G20, sin avances
2 de noviembre de 2011El ambiente tan serio contrasta un tanto con el lugar: Cannes, donde se juntan normalmente los ricos y famosos, donde el glamour y la fama son corrientes cada día. El anfitrión, el presidente francés Nicolás Sarkozy, se ha decidido por el lujoso complejo de la Cote d'Azur. Allí donde en otras ocasiones se alojan estrellas del espectáculo durante todo el año para atender el Festival Internacional, vienen ahora, durante los días 3 y 4 de noviembre, los Jefes de Estado y de Gobierno de los 20 países industrializados y emergentes más importantes del mundo.
Se trata de la sexta cumbre de este tipo desde el hundimiento del banco de inversiones estadounidente Lehman Brothers, hace tres años. Se debe detener el hundimiento del sistema financiero global, y se debe instaurar una nueva arquitectura. Ahora, en Cannes, se busca un equilibrio que no vendrá. De nuevo, los miembros del G20 tienen que ponerse en el papel de bomberos para controlar el fuego de la crisis económica. Igual que en la primera ocasión, en Washington.
Nacido en la emergencia
15 de noviembre de 2008. Exactamente dos meses antes, la crisis de las hipotecas en Estados Unidos alcanzó su punto álgido con la quiebra del banco Lehman. La onda expansiva de la crisis se extiende por el globo, y el mundo de las finanzas se asoma al abismo. La situación está que arde. Una cumbre de los 20 países industrializados y emergentes más importantes del mundo aspira a ofrecer algo de ayuda: en el Museo National Building de Washington D.C. se debe parar la fusión nuclear del sistema financiero.
El G20 ya existe por aquel entonces, pero hasta ese momento sólo formado por Ministros de Economía y jefes de bancos centrales. Ahora, se les unen los Jefes de Estado y de Gobierno. El puro estado de emergencia los reúne. “Se trata de regular o supervisar realmente a todos los actores del mercado, todos los productos y todos los mercados”, decía la canciller alemana Angela Merkel.
El gran plan
En Washington, se decide la creación de un paquete de unas cincuenta medidas que deberán implementarse tan pronto como sea posible. Medio año después, a principios de abril de 2009, tiene lugar la siguiente cumbre en Londres. Se adopta un “Plan de acción del G20 para el impulso y las reformas”. Se pone riendas al sistema financiero. Los paraísos fiscales se enumeran en una lista negra. Gordon Brown, el entonces Primer Ministro de Gran Bretaña, da un pasional discurso sobre “el día en el que el mundo se unió para combatir la recesión global. No con palabras, sino con un plan para el impulso y las reformas en todo el mundo.”
De nuevo, medio año después, a finales de septiembre de 2009, Barack Obama es el anfitrión de la siguiente reunión del G20 en Pittsburgh, la ciudad del acero. La reunión es precedida por una regulación del mercado financiero, una inyección de más capital en el Fondo Monetario Internacional y un aumento de la importancia de los países emergentes en el FMI. Obama, por aquel entonces ya con 8 meses de presidencia a sus espaldas, demanda “más medidas estimables” que las llevadas a cabo hasta el momento. “Hemos protegido la economía mundial del colapso. Hoy hemos establecido el fundamento para un bienestar a largo plazo.”
La dinámica se ralentiza
También durante 2010 se dieron dos cumbres, una a finales de junio en la ciudad canadiense de Toronto, y la segunda en la capital de Corea del Sur, Seúl. A pesar de ello, parece que la dinámica de los salvadores mundiales se ralentiza: la economía mundial está atrapada. Alemania, por ejemplo, ha logrado salir de su recesión rápidamente, y brilla de nuevo con buenos porcentajes de crecimiento. Pero el modelo de economía correcto todavía es tema de controversia. ¿Más ahorro, o más programas de coyuntura? En Toronto, se impone la canciller alemana, y los países industrializados prometen la reducción de sus déficits a la mitad para 2013. Angela Merkel se muestra sorprendida: “Es una medida muy difícil. Sinceramente, es más de lo que esperaba”, dijo en la conferencia de prensa tras la cumbre.
En su visita a Seúl para la primera reunión del G20 en un país emergente, Angela Merkel está convencida de haber gestionado la situación mucho mejor que los gobiernos que gestionaron la crisis económica mundial de hace ocho décadas. Se ha conseguido un marco regulatorio, un paquete de coyuntura, y se comenzó a ahorrar a tiempo. “Y ahora se trata de no repetir el tercer error que cometimos entonces: caer en el proteccionismo”.
Pero las cosas han cambiado. El proteccionismo no es el problema. Los problemas se llaman Grecia, Portugal, Irlanda, y también España e Italia. La palabra tabú “bancarrota” mueve al mundo. Los paraguas de salvataje se han extendido a un ritmo frenético. La crisis de la deuda ha desarrollado efectos devastadores. La reunión en Cannes debería centrarse en la reforma del sistema monetario internacional, y el presidente Nicolás Sarkozy quería poner fin a las especulaciones sobre materias primas, pero no podrá. Hay factores más importantes en el juego. Las preguntas que se esperan son: ¿Sobrevivirá la Eurozona? ¿Y tiene futuro el G20?
Autor: Henrik Böhme / Lydia Aranda Barandiain
Editor: Enrique López Magallón