Dominique Strauss-Kahn, “DSK”, el nuevo jefe del FMI
28 de septiembre de 2007Tarde para nuevos aires
“Dominique Strauss-Kahn será el candidato”, declaró a principios del pasado julio el ministro de Finanzas de Portugal, Fernando Teixeira dos Santos, en nombre de sus colegas comunitarios. Era demasiado tarde para los cambios. Una semana antes, el presidente estadounidense, George W. Bush, había anunciado que Robert Zoellick sustituiría a Paul Wolfowitz al frente del Banco Mundial.
En Europa, principalmente Gran Bretaña e Italia apostaban por hacer accesible un cargo nunca vetado oficialmente a cualquier pretendiente con buenas referencias. Los países en desarrollo, especialmente Brasil y Argentina, reclamaban que el mérito fuera la única vara de medir. Pero los europeos no estaban dispuestos a renunciar a su sillón de directivo si Estados Unidos no hacía lo mismo en la entidad bancaria, y Zoellick ya estaba ahí.
El mundo ha cambiado
Pese a todo, Strauss-Kahn no quiere que se le vea como el presidente “del norte contra el sur, de los ricos contra los pobres”. No por nada, a Rodrigo Rato le sucede un socialdemócrata. Strauss-Kahn ha prometido reformas en el FMI, como el voto más equitativo que a Rato no le fue posible, precisamente por la oposición de Gran Bretaña, Alemania y Francia.
El mundo ha cambiado. El orden económico ya no es el que era hace 40 años, aseguran quienes exigen modificaciones profundas. Y Strauss-Kahn parece estar con ellos. “Los países en desarrollo tienen derecho a que su representación sea eficiente”, dice el nuevo jefe, y eso no sucede con el actual sistema que concede más voz a quien más dinero aporta al Fondo. Por eso Strauss-Kahn es partidario de que las decisiones se tomen por doble mayoría en la que se cuenten tanto los votos como los países.
Un socialdemócrata globalizador
Strauss-Kahn pertenece al ala conservadora del Partido Socialista francés, la socialdemocracia. Ningún otro espacio le queda a un político que defiende la globalización desde la izquierda gala, y a Strauss-Kahn le costó nada menos que la candidatura a la presidencia en las últimas elecciones francesas. Sus compañeros de partido prefirieron a una socialista hasta la médula, Ségolène Royal.
Un partidario de la globalización puede sentirse sin duda a gusto en el FMI. La pregunta es si la globalización que hasta ahora ha potenciado el organismo es la misma que quiere Strauss-Kahn. Al fin y al cabo, ella es en parte responsable de esa “legitimidad perdida” que, según el francés, le falta al Fondo.
“El FMI debe conservar la tarea fundamental de hacer posible que los países en desarrollo se beneficien de los sistemas económicos y financieros abiertos y participen de la globalización. El FMI no debe sustituir a las ONG, pero sí estar presente en los países pobres”, opina Strauss-Kahn. El Fondo, como el Banco Mundial, fue creado tras la guerra para evitar que tragedias económicas como el crack bursátil de 1939 en Estados Unidos, y la crisis mundial desatada, pudieran repetirse. Su labor de velar por la estabilidad del sistema monetario debe permanecer intacta, considera el nuevo director.
La estrategia de Sarkozy
Dominique Strauss-Kahn, “DSK”, como lo llaman sus compatriotas, es un hombre de enorme prestigio. Entre 1997 y 1999 fue ministro de Economía y el segundo, tras Lionel Jospin, en el Gobierno francés. Consiguió que su país firmara el Pacto de Estabilidad europeo, acabó con el déficit público y metió a Francia en la “zona euro”.
La bella Royal le arrebató la posibilidad de concurrir en los pasados comicios contra Nicolás Sarkozy, esta vez por la presidencia del país. Pero no deja por ello de ser una figura clave en su partido, una mente de que los socialistas franceses echarán de menos ahora que se encuentran sumidos en pleno proceso de reforma tras la derrota electoral.
Los expertos coinciden en que Sarkozy está matando dos pájaros de un tiro. Por un lado, recupera la dirección del FMI para Francia, que ha enviado jefes ya en tres ocasiones y mantuvo a nacionales al mando del Fondo entre 1978 y 2000, y por otra parte, priva a los socialistas de una personalidad destacada y quita de en medio a un posible contrincante en la próxima cita con las urnas: dentro de cuatro años, Strauss-Kahn seguirá, si cumple lo prometido, lejos, en el FMI.