¿De qué se ríen los inteligentes?
12 de mayo de 2006El título de un libro relativamente nuevo en las librerías alemanas no deja de ser extraño: ¿De qué se ríe un ser humano inteligente. ¿Da por sobreentendido que un ser humano inteligente se ríe de una cosa diferente de un ser humano no inteligente?
Platón, Kant, Demócrito, Woody Allen
El subtítulo aclara un tanto más el panorama: Pequeña Filosofía del Humor. Y trata, básicamente, de lo que tanto grandes pensadores -desde el sonriente Demócrito pasando por el ácido Platón hasta el complejo Kant- han creído acerca del humor. En su Pequeña Filosofía del Humor, el filósofo y lingüista hamburgués Manfred Geier se pasea por el concepto y las vivencias del umor tanto de filósofos de la antigüedad como de ciertos humoristas contemporáneos bastante filosóficos como Woody Allen.
El humor es cuestión de los humores
No deja de ser extraño que comúnmente se tenga la teoría y el humor como enemigos, más aún la filosofía y el humor. Curioso es también que los filósofos griegos hayan dedicado su tiempo a algo que, como una nariz grande o pequeña, viene determinado por la naturaleza, pues el humor no es más que humores, líquidos corporales. Se entiende, sin embargo, al tener en cuenta que el ser humano es la única criatura sobre esta tierra que tiene el poder de tanto de reír-por lo menos así lo dijo Aristóteles y lo quieren creer ciertos humanos- como de llorar.
Filosofía sin humor
Sin embargo, con humor se han escrito y se ha pensado pocas veces en la historia de Occidente. El gran Platón fue un hombre sumamente serio, se dice que ninguno de sus contemporáneos lo vio reír nunca y en su academia la risa estaba prohibida. También Heráclito, "el que lloraba", fundó una fuerte tradición del sufrimiento -se dice que cuando este eremita se supo enfermo se untó con excrementos y se dejó devorar por los perros-, que luego continuaron los filósofos y teólogos cristianos.
Hay quienes se salvan
Por suerte, prosigue Geier, no siempre y no todos los seres humanos inteligentes se han dejado prohibir la risa y para ilustrarlo cita: "-Doctor, cuando me levanto estoy mareado por media hora. -Entonces, responde el docto escolástico griego, levántese media hora antes". A pesar de que los filósofos alegres en la historia de la filosofía nunca han tocado el primer violín, los ha habido y grandes como Demócrito de Abdera, "el que ríe", quien decía que el sentido de la vida se puede encontrar sólo si se lleva la vida con una alegre calma. "Sólo los tontos viven la vida sin alegría", habría dicho. Por loco lo tenían a este sabio. Y por loco también pasaba Diógenes, quien con su cinismo y desde su no comprobado tonel en medio de la plaza provocaba al vecindario con su humor irrespetuoso.
Además de pasearse por diversos conceptos de humor, este tratado lo clasifica: el humor que se basa en un sentido de superioridad (como lo ilustra el hecho de que la muchacha se ría del sabio Tales que se ha caído a un agujero), en la incongruencia (¿por qué debo hacer mis tareas justo cuando el cosmos se está expandiendo) o en la, hoy tan común, necesidad de relajación.
Que "el humor es la diversión detrás de la cual atisba la seriedad", como habría dicho Schopenhauer o se tiene humor cuando uno se ríe a pesar de todo, son dos de las múltiples definiciones de humor que incluye el tratado. Pues, a pesar de estar muy lejos de la trágica postura de un Sófocles diciendo "lo mejor sería no haber nacido", un poco de sufrimiento se necesita, de lo contrario no se encuentra el sentido de la vida, le habría dicho al autor Woody Allen.