Del centro y este europeo los gitanos huyen de la pobreza y la marginación
26 de septiembre de 2010La cifra exacta de gitanos viven en Europa central y oriental se desconoce. Muchos de los miembros de esta etnia no están registrados o niegan sus raíces para eludir así los prejuicios. Lo que sí se sabe es que las tasas de desempleo y analfabetismo entre ellos son más altas que entre el resto de la población. Pocos finalizan la escuela primaria. Un número importante de romaníes vive en asentamientos ilegales que carecen de la infraestructura e higiene básicas, y su acceso la los cuidados médicos y a la protección social es limitado, incluso a veces nulo.
El presidente de Rumania, Tarian Basescu, declaró la semana pasada que un millón de gitanos habían sido "integrados" a la sociedad rumana y describió a los demás, incluyendo a aquellos que viven en Francia, como "nómadas". Se estima que hay hasta dos millones de romaníes en este país, casi cuatro veces más que la cifra oficial de 540.000. En Bulgaria, los gitanos constituyen el tercer mayor grupo étnico, por detrás de búlgaros y turcos. Los 370.000 romaníes registrados en el censo de 2001 representan el 4,7 por ciento de la población.
De estos dos países proceden la mayor parte de los gitanos que Francia lleva meses expulsando de su territorio: dos Estados que forman parte de la Unión Europea desde 2007 y que también juegan su papel en la actual polémica entorno a la actuación gala, del mismo modo que parte de responsabilidad tiene los restantes gobiernos de la región.
Pobres, marginados, analfabetos
Escapar de la extrema pobreza en la que viven en sus países de origen: ése era el objetivo con el que los romaníes expulsados de Francia habían iniciado la emigración. Decenas de miles de ellos habitan en la más absoluta precariedad, en casas fabricadas con lodo, cartón, plástico y chapas que se alzan en el mismo corazón de Europa.
Tampoco en Eslovaquia la situación es diferente a la búlgara o rumana. La mitad de los 400.000 gitanos que allí residen son víctimas de la segregación, sus barrios son pobres y sus viviendas deficientes. Algunos eslovacos decidieron emprender la mudanza para distanciarse así físicamente de los gitanos; en la ciudad oriental de Presov se llegaron incluso a construir muros de separación.
La mayoría de los 600.000 gitanos que subsisten en Hungría vive en guetos, situados principalmente en el norte y noreste del país. Sólo un 1,2 por ciento de los romaníes húngaros se gradúa en la escuela secundaria. El trabajo para ellos es escaso y, cuando lo hay, está en general muy mal pagado. La expectativa de vida entre los gitanos en Hungría es 15 años menor al promedio nacional.
En Serbia, donde se cuentan 110.000 gitanos registrados pero se estima que la cifra real es ocho veces mayor, los barrios ocupados por esta etnia se conocen como "ciudades de cartón". Según estudios, un 60 por ciento de los niños romaníes serbios no completa los ocho años obligatorios de escuela primaria y uno de cada tres hombres y la mitad de las mujeres son analfabetos.
Víctimas del racismo y la violencia
Con frecuencia son los gitanos víctimas del racismo y de crímenes violentos. Entre 2008 y 2009 se contaron en Hungría al menos seis asesinatos, en una serie de ataques contra los miembros de esta minoría que incluyeron tiroteos y bombas incendiarias contra las viviendas romaníes.
La discriminación y hostilidad hacia la etnia se da también en Eslovenia, el país más desarrollado del grupo de Estados del este europeo que se unió en 2004 a la UE. En octubre de 2006, los Strojans, una familia de gitanos eslovacos, fueron desalojados del pueblo de Ambrus por enfurecidos residentes, su hogar- una casa y varios ranchos- incendiados y la familia tuvo que esconderse varios días en un bosque hasta que las autoridades le otorgaron la posibilidad de habitar una barraca militar vacía.
En 1997, un niño gitano de una familia trabajadora residente en el centro de Belgrado, la capital de Serbia, fue golpeado hasta morir por una banda de skinheads. Dragan Maksimovic, un reconocido actor serbio, recibió en 2001 una paliza de un grupo de extremistas que lo confundieron con un gitano y murió días después a consecuencia de las heridas.
Los ataques de odio contra los romaníes se registran en casi todos los países en los que viven. En Bulgaria, Rumania y Polonia. Pero también en Italia, Ucrania e Irlanda. (dpa)
Editora: Luna Bolívar Manaut