México se encamina a aprobar la jornada laboral de 40 horas semanales, es decir, descansar los sábados - una deuda histórica que equiparará a México con los países de renta media, aunque los sindicatos temen modificaciones perjudiciales en su aplicación, como los "bancos de horas", y las patronales hablan de baja de ganancias, sobre todo para pequeños negocios.