Davos 2019: palabrerío en las montañas
25 de enero de 2019Jugar al bingo con palabras que se ponen de moda en ciertos ámbitos es relativamente sencillo. Cada jugador hace una lista de términos que considera que no han de faltar en la jerga de un directivo. Se inicia un debate, y el primero que tache todas las palabras de su lista, gana. Gritar "bingo” es opcional. El Foro Económico de Davos es el lugar perfecto para este juego. Las "elites” políticas y económicas allí reunidas están tan acostumbras a hablar con ese tipo de términos, que es muy posible lograr un elevado número de aciertos.
La "globalización 4.0” debe ser, por su puesto, "más inclusiva”, más "justa” y, sobre todo, más "sostenible”. La destrucción del medioambiente plantea grandes "retos” al mundo, la "cuarta revolución industrial” tiene visos de tener un inmenso "potencial de crecimiento”, pero, a su vez, planteará nuevos problemas, que los "líderes” deberán abordar de forma "proactiva” si desean seguir siendo "competitivos”. Para ello deberán emplear un "enfoque multilateral”, con el fin de generar situaciones "win-win”, en las que todas las partes salen ganando. Este punto se repitió tanto en los últimos días, que Donald Trump se hubiera sentido directamente aludido de haber estado presente.
Moral 4.0
Klaus Schwab, fundador y maestro de ceremonias del Foro Económico de Davos, reclamó una "remoralización de la globalización”, y uno se pregunta dónde ha estado la moral todas estas décadas durante las que se dieron en Davos las consignas que nos han conducido al estado en el que ahora nos encontramos. Realmente, para poder disfrutar del juego del bingo en las montañas de Davos hay que ser un cínico. Porque los asuntos son importantes y los problemas serios. ¿Puede ofrecer soluciones el Foro Económico de Davos? De momento, ya ha fracasado su propia ambición de aumentar la cuota femenina bastante por encima del 20 por ciento. Es posible que, según el lema oficial del Foro, el objetivo de Davos sea "mejorar el estado del mundo”. Pero, si esa fuera la única finalidad, las empresas no pagarían cientos de miles de dólares por ser miembros. En Davos, los ejecutivos de esas empresas pueden hacer contactos y encauzar tantos negocios en tan pocos días, que ahorran mucho tiempo. Y además tienen acceso a jefes de Estado y de Gobierno, ya que el Foro Económico también es lugar para la "cooperación pública y privada” (otro término de la jerga). Y los políticos acuden para reunirse con sus homólogos, atraer inversores a sus países y presentarse ante el mundo, ya que en Davos está asegurada la cobertura mediática.
Lugar de contradicciones
¿Se ha logrado algo entonces para "mejorar el estado del mundo”? No demasiado. Aunque al menos el mensaje de que algo debe cambiar ha llegado hasta aquí. Durante el Foro Económico 2019 se han presentado tanto proyectos para la protección del clima y un mundo más justo, que uno pensaba que se encontraba entre críticos de la globalización y su eslogan "otro mundo es posible”. Davos es un lugar de contradicciones. Las elites viajaron con más aviones privados que nunca. ¿Conduce todo esto a que alguien cambie de opinión? El director de documentales sobre naturaleza Richard Attenborough respondió con honestidad a la pregunta de por qué presentaba su nuevo trabajo sobre el cambio climático en Davos: "Aquí hay tantas personas influyentes, que sería irresponsable no aprovechar esta oportunidad”.
(ms/cp)
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