¿Silicon Valley de Sudamérica?
27 de marzo de 2011El alemán Andreas von Hessling dejó atrás seis años en Silicon Valley para iniciar un proyecto en Chile. Gracias al financiamiento de Start-Up Chile, hoy tiene un innovador negocio en Santiago, que abre oportunidades de comercio y desarrollo.
A los 30 años y con estudios en Sistemas de Información y Computación en Alemania y Estados Unidos, este experto en Inteligencia Artificial y Machine Learning estaba atento a nuevos desafíos. A través de un amigo supo de Start-Up Chile, un programa del gobierno chileno que entrega los fondos para que emprendedores del extranjero inicien negocios en ese país, y no dudó en postular.
La idea de Start-Up es atraer talentos jóvenes que puedan traspasar sus ideas, contactos y emprendimientos. “Encontré una excelente oferta el capital libre para empezar mi negocio -cuenta Andreas desde Santiago-. Además, disfruto conociendo nuevas culturas y aprendiendo nuevos idiomas”.
Actualmente lleva cinco meses instalado en Santiago. Cuenta con una oficina en el centro, desde donde maneja el negocio, con la ayuda de tres chilenos y un norteamericano a quienes contrató, y cuando puede escapa del smog de la capital para hacer paseos al aire libre y practicar kitesurfing.
Arbitraje por internet
La premisa de AI Merchant, la empresa de Andreas, es que en internet es posible ganar dinero vendiendo productos que uno no tiene y por lo cual no se necesita tener stock o bodegas. Basta con vender algo y luego comprarlo a un precio menor en otro lugar, el cual se encarga también del envío. Se trata del arbitraje, concepto conocido en el mundo financiero, pero que por primera vez se aplica al del mercado de consumo por internet. Para ello, Andreas desarrolló un software que, según explica, está en proceso de patentar y que es el primero en su tipo.
“Eso significa que revisamos mercados online como Ebay o Walmart para encontrar diferencias de precio que permiten comprar un producto a un precio bajo y venderlo a uno más alto”, indica. Actualmente tiene clientes en Estados Unidos y Alemania.
“Me gusta ser un emprendedor y trabajar en problemas desafiantes”, dice Andreas. “Personas como yo traemos nuestro conocimiento y experiencia al país y los compartimos con el ecosistema. Esto ayudará a transformar Chile en una economía menos dependiente de los recursos naturales y cambiará el mercado de trabajo, incluyendo un aumento de salarios”.
En este proceso, él también se interesa por aprender la cultura y el idioma. “Así, por ejemplo, si en el comercio importador/exportador aparece una oportunidad, sabré que el puerto de Iquique es uno de los mejores lugares para ubicar una compañía, pues es zona de bajos impuestos, o que Chile tiene un gran número de acuerdos de libre comercio”.
A la caza de emprendedores
“En vez de cambiar el mundo a través de la revolución, lo podemos cambiar a través de la innovación”. Estas palabras del Ministro de Economía chileno Juan Andrés Fontaine, son parte de la campaña del Start-Up Chile. Lo publicitan como un programa único, en que el emprendedor recibe financiamiento sin arriesgar capital de su empresa y se instala en la economía más fuerte de Latinoamérica.
En su primera etapa, el año pasado fueron seleccionados 23 equipos de emprendedores de 14 países, que recibieron cada uno 40.000 dólares para instalar su negocio, oficina y visa de trabajo para permanecer entre seis meses y un año en Chile. Como Andreas von Hessling, otros innovadores han hecho realidad sus ideas, como una nueva tecnología que optimiza el funcionamiento de paneles solares o un servicio que conserva archivos digitales después de la muerte.
El segundo proceso de postulación acaba de finalizar y de él saldrán 100 nuevos proyectos. En etapas próximas se buscará financiar hasta 300 iniciativas este año. La ambiciosa meta final es atraer a mil emprendedores antes del 2014.
Jean Boudeguer, director de Start-Up Chile, explica que buscan convertir al país en polo de innovación y emprendimiento de Latinoamérica. “Queremos potenciar un ecosistema en que los emprendedores chilenos y extranjeros salgan al mundo y usen Chile como una plataforma”, explica.
“Nos falta acelerar negocios que tengan una perspectiva global, con proyectos que escalen a mercados internacionales. Además, nos faltan redes de contacto, que Chile sea conocido y reconocido en el mundo por su capacidad de generar negocios globales”, agrega Boudeguer.
Start-Up Chile apunta precisamente a suplir esas falencias con un modelo que puede ser seguido por sus países vecinos. “Queremos ser un catalizador. El desarrollo de la región es de vital importancia, y si lo podemos acelerar a través del emprendimiento y la creación de valor, mejor aún”, concluye.
Autora: Victoria Dannemann
Editora: Claudia Herrera Pahl