Dime qué comes y te diré quien eres
17 de mayo de 2009El invento de la “tostada Hawai” fue todo un suceso en Alemania, aunque el platillo en cuestión haga que se le ericen los pelos a los gourmets. Se toma una tostada, se coloca sobre ella una tajada de jamón, una rodaja de piña en conserva y una rebanada de queso. Se mete en el horno hasta que el queso se haya derretido y ¡listo está para ser servido este sueño de comida exótica de la Alemania de postguerra!
Quien hizo posible este sueño fue un actor que, caracterizando a un cocinero, salió por primera vez en las pantallas de la televisión alemana el 20 de febrero de 1953, enseñando a preparar las recetas de la época.
El espejo culinario de la historia
Ingke Brodersen y Rüdiger Damman pasan revista a múltiples anécdotas, platillos clásicos y modas culinarias en su libro “Mahlzeit”, que podría traducirse como “Buen provecho”.Por ejemplo, asocian las “albóndigas de Königsberg” con la historia de los alemanes expulsados de Silesia, y la mezcla de cereales que comen al desayuno los simpatizantes del movimiento ecologista con la nostalgia de un mundo mejor.
El objetivo del libro es mostrar las diversas etapas de la República Federal de Alemania a través de la evolución de las comidas. Le tesis de los autores es que “aquello que comemos y bebemos brinda un testimonio histórico: los platillos revelan formas de vida, realidades sociales y mentalidades”.
Emancipación femenina
Las comidas preparadas, por ejemplo los ravioles en conserva, marcaron la época de la lucha para poner fin a la discriminación femenina. La comida rápida hizo posible a fines de la década del 50 que las mujeres se emanciparan de su papel de amas de casa a jornada completa. Dicho sea de paso, esas masitas rellenas siguen siendo todo un éxito de ventas. En el 2007 se vendieron 40 millones de conservas de ravioles en Alemania.
Por otra parte, ¿qué habría sido de la cocina alemana sin los inmigrantes italianos, que no sólo contribuyeron en gran medida a hacer posible el milagro económico de Alemania, sino también enriquecieron el paisaje culinario con sus pizzas y espaguetis?
Lo mismo cabe decir de los inmigrantes griegos, españoles y posteriormente turcos, que añadieron sus especialidades a los menús germanos.
La bandera ecológica
La comida es, sin embargo, más que la expresión de las influencias que ha tenido una sociedad. También sirven para reflejar determinadas posiciones, por ejemplo, en materia ecológica o de salud.
En Alemania, no son pocas las personas dispuestas a pagar un poco más por huevos puestos por gallinas que no padecen el encierro en las pequeñas jaulas de las grandes industrias avícolas, sino que pasan su vida en un gallinero convencional o, en el mejor de los casos, en una pradera. Y el comercio de alimentos ecológicos, como verduras cultivadas sin el uso de pesticidas, se ha consolidado.
¿Y la crisis? Ciertamente, las grandes cadenas de descuentos son una opción para muchos, pero también los gourmets siguen desafiando al temporal en tiempos de vacas flacas. Basta ver cómo han proliferado en la TV alemana los programas de cocina en sus más variadas facetas, mostrando las opciones de una cocina multicultural que, en la era de la globalización, está ya muy lejos de esas tostadas hawaianas de los primeros años de postguerra.
Autor: Günter Birkenstock
Editora: Claudia Herrera Pahl