petróleo y el patrimonio amazónico
16 de febrero de 2013“Le instamos a proteger la Amazonía de la devastadora explotación de petróleo, una amenaza letal para este hábitat impoluto y para la supervivencia de los pueblos indígenas que están resistiendo a las petroleras y aferrándose a sus tierras”, así la carta que recibió hace pocos días el presidente de Ecuador Rafael Correa, con altas probabilidades de ser reelegido en las urnas el 17 de febrero. La carta la enviaba la organización civil internacional Avaaz, que retomó el grito de auxilio de una población amazónica.
Sani Isla y Yasuní
“La comunidad quichua de Sani Isla propone un desarrollo piloto. Están en una zona donde ya hay explotación petrolera sobre la ribera del río Napo. No han sido consultados . Y el modelo de desarrollo que quieren seguir, como comunidad y como pueblo, es el ecoturismo y la agricultura”, dice a DW Laura Rico, portavoz de Avaaz. La campaña es a la vez una invitación a las comunidades aledañas a que buscar modelos de desarrollo más inteligentes.
Curiosamente, estos gritos de auxilio contrastan con uno de los proyectos estrella del gobierno de Rafael Correa: la iniciativa Yasuní, que propone dejar el petróleo bajo tierra para preservar zonas vírgenes y la megadiversidad de la Amazonía.
“La iniciativa Yasuní fue vista con buenos ojos por la opinión pública tanto europea como norteamericana y por organizaciones ecologistas, pero el monto esperado no se ha juntado aún”, dice a DW Zeljko Crncic, sociólogo alemán de la Universidad de Kassel. “Es que esta propuesta no va de acuerdo con las ideas de desarrollo tradicionales, que postula que si hay petróleo hay que sacarlo”, añade Crncic, que coordina grupo de investigación “Políticas sociales globales y gobernanza”.
Así, dado que los precios del petróleo y los minerales rozan récords históricos y el gobierno de la “Revolución Ciudadana” ha optado por extraerlos. Pero las comunidades seminomádicas -que salen de caza y vuelven a sus territorios- son muy críticas con la explotación de petróleo a pequeña y mediana escala que ya está entrando, a escondiditas, al parque nacional con la cooperación de la petrolera estatal”, dice Crncic quien prevé que va a ser muy difícil defender esos territorios.
“No me gustaría estar en el lugar del presidente Correa. Es muy difícil decir qué vale más. ¿La naturaleza de cierta región como la amazonía? ¿El derecho de pueblos no contactados como los taromenani que viven en aislamiento voluntario? O, ¿la situación de muchas personas, del 30 o 40 por ciento de la población urbana y pobre que se está beneficiando de estos medios?”, plantea Crncic, que ha seguido de cerca los procesos indígenas de autodeterminación en varios países latinoamericanos.
¿Ya no indígenas y pobres, sino sólo pobres?
El enfoque de la autodeterminación indígena es una muestra de la evolución del presidente Correa.“El movimiento de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), que empezó en los años 90, mezcló demandas y reivindicaciones sociales con autodeterminación de cultura. Movilizó a muchos sectores, que se aglutinaron en el partido Pachakutic, que en 2006 apoyó a Rafael Correa. Éste representaba –no siendo indígena- a las clases medias y bajas y a los indígenas”, explica Crncic.
Así, el Buen Vivir, la armonía con la naturaleza, se incribió en la Constitución de 2008. Tiempo después se lanzaban las licitaciones para la extracción de los recursos que sacarían las riquezas del subsuelo.
“Pero los indígenas siguen demandando autodeterminación y respeto a su culturalidad. Pero Correa dice son pobres, ciudadanos y votantes, pero ya no otra forma de culturalidad ya no los ve como pueblos”, puntualiza Crncic. La criminalización de las protestas sociales subrayó la ruptura entre el gobierno de Quito y la CONAIE.
Modelo de desarrollo alternativo
En este contexto, como muchas otros, la comunidad de Sani está en pie de lucha y su protesta se ha internacionalizado. “Se está reconociendo que su estilo de vida tiene un valor cultural e histórico relevante. E intentan que no les meta en un tren de desarrollo que se ha probado devastador y no ha no ha resuelto el problema ni en Ecuador ni en ningún país de América Latina”, subraya por su parte Laura Rico.
La propuesta de Sani Isla, ¿no coincidiría precisamente con el Buen Vivir propuesto en la constitución ecuatoriana? ¿Tienen razón los críticos del gobierno en decir que se ha traicionado al movimiento que lo llevó al poder?
Crncic, por un lado, ve la política extractivista de Ecuador inserta en la tendencia latinoamericana, de gobiernos progresistas o conservadores, pues “el mercado internacional demanda fuertemente sus materias primas y minería a gran escala”. Y sus altos precios han traído al país andino carreteras y obra social. Por otro lado, “en lo que sí tiene razón la oposición es en subrayar que no era el plan original”, añade.
Como fuere, “las medidas que se han tomado en los últimos años han dado frutos y, aunque ganase la oposición de derecha, en los próximos cuatro años muy probablemente se seguirá apostando por el extractivismo. Es muy difícil, a pesar de toda buena voluntad, que un pais abandone ese sendero unilateralmente”, concluye Crncic.
Efectivamente, en opinión de Avaaz, proteger la Amazonía rebasa la agenda política de un solo gobierno e incluye tanto a Colombia, Perú, Bolivia, Brasil como a la comunidad internacional por ser patrimonio mundial y reserva de aire, agua y especies y cultura. El llamado es "a defender la inspiradora Constitución del país"
Y a respetar la culturalidad de estos pueblos, pues “alguien que viva en en uno de los lugares más ricos y biodiverso del mundo jamás será pobre. La pureza y variedad de esta selva es la mayor riqueza. Las comunidades lo saben. Sólo falta que el Estado les dé la mano y apoye su grito por una vida sostenible y responsable con el medioambiente, en vez de intentar comprarlos con dinero fácil e inmediato”, concluye Rico.
Autora: Mirra Banchón
Editora: José Ospina-Valencia